Fuente: Diario de Cuyo ~ La artista sanjuanina aprendió y profundiza sus conocimientos en para trabajar la arcilla como los pueblos prehispánicos.
Transformar tierra en obras de arte es algo que los ceramistas consiguen con mucho esfuerzo y creatividad. Pero muy pocos realizan el proceso que va salir a buscar la arcilla que quieren para conseguir la mejor pasta para trabajarla y dar vida a sus piezas.
Gabi Garrido es una de las ceramistas que elige embarcarse en ese viaje que incluyó aprender a hacer cerámica como lo hacían los antiguos pobladores de esta región, aún anteriores a los huarpes.
Hace 5 años que se dejó cautivar por completo por técnicas prehispánicas y dejó las más modernas, incluido el esmalte, optando por óxidos para dar color. Garrido- que no se considera a sí misma una artesana, sino una artista- hace vasijas con escultórica, piezas ornamentales, estatuillas, ollas para fuego directo, cuencos y vasos entre los utilitarios. Pero su mayor satisfacción son las piezas ornamentales. «Nunca sé qué voy a hacer, no boceteo la pieza, pero siempre termino haciendo cosas más para la vista y al tacto, que para cocinar’. Las figuras femeninas son las que predominan en sus piezas.
«Las técnicas prehispánicas me fascinan, porque son más lentas de trabajar, es como volver a otro estilo de vida, trabajás más lento y cada etapa que la tratás de ir haciendo bien. No hay colada, no hay molde’ describió la artista que mientras estudiaba Cine en Córdoba cuando tomó contacto con la técnica ancestral. ‘En las Sierras de Córdoba se trabaja muy seriamente sobre estas técnicas, a nivel galería o museo’ comentó la mujer, que también cursó varios años de Artes visuales en la UNSJ. «En cuarto año vi la materia «Arte rupestre’, hicimos una excursión al Baño del indio, bellísimo… También estudié más allá en Córdoba y en Catamarca’ contó sobre cómo fue su encuentro con este modo de abordar la cerámica.
En el volver a las fuentes para la producción, Gabi comienza desde la recolección de arcilla en distintos departamentos para hacer su propia pasta. El procedimiento empieza con la hidratación y en lugar de agua, utiliza «agua de tuna’ que consigue mezclando con agua caliente trocitos de la hoja de esa cactácea. La deja reposar un día y recién la usa. Servirá para darle a la arcilla maleabilidad, la vuelve más plástica. «Es muy agradable, el agua de tuna la deja muy suave, es un placer; antes usaban el agua de tuna para impermeabilizante de las construcciones’, contó.
«Yo hago las piezas cóncavas como se hacía antes: las piezas se pasaban de mano en mano, se apoyaban en la tierra, no había mesa, no tenían base plana, chata. Eran redondeadas y en medio de la base se da un golpe con una piedra o algo que permita apoyarla’ explicó.
Para el moldeado – dijo- hay «varias técnicas, la más usada aquí era a base de horma. Se prepara una placa y de la deja reposar sobre una calabaza o una cesta y una vez que adquiere cierta dureza sobre esa horma, se la levanta (se avanza) usando la técnica del chorizo, con la técnica de costura o el encintado’. Una vez que tiene la pieza «se espera que adquiera cierta dureza para poder grabarla, adherir partes como asas, nariz, oreja, à una vez que eso fraguó y llega aun estado que se conoce como «cuero’, que a la vista se parece mucho al chocolate, es el momento de bruñir’.
Hasta ese punto, pueden pasar tres días para poder empezar con el bruñido que se hace usando piedras redondeadas, cuarzos o piedra de río. A veces utiliza el cabo de una cuchara de cocina. Así, con dedicación le va sacando brillo y eso también la impermeabiliza. Luego irá al horno.
Garrido destaca que esa conexión que ella siente al aplicar una técnica tan antigua, que pudo aprender «porque sigue vigente’, porque alguien la transmitió. Y ese conocimiento de los pueblos originarios, dice, se está perdiendo. «Desde chicos se nos ha enseñado muy poco de todo lo que hubo anterior a lo hispánico y también anterior a los Incas y Huarpes, hay una historia que no nos ha sido transmitida, no sé por qué. Era gente que vivía muy amablemente con la naturaleza y muy refinada, como la Cultura Aguada y CondorHuasi, han hecho vasijas impecables, admiradas en todo el mundo’ resaltó Garrido, quien obtuvo dos veces la certificación «Identidad artesana sanjuanina’ del Mercado Artesanal y por eso participara en su stand durante la Fiesta Nacional del Sol esta semana. Además, es integrante de la Asociación Tierra nuestra, que agrupa a más de 150 artesanos y artistas locales
«De a poco se está revalorizando al artesano, pero llevará tiempo volver a valorar esa transmisión de conocimientos de generación en generación’ cerró Gabriela Garrido.