Fuente: La Nación ~ En un atelier de San Isidro producía las obras que luego ofrecía a través de redes sociales y páginas web especializadas; la Policía Federal ya lo había allanado hace siete años, cuando le confiscó 230 cuadros.
A los investigadores no les resultó una figura desconocida. Hace siete años lo habían allanado por el mismo motivo. Pero volvió a dejar su marca en el ciberespacio: en las redes sociales, en páginas web especializadas, ofrecía obras de artistas consumados. Las rápidas comprobaciones de los detectives de Interpol argentina sirvieron para verificar que los originales estaban a salvo. Ergo: lo que se vendía a través de Internet era falso.
En las últimas horas, efectivos del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural, que depende de la Dirección de Coordinación Internacional de la Policía Federal realizaron un allanamiento en San Isidro. Secuestraron 450 obras de arte que eran vendidas a montos que, en conjunto, sumaban más de un millón de dólares.
Según informaron a LA NACION fuentes de la investigación, “tareas de prevención en diferentes redes sociales y páginas web” –lo que se suele conocer como “ciberpatrullaje”– permitieron a los policías especializados advertir que en un reconocido sitio web de compra-venta se ofrecían diversas obras de arte de artistas de relevancia en el ámbito.
“Con motivo de poder establecer si las obras en cuestión se corresponden con obras auténticas, se realizó consulta con el Museo ‘Quinquela Martín’, quienes informaron que ninguna de ellas entraría en el catálogo de obras realizadas por el autor”, explicaron fuentes del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural.
Nuevas consultas, esta vez, con expertos en la materia, permitieron establecer que se trataba de “obras pictóricas falsificadas”.
Fue el puntapié inicial de una pesquisa que derivó en “la localización del domicilio que funcionaba como taller y depósito de las obras de arte” y se “individualizó a la persona encargada del mismo, por lo cual se requirió al Juzgado de Garantías N°4 de San Isidro, a cargo de Esteban Rosignoli, la orden de allanamiento para proceder al secuestro de todas las obras.
Se secuestrarondibujos, pinturas y esculturasfalsificadas de grandes maestros de la pintura nacional e internacional, como Benito Quinquela Martin, Pablo Picasso, Antonio Berni, Stephen Robert Koek Koek, Salvador Dalí, Raúl Soldi, Carlos Alonso, Carlos Regazzoni, Marta Minujin y Carlos Páez Vilaró, entre otros. También incautaron “tanto documentación apócrifa como elementos vinculados a la concreción de los hechos”; se trata de papeles con los que se pretendía dar certificados de autenticación del material ofrecido a la venta.
Antecedente
El imputado –del que solo se conocieron sus iniciales, M.S.B– es reincidente.En agosto del 2015, personal de Patrimonio Cultural de la Policía Federal encaró una investigación a partir de denuncias efectuadas por diferentes fundaciones y familiares de artistas plásticos argentinos, como ser la fundación “Pan Klub” (Museo Xul Solar), Museo de Bellas Artes Benito Quinquela Martín, como así también las viudas de Zdravko Dučmelić y Pérez Celis sobre la venta de obras pictóricas falsificadas en el mercado de arte local.
En aquella ocasión, se realizó un relevamiento de las zonas comerciales con mayor movimiento relacionado con la compra-venta de piezas de pintores argentinos; incluso se solicitó a los damnificados que cooperaran en la búsqueda de las obras y en la posterior determinación de su autenticidad.
Tras ocho meses de investigación, llegaron hasta el falsificador de San Isidro y a la misma dirección a la que los agentes federales volvieron a entrar en las últimas horas. Siete años atrás, incautaron 230 obras de arte apócrifas con documentación falsificada de grandes maestros de la pintura internacional y argentina.
También confiscaron elementos útiles para la concreción de las obras y para la certificación “trucha”, como una máquina ingletadora (para el corte y ensamblado de marcos), diez certificados de autenticidad en blanco de diversas galerías de renombre; cinco máquinas de escribir de distintas marcas y tipos de letras utilizadas para la realización de los certificados apócrifos, y hasta un papel en blanco con la firma de Quinquela Martín. “Compraban diarios antiguos para pegar en la parte de atrás del cuadro”, para darle más verosimilitud a la falsificación.
Por pedido de la Policía Federal, el Juzgado de Garantías N°3 de San Isidro ordenó, en esa oportunidad, que todo el material secuestrado pase a formar parte del acervo del Departamento de Patrimonio Cultural, “con finalidad educativa en las distintas muestras y capacitaciones que se dictan en la temática para crear concientización” sobre el grave problema del mercado ilegal del arte.