Fuente: infobae – El legado del maestro ítalo argentino de la modernidad, nacido en 1923 y para quien pintura, escultura y arquitectura formaron un único universo, se resignifica en múltiples direcciones estéticas
A cien años del nacimiento de Clorindo Testa, el 10 de diciembre de 1923, el legado de este maestro italoargentino de la modernidad se resignifica en Argentina, escenario casi exclusivo de una obra donde el arte resulta inseparable de la arquitectura y ha dejado trabajos emblemáticos como la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (hoy Monumento Histórico Nacional), el Balneario La Perla de Mar del Plata, el Centro Cívico de Santa Rosa en La Pampa o la Casa La Tumbona de Ostende.
Testa (1923-2013) nació en Nápoles por voluntad de su padre médico, un emigrante italiano que llevó a su esposa embarazada al pueblo donde él había nacido, Benevento, cerca de Nápoles, para que pariera allí a su primogénito, y a los tres meses volvió a la Argentina.
Como en su infancia le apasionaba construir barcos, quiso estudiar en la escuela de Ingeniería Naval de la Universidad de La Plata pero finalmente se graduó en la Facultad de Arquitectura y Urbanismo de la Universidad de Buenos Aires (UBA), donde fue un estudiante brillante que adoptó a Le Corbusier como referente, formó parte del equipo Austral y se asumió como arquitecto y artista al regreso de una beca para jóvenes graduados que lo había devuelto a Europa en 1949.
Además de la arquitectura, Testa cultivó la pintura, la escultura y las instalaciones artísticas
Además de ser un pintor reconocido que desde 1952 expuso infinidad de veces en muestras individuales y colectivas en museos y galerías; fue, sobre todo, un flâneur de Buenos Aires.
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El producto de una ciudad culta y apasionada de la cual tomó sus principales cualidades; un creador para quien pintura, escultura y arquitectura formaron un único universo, precursor de un imaginario aún vigente que protagonizó la segunda mitad del siglo XX en Argentina, donde la abstracción de su pintura y la expresión severa e intimista de sus dibujos dialogaba con el racionalismo y el monumentalismo brutalista de sus edificios.
Su obra, íntimamente ligada al arte, incluye hitos como la Biblioteca Nacional Mariano Moreno (Foto: Martín Rosenzveig)
El edificio de la Cámara Argentina de la Construcción, en 1951, marcó el inicio de una febril y reconocida trayectoria que lo convirtió en el arquitecto argentino que más premios logró a lo largo del siglo XX, debido a la calidad de trabajo y a la empatía que sus innovadoras propuestas tuvieron en la comunidad arquitectónica argentina.
En La Pampa sobresale un volumen de 180 metros de largo en código Le Corbusier de cuidadas proporciones, sombras y llenos y vacíos de gran ajuste plástico; en la biblioteca libera el espacio público a nivel peatonal, concentra los depósitos de libros bajo tierra y hace crecer las salas de lectura en un monumental árbol de concreto. De esa época son el modelo urbanístico de Catalinas Norte, en el barrio porteño de Retiro, y las intervenciones en los cementerios de la Chacarita y Flores, como producto de su trabajo en la municipalidad de Buenos Aires.
Actual sede central del Banco Hipotecario, construida entre 1960 y 1966 para el Banco de Londres
En los 60, el Banco de Londres en plena city financiera porteña -donde hoy funciona el Hipotecario- deviene en la mejor obra moderna de arquitectura argentina del siglo pasado y una de las mejores del mundo moderno. La esquina de Reconquista y Mitre abre potentes pórticos de concreto y una caja transparente suspendida en el espacio que encierra las funciones del banco, modernizando radicalmente la imagen tradicional de un banco y el paisaje clásico y afrancesado de ese barrio antiguo.
Multifacético y no dogmático, su intervención en el antiquísimo conjunto colonial de los monjes recoletos, en los 70, dio lugar a uno de los centros culturales públicos más dinámicos de la ciudad, haciendo popular la idea de reciclar y renovando la conciencia sobre el patrimonio arquitectónico y sus potencialidades.
Su último proyecto, el edificio de la Fundación Andreani, en La Boca, simbolizó su mirada hacia el futuro
Casado con la artista Teresa Bortagaray, fue además un coleccionista vehemente: además de los barcos que lo fascinaron desde su niñez, guardaba una importante cantidad de máscaras africanas que traía de sus viajes y obras de artistas contemporáneos, producto de su interés en el arte como creador. De Testa es la escultura, entre muchas otras, hecha con residuos recolectados en las playas de Península Valdés, Chubut, concebida como una crítica a la problemática de la acumulación de basura en el mar:
Con más de 60 años de ejercicio profesional, Testa fue autor y coautor de más de un centenar de obras de arquitectura, entre proyectos y realizaciones, que marcaron un antes y un después en la arquitectura latinoamericana, el Hospital Naval Pedro Mallo y la Ciudad Cultural Konex, son tan solo algunos de ellos.
A pesar de su interés inicial por la Ingeniería Naval, se graduó en Arquitectura en la UBA, siendo un destacado estudiante influenciado por Le Corbusier
Y si bien hasta no hace mucho su obra no parecía cabalmente reconocida a nivel más popular y global, este 2023, año Testa aniversario por partida doble (100 de su nacimiento y 10 de su muerte, el 11 de abril de 2013) fue centro de numerosos homenajes incluido el del buscador de Google, cuando el 27 de noviembre, el mismo día que en 2019 la Biblioteca Nacional fue declarada Monumento Histórico Nacional, amaneció con un doodle repasando su vida y obra.
“Lo fundamental es estar en el tiempo en que vivís”, decía el arquitecto que dejó como último legado el edificio de la Fundación Andreani frente al Riachuelo, sobre avenida Pedro de Mendoza al 1900, en el barrio porteño de La Boca, que proyectó en 2001 y el último que diseñó, de cara al futuro, sin llegar a construirlo. Eso ocurrió dos décadas después.