Fuente: Perfil – Hasta el 21 de noviembre se estará exponiendo en la sala de arte, una muestra con obras de artistas urbanos locales.
Bajo el nombre ‘Cinco minutos de eternidad’ y con curaduría de Belén Wonda, la exhibición reúne una veintena de piezas de cinco autores: Dino Valentini, El Lolo, Lu Yorlano, Mëx y Munino. Incipientes aún en nuestra ciudad, este tipo de exposiciones buscan correrse del conservadurismo y los prejuicios en torno al espacio que debe ocupar el arte urbano.
“Soy una convencida de que el arte es un derecho. Y en la búsqueda de nuevos discursos y nuevos lenguajes es que invité a estos artistas urbanos a participar de esta exposición”, dice la galerista y curadora Belén Wonda, quien coordina las muestras de la sala de arte de Agec (Asociación Gremial de Empleados de Comercio).
Ubicada en Deán Funes 266, la sala de arte –que tiene 400 metros cuadrados– nació en noviembre de 2019, frente a una necesidad concreta: democratizar el arte y llegar a nuevos públicos. “Previamente habíamos expuesto una muestra sobre el Cordobazo. Es decir que las propuestas son muy eclécticas. Ahora hay cinco artistas urbanos, que trabajan principalmente en el espacio público”, detalla Wonda.
BELÉN WONDA. La curadora y galerista asegura que hay que dejar de sacralizar el arte.
De los muros a los espacios de arte. Asentada en lo efímero y a la vez en lo eterno del arte urbano, ‘Cinco minutos de eternidad’ busca calar en distintos tipos de público y expandir el sentido de la cultura. “Como galerista no estaba trabajando con arte urbano, pero en un momento sentí que debía adentrarme en él. Creo que en nuestra ciudad hubo un antes y un después del proyecto Arte de nuestra gente, que ideó la Municipalidad de Córdoba. Este proyecto permitió que la gente se identificara con muchos artistas. También creo que el público está en todos lados y el arte debe ser para todo el mundo. Por eso esta necesidad de buscar espacios no convencionales para poder exhibir estas obras”, define.
La curadora agrega además que este tipo de exposiciones son también una forma de hablar del sentido de la cultura de una manera más expandida y permitir ramificaciones que vayan más allá de los coleccionistas o los públicos que visitan los museos.
Así, la propuesta pivotea sobre dos aristas: por un lado sacar a las obras de las paredes de las calles para mostrarlas en espacios disruptivos, alejándose de los museos y las galerías incluso. Y por el otro romper con ciertos prejuicios o conservadurismos vinculados al arte callejero como una suerte de “arte menor”.
EXPOSICIÓN Y VENTA. El costo de las obras arranca en los 300 dólares y puede llegar hasta los US$ 1.000.
Los artistas y su impronta. Dino Valentini, El Lolo, Lu Yorlano, Mëx y Munino son los cinco artistas urbanos nucleados en esta propuesta; cada uno con un lenguaje muy característico que hace muy fácil su identificación. “Esta es una de las muestras que más me ha gustado hacer; a ellos se los ve mucho en la calle, entonces el público se identifica rápidamente con ellos. El arte tiene esa posibilidad de identificarnos con la imagen que vemos. Munino, por ejemplo, conjuga belleza y ternura femenina que se identifican claramente; Mëx tiene una composición y colores muy característicos; Lolo y Lu son un colectivo, y aunque funcionan muy bien solos colectivamente son súper potentes. Y Dino tiene un trabajo visual geométrico y cinético que es sumamente atractivo».
El eje curatorial. “Mi idea de curaduría fue partir del afuera hacia el adentro. Del decir de estos artistas que a veces son difíciles de encasillar pero que cuando ingresan en una superficie, ellos solos y orgánicamente se van organizando. Por otro lado, cuando empieza el paso del tiempo a generar el deterioro en esos lienzos que son las paredes de la vía pública, empiezan a sufrir las obras. Entonces estos artistas que manejan tanto el interior como el exterior, tienen una capacidad muy particular que no se ve en el resto de artistas. Desde el uso de colores vibrantes en sus obras hasta la prolijidad que tienen tanto en la escala como en lo más pequeño”, detalla la curadora.
En cuanto a la voluntad de los espacios locales por incorporar a sus exposiciones a artistas urbanos o callejeros, Wonda asegura que por ahora no es demasiada y que eso responde a una necesidad de encasillar a los artistas. “A veces daría la idea que el arte urbano es otra categoría, pero tenemos que dejar de sacralizar el arte porque en definitiva no es otra cosa que la manifestación de un alma que quiere trascender y generar otras realidades. De todos modos, creo que hay un gran potencial. Y además, no hay que olvidarse que Andy Warhol hacía escaparates, él estaba en la calle”.