Fuente: La Nación – Diez artistas internacionales crearon obras a lo largo de una semana frente al público; la fiesta cultural, que termina este domingo, creció en todas las disciplinas y congregó más de 800 mil visitantes.
En una semana atravesada por las cuatro estaciones, la Bienal del Chaco es la gran fiesta de la escultura, un oasis entre los problemas endémicos de esta provincia. Comenzó con temperaturas bajo cero y termina mañana cerca de los 30 grados, y como lo hace desde hace 36 años, repitió una vez más el fenómeno de hacer del Parque 2 de Febrero un epicentro de la creación. Es la primera edición en la que una réplica exacta, gemelo digital, del David de Miguel Ángel recibe al visitante, pero está tan naturalizado aquí el arte que no es fácil llamarle la atención a los vecinos de 670 esculturas instaladas en el espacio público gracias a esta iniciativa. Al llegar, van directo a buscar las últimas novedades: la escultura que flota en el espacio, los animales de arena o la talla de una virgen para la catedral local.
Josese Eidman, presidente de la Fundación Urunday, organizadora del encuentro, tiene en la mente una lista de números récord: 14 hectáreas, más de 800.000 visitantes, más de veinte escultores trabajando, 400 artistas en cuatro escenarios propios, 60 bandas locales, 80 maestros artesanos (tallistas, ceramistas, tejedores, talabarteros, joyeros, plateros), 250 artesanos criollos e indígenas, diez comunidades aborígenes del Gran Chaco. Suceden en simultáneo el Vl Encuentro de maestros artesanos argentinos y el Vll Encuentro de Arte Indígena y Artesanía de pueblos originarios. El arte aquí tiene sentido amplio y sin distinciones.
El núcleo es la gran competencia que representa el mundial de la escultura, con diez artistas creando obras tridimensionales en metal ante los espectadores. Fueron elegidos entre de 157 postulantes de 55 países y llegaron a Chaco con el auspicio de sus gobiernos. Se pasean entre las obras delegaciones de nueve embajadas; el único competidor argentino, Luis Bernardi, ganó esta noche el premio del público y el que otorga un jurado compuesto por niños. “Esto es el resultado de un esfuerzo virtuoso entre todos los actores de la sociedad. Es una suma de voluntades. Lo mancomunado es superador de los esfuerzos individuales. Está pensado para que el artista local se ponga en diálogo con el arte internacional, y lo logramos. Esto es un certamen de naciones”, dice Eidman.
Los visitantes, que no pagan entrada, hacen preguntas técnicas, se involucran en el proceso, piden selfies y emiten su voto escaneando un QR: cada visitante es miembro del jurado. El jurado de honor está integrado por Piotr Twardowski, de Polonia; Carlos Monje, de México y Ramón Morales Rossi, de Venezuela, y entrega premios honoríficos. Los escultores son celebridades, fueron declarados visitantes ilustres y además todos tienen premio de 5000 dólares por participar y dejar su obra en la ciudad. Resuena la palabra sinergia.
Los diez escultores que forman parte del Concurso Internacional de Escultura terminaron sus obras horas antes del cierre de la competencia, que se desarrolló hoy un acto multitudinario. Tras dos ediciones dedicadas al mármol, esta vez el desafío fueron esculturas en metal. ¿Quién quiere esculpir piedra bajo la mirada del genio renacentista? (el precio del mármol, además, este año era imposible). “Variamos los materiales año tras año, para que el público conozca diferentes maneras de hacer escultura. Convocamos a los mejores”, señaló Mimo Eidman, escultora y directora ejecutiva de la Bienal.
Tuvieron ocho jornadas y comenzaron con dos unidades de chapa lisa de acero laminada en frío de proveedores locales. También se les dio una barra de hierro liso, bisagras, pernos, bujes, bulones y planchas con diseños, además de sus propias herramientas. Las obras se unirán luego al museo a cielo abierto que es esta ciudad, donde las esculturas no sufren vandalismo y son cuidadas por un equipo de mantenimiento certificado con normas IRAM ISO 9001. También está certificada la organización de la bienal y se mide la huella de carbono para mitigar el impacto ambiental.
El escultor Billy Lee de Estados Unidos terminó temprano su obra, un obelisco negro, pero se puso la máscara, encendió la máquina y comenzó a soldar en una parte de la escultura de su compañero Emrah Önal, de Turquía, para darle una mano. Bernardi empuñaba un compresor para teñir a su obra Simpleza de verde fluorescente. Butrint Morina (Kosovo) optó por un acabado oxidado para su pieza, una figura de mujer cubista. Carlos Iglesias Faura (España) se empeñó hasta último momento en lograr una geometría perfecta y quedó en el tercer puesto, según el jurado. La obra Tiempo, de Solveiga Vasileija, ganó el premio otorgado por los propios escultores y el primer puesto del “campeonato” mundial.
Anna Korver (Nueva Zelanda) hizo en metal la silueta de un avioncito de papel. La obra de Bogdam Adrian Lefter (Rumania) representa el reflejo facetado de la luna en el agua. Multiplicidad, del chileno Alejandro Mardones Guillen, ganó el segundo puesto del mundial.
En paralelo, y con mucho menos tiempo, se disputó el Premio Desafío Hierros Líder para estudiantes de arte de todo el país. En 48 horas frenéticas, 27 estudiantes de Santa Cruz, La Rioja, Jujuy, Chaco, Capital Federal, Misiones, Buenos Aires, Salta y Tucumán tallaron obras a partir de un bloque de timbó. No durmieron hasta que terminaron. Resultaron ganadores los estudiantes de la Facultad de Arte y Diseño de la Universidad Nacional de Misiones, con una obra de maderas dobladas con un humidificador creado por estudiantes de Diseño Industrial. “Es una prueba de resistencia. Vienen de lugares increíbles. Los de Santa Cruz tardaron cuatro días en llegar, pincharon dos gomas y se quedaron en el camino. Hay diferentes niveles, pero la idea es que aprendan. Todos llegaron a plantar una obra en condiciones dignas. Es una locura, un fervor”, dijo la escultora Claudia Aranovich, miembro del jurado junto con Paulina Webb y Darío Klehr.
En eI sector que ocupa el IX Encuentro de Escultores Invitados, hay atractivos habituales como los animales que el artista Alejandro Arce modela en arena todos los años, pero esta vez es posible sacarse fotos sentados en la obra y jugar con palas y baldes en un espacio para chicos. El artista Hernán Lira armó un juguete gigante con un sistema de engranajes que se puede activar: los chicos ponen remos y peces a andar. Después de años de ver talladores en mármol, madera y metal en acción, la gran novedad es la obra de Alejandro Pérez: realizada en isopor, Cono 09 se mantiene suspendida flotando con un chorro de aire. El escultor santafecino Tomás Franzoi termina con platea llena el pulido de la Virgen hecha de timbó negro que donará a la Catedral de Resistencia. Carlos Gaspar Moreyra realizó durante los dos primeros días de la semana un taller de modelado en arcilla. Para cocinar sus obras, armó un horno de barro a orillas del río Negro, en pleno predio.
“La situación es crítica en la provincia, pero sabemos lo que este evento significa para hoteles, gastronómicos y todo el ámbito del turismo”, dijo el gobernador, Leandro Zdero. La bienal tiene apoyo provincial y municipal, y muchos sponsors a través de la Ley de Mecenazgo, que funciona bien en esta provincia. En septiembre se conocerán los informes de impacto económico y ambiental que se realizan con mediciones y encuestas.
“Siempre la escultura ha sido un elemento estático. Sin embargo, hoy las esculturas se mueven, se giran, se trasladan, tienen movimientos que pueden ser reales o virtuales. Y luego, otro eje, la presencia de la tecnología que permite una relación con el espectador muy interesante”, analizó María del Carmen Magaz, teórica del arte. En la bienal se produce también pensamiento en unión con universidades, con el IV Congreso Internacional De Artes, el II Congreso Internacional De Derecho Del Arte, el Seminario de Arte, Derecho, Patrimonio y Urbanismo, cursos, charlas y talleres.
Ocurren pequeños milagros y felicidades en torno del arte. En el barrio qom de la ciudad, el artista Juan Pérez, de La Pampa, trabajó toda una noche para dejarles instalado un horno de cerámica a leña para que puedan producir más y mejores piezas. “Soy descendiente de ranqueles y unos amigos chaqueños me propusieron hacer esto. Fue un honor hacerlo”, dice. Los materiales fueron aportados por Ecom, la empresa estatal de comunicaciones. “Todos los auspiciantes buscan cómo hacer que su presencia sea un aporte. Por ejemplo, el instituto Crecer con Todos ayuda a lograr que la bienal sea accesible y además instaló un dispositivo de regulación para chicos con autismo que puedan sufrir con el exceso de estímulos”, cuenta Gaspar Gracia Daponte, director de desarrollo institucional.
Otro prodigio es la música que trae la quinta edición del Festival Filarmónico Juvenil. Es una semana de formación intensiva para músicos y un ciclo de conciertos públicos con la participación de 120 jóvenes del país junto a músicos, profesores y directores de Argentina y diferentes partes del mundo, organizado por la Fundación Pradier. “Formamos formadores y traemos conocimiento acá para que los chicos no se tengan que ir para formarse. Viene un director alemán y otro austríaco, y músicos del Teatro Colón. De Alemania nos mandaron 140 instrumentos que distribuimos entre los chicos”, dice el pianista César Pradier, oriundo de Sáenz Peña.
Hay acciones en torno de la obra de María Juana Heras Velasco en el centenario de su nacimiento. Cruces, en hierro policromado, fue realizada durante el Gran Premio de Honor en la Bienal de 1997, donde participó como artista invitada, y hoy está emplazada en el predio a pasos de las obras de Pájaro Gómez y Carlos Scannapieco. No hay escultor argentino que no tenga en Resistencia una obra.
Pero no sólo de escultura se habla. El artista Javier Acuña termina de pintar una escena del Impenetrable en acuarela y antes de colgarla en la pared de su stand lo detienen: “La compro”. “Vinimos con la intención de mostrar, pero llevamos vendidos más de treinta cuadros. Me sorprende que entre los compradores hay muchos jóvenes”, dice. Otro artista local, Germán Toloza, estuvo estos días pintando un mural en un resto-bar, Chalé. Hizo un perfil de un aguará guazú, y como le sobró tiempo, siguió con abstracciones y una frase que aplica para todo el fenómeno bienal: “Si vale la pena hacerlo, vale la pena hacerlo bien”.