Fuente: Argentina.gob ~ La directora artística del Museo Nacional de Bellas Artes, Mariana Marchesi, seleccionó algunas joyas de las 150 obras que el Museo presenta en el Centro Cultural Kirchner. De algún modo, se trata de las más representativas de cada uno de los ejes propuestos de la muestra “Escenas contemporáneas. Recorridos por la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Arte argentino 1960-2001”, para ampliar y exhibir el gran acervo que posee el Bellas Artes.
De las más de 13.000 obras que posee el Museo Nacional de Bellas Artes (MNBA), solo el 1 % está en exhibición en su edificio de Av. del Libertador 1473 de la Ciudad de Buenos Aires. Y es en ese sentido, además de las numerosas muestras itinerantes, que se dio forma no solo a las exposiciones que se llevan adelante en la sede del MNBA de Neuquén y, recientemente, en una de las salas del Centro Cultural Borges, sino también a la exposición Escenas contemporáneas. Recorridos por la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Arte argentino 1960-2001, presentada en el Centro Cultural Kirchner.
El objetivo principal, por supuesto, es el de ampliar, exhibir y poner en circulación esa otra parte del acervo del Museo que, hasta ahora, continuaba inaccesible para el gran público por cuestiones de espacio e infraestructura.
Edificio del MNBA, en Av. del Libertador 1473 (CABA).
En el caso de Escenas contemporáneas. Recorridos por la colección del Museo Nacional de Bellas Artes. Arte argentino 1960-2001, exhibida en las salas de La Gran Lámpara del Centro Cultural Kirchner, la muestra presenta cinco ejes: “Desafiar las reglas del arte”, “Imágenes, historia, memoria”, “El devenir de la pintura”, “Abstracción. Identidad americana” y “Repensar los cuerpos”. A través de ellos, se traza un recorrido posible mediante las últimas cuatro décadas del siglo XX argentino, hasta el estallido social y político de 2001.
Antonio Berni, Sara Facio, León Ferrari, Gyula Kosice, Julio Le Parc, Marta Minujín y Luis Felipe Noé son algunos de los tantos otros artistas notables que le dieron sustancia a las artes plásticas del país. Allí aparecen con sus obras más características y reconocidas, entre pinturas, grabados, esculturas, fotografías y más.
A continuación, y sin jerarquizar la importancia de una pieza sobre otra, la directora artística del MNBA, Mariana Marchesi, comenta cinco joyas plásticas que seleccionó de las 150 exhibidas ahora en el Centro Cultural Kirchner. En su opinión, se trata de las más representativas de cada uno de los ejes propuestos de la muestra.
Diana Dowek (Ciudad de Buenos Aires, 1942)
Lo que vendrá, 1972
Óleo sobre tela, 9 módulos de 90 x 70 cm cada uno
Las pinturas realizadas por Diana Dowek entre 1972 y mediados de 1973 sintetizan la emergencia de insurrecciones urbanas que se sucedieron en el país de 1969 a 1972. Un ejemplo es el Cordobazo. La artista buscó trasladar aquel clima político y social a estas obras, donde los tonos monocromos envuelven cada pintura y transmiten la atmósfera que inundaba las barricadas cordobesas. Las vistas cenitales (aéreos) transforman el asfalto en testigo de los acontecimientos. La idea de “lo colectivo” se ubica por encima del personaje individualizado, y la escena se descompone en un relato altamente fragmentado: la confrontación de planos de tamaños muy disímiles o las líneas de la calle que, con distintas direccionalidades, hacen explotar el punto de vista absoluto y el relato de una acción principal. En los años 60, muchos artistas se valieron del uso de documentos (fotográficos y textuales), informaciones o estadísticas como instrumentos para aludir a aquellas manifestaciones de descontento social que inundaban los noticieros televisivos y las páginas de los periódicos.
Delia Cancela (Ciudad de Buenos Aires, 1940) y Pablo Mesejean (Ciudad de Buenos Aires, 1937 – París, Francia, 1986)
Modelo de Yves Saint Laurent y paisaje, 1966
Esmalte sobre tela y madera, 90 x 100 cm
Inspirados por el lenguaje del diseño, de los medios masivos de comunicación y de una cultura joven emergente en la escena internacional, la dupla Delia Cancela – Pablo Mesejean creó una imagen –para su producción y para sí mismos– que transgredió los límites entre arte y moda, y enfrentó las expectativas sociales de su época.
Como parte de una serie en la que homenajeaban a sus íconos de moda favoritos, Modelo de Yves Saint Laurent y paisaje es una pintura ensamblada, realizada con los materiales sintéticos y las líneas simples de los carteles publicitarios. El popular diseñador de alta costura Yves Saint Laurent fue uno de los impulsores del prêt-à-porter (listo para usar), una verdadera revolución democrática en el mundo de la moda. Los modelos, actrices y cantantes pop recreados por el dúo eran los íconos de una cultura popular internacional de la que se sentían partícipes y que evidenciaba cómo lo estético –otrora patrimonio exclusivo del arte culto– sucedía también en la dinámica y creatividad de la moda, la publicidad y los medios de comunicación.
Libero Badii (Arezzo, Italia, 1916 – Ciudad de Buenos Aires, 2001)
La fecunda, 1953
Hierro, 70 x 35,8 x 30 cm
En 1945 Libero Badii recorrió la América andina, donde tomó detallados apuntes de los paisajes, de la arquitectura prehispánica y colonial, y de las vestimentas y fisonomías de sus habitantes. El viaje a través de Latinoamérica resultó iluminador para muchos artistas porteños y europeos radicados en Buenos Aires, como lo era Badii. El hecho de ponerse en contacto directo con el repertorio visual de los pueblos originarios del continente distanció a estos autores de las tendencias internacionales y fomentó su búsqueda de un arte moderno de raíces americanas.
La fecunda, de 1953, marca un punto de inflexión en el desarrollo de Badii de una escultura en el cruce entre las formas del arte precolombino y el lenguaje de las vanguardias europeas de la primera mitad del siglo XX, particularmente, en la línea del inglés Henry Moore. Si bien el tema de esta obra se relaciona con su vida familiar (fue realizada durante el embarazo de su esposa, Alicia Daulte), su estructura piramidal la ancla dentro de la tradición prehispánica de la representación de las deidades de la fertilidad, tanto humana como de la tierra, y de allí, al mito del origen del mundo. Aquella que también continuaría en el arte cristiano colonial en la fórmula de la virgen-cerro.
Esta red de asociaciones a imágenes ancestrales, combinada con un proceso de abstracción que se vale de múltiples bocetos y dibujos, resulta en una figuración de connotaciones universales.
Guillermo Kuitca (Ciudad de Buenos Aires, 1961)
La consagración de la primavera, 1983
Acrílico sobre tela, 130 x 270 cm
El título de esta obra de Guillermo Kuitca (tomado del reconocido ballet con música de Igor Stravinsky) cobra relevancia cuando se tiene en cuenta el año de su ejecución: 1983. Es posible pensar, entonces, en la “primavera” política y cultural impulsada por la recuperación democrática y su momento de breve pero entusiasta consagración.
Sin dar claves demasiado precisas, la pintura refleja esa coyuntura en que el tono celebratorio se ve comprometido por un pasado de horror demasiado reciente y un futuro aún incierto. Un clima entre ingenuo y siniestro envuelve el cuadro. Pinceladas ágiles delinean las figuras, en particular las que componen la orquesta. Algunos protagonistas tocan sus instrumentos, mientras otros se hunden en el oscuro terreno pictórico, entre ellos la mujer del extremo izquierdo que, como tantos otros personajes de Kuitca, oculta su rostro.
Alejandro Kuropatwa (Ciudad de Buenos Aires, 1956-2003)
Boca con pastilla verde, 1996-2012
A mediados de los años 80, Alejandro Kuropatwa regresó a Buenos Aires tras un período de formación en los Estados Unidos y Europa. Se integró al circuito under porteño del retorno de la democracia, en el que fotografió a artistas, músicos de rock, personajes de la noche y del mundo del espectáculo.
Sin embargo, el tono de su obra cambiaría rotundamente cuando se enteró de que era portador de VIH. En 1996, presentó en la galería Ruth Benzacar la exposición Cóctel. El título aludía a las pastillas que protagonizan las fotografías exhibidas: el recién descubierto cóctel de medicamentos antivirales que había logrado frenar el avance del sida en las personas infectadas. A la vez, los múltiples significados de la palabra le permitían establecer una ironía con la denominación que se daba frecuentemente a las inauguraciones de muestras de arte.
El contrapunto irónico entre el glamoroso mundo que había frecuentado y el panorama desolador de la enfermedad queda subrayado en el tratamiento de las fotografías. El brillo y los colores saturados con los que plasmó las píldoras junto a otros objetos, o en su propia boca, son los mismos con los que solía fotografiar los productos cosméticos de la fábrica de su padre. Con gran elocuencia, estas obras de Kuropatwa trascienden lo autobiográfico para convertirse en el ácido retrato de un momento histórico preciso.
La exhibición puede visitarse en la sala La Gran Lámpara del Centro Cultural Kirchner (Sarmiento 151, CABA), de miércoles a domingos, de 14 a 20 h. La actividad es gratuita y no requiere reserva previa.