Fuente: El Litoral – Pablo Guiglioni es conocido coleccionista enfocado en el arte correntino y hace bastante tiempo circula en el medio de las artes visuales y desde octubre es director del Museo de Bellas Artes de Corrientes “Juan Ramón Vidal”.
Una de sus primeras acciones fue la decisión de inaugurar junto a la presidenta del Instituto de Cultura, Beatriz Kunin, el 19 pasado, la Muestra Estable de Arte Correntino en el Museo y nombrar a ese espacio Marcelo Daniel Fernández. Valoramos esta decisión porque Fernández es una persona destacada en nuestro medio por sus contribuciones al registro e investigaciones del arte correntino desde el siglo XIX al XX.
En su imprescindible trabajo “Los fundadores de las artes plásticas en Corrientes”, editado por Moglia, Fernández estudia a los artistas y formadores del siglo XX, pero señala como precursores del siglo XIX a: Manuel Pablo Núñez de Ibarra, José Fonteneau, José Dumas, José Hidalgo, Marcial Ruiz, Francisco Pinaroli, Manuel Sábat, Pedro José González, Roberto Gersbach, Wolfgang Scheller y Adolfo Mors.
Con gran acierto, Fernández dice respecto al siglo XX que “fundar también es edificar. Sin duda, la actual plástica correntina cuenta con un basamento conformado por el aporte de diversas personalidades artísticas que se fueron sucediendo a lo largo de este siglo; estas, a diferencia de las figuras del siglo anterior, exhibían un grado de preparación académica similar. Por lo cual, es a partir del advenimiento de artistas formados en escuelas europeas que se empieza a suplantar o relegar a quienes enseñaban por simple afición, en los primeros años de 1900, cuando el incipiente ambiente cultural comarcal inicia su verdadero despertar artístico plástico, notoriamente rezagado con respecto a los tiempos que vivían los centros más importantes del país.”
En este marco, recuerda con justicia a los primeros artistas formadores, como Adolfo Mors, Roberto Gersbach y Wolfgang Scheller, activos en el siglo XIX y en el siglo XX.
Guiglioni, al abrir la sala de arte correntino y nombrarla “Marcelo Fernández”, pone en valor lo propio, lo identitario, manifestado no solo en las obras, sino también en los trabajos de investigación llevados a cabo durante muchos años por el intelectual correntino que fue académico G delegado de Bellas Artes de Argentina. En la conversación, Guiglioni da algunas pistas sobre qué tipo de gestión llevará adelante en el museo.
¿Desde cuándo estás a cargo del museo?
Hace poquito, el 1 de octubre tomé la rienda de esta casa con mucha emoción, porque es un lugar al cual voy hace bastante tiempo. Además, desde los 16 años colecciono arte enfocado más que nada en arte correntino y, por supuesto, también en arte chaqueño. Lentamente voy comprando algo nacional, pero lo principal de mi colección es el arte de Corrientes.
¿Qué viene para el museo? ¿Cuál es tu idea de museo?
Si bien hace mucho tiempo la gestión de Luis Bogado llevó adelante la idea de un museo abierto al mayor público posible, con el ciclo de cine todos los viernes y los jueves, por lo general, hay ciclos de música, trabajando la idea de ofrecer diferentes tipos de artes, no solamente las artes plásticas o escultóricas. Nosotros pensamos en hacer visitas guiadas a la siesta, ampliando las posibilidades de acceso. Desde hace dos semanas, hacemos visitas guiadas que arrancan a las 14 horas, incorporando un público más amplio. Quiero señalar que fue un acierto de Alina Portela, que es una de las colaboradoras del museo.
Hablame del edificio. ¿Qué propones en este aspecto?
Tenemos que ser conscientes de que el museo ya es chico. Recordemos que es una casa de la familia de Juan Ramón Vidal y de Eloísa Torrent. Una donación con dos cargos: el primero es que llevase el nombre del marido (porque la donación la realiza Eloísa) y el otro cargo fue que se conservase tal cual la biblioteca del gobernador y también la biblioteca de ella. Por mucho tiempo ese lugar fue el despacho del director y me parecía un desperdicio que una de las bibliotecas más lindas de la ciudad no esté abierta al público. Pasaba lo mismo con una de las salas que se usaba solo para conferencias, que tiene revestimientos de madera y un techo de madera tallada. Realmente es una joyita, pero estaba cerrada. Entonces decidimos que ya no sea el despacho del director, sino que sea una sala más de exposición. Estas salas dan cuenta de la casa de un gobernador y nos ayudan a pensar cómo eran esas personas y qué tipo de biblioteca tenían. Por lo tanto, habla de personas, no solamente de poder político o económico, sino también de cultura. Una cultura muy importante, realmente. Así que ahora la biblioteca se puede visitar; está abierta.
¿También la sala de conferencias?
Lo mismo sucede con la sala Eloísa, que antes se mantenía cerrada. Se abría solo cuando había conferencias o música; ahora está abierta al público. Hay algunas obras que están exhibidas allí, por ejemplo: José Negro, Balerini y Gustavo Mendoza. Esa sala está en el frente del patio. Es hermosa por su parquet, la boiserie y una chimenea de mármol impresionante.
Un cambio de lo cerrado a lo abierto. ¿Y dónde está tu oficina?
En todos lados, porque yo creo que en el museo uno tiene que estar atento a lo que va pasando. No hace falta estar sentado. Ahora no hay una oficina del director.
¿En qué consistió el reconocimiento a Marcelo Fernández y por qué?
Una de las ideas que tuve, y lo hablé con todo el personal del museo porque es importantísima la opinión de todos los que están hace muchos años allí, es que me parecía que faltaba una sala de arte correntino permanente. También escuché a muchos turistas preguntar: “¿qué hay de arte correntino?”. A veces tenían la suerte de coincidir con una muestra temporal de un artista correntino; si no, a lo sumo estaban exhibidas dos obras: el “Curupicaí” de José Negro y “Mañana de junio” de Balerini. Entonces, la idea es que, cuando uno entra al museo, a la mano derecha siga estando la Sala Adolfo Mors, que alberga el legado Bunge, con las obras más importantes de los precursores del arte argentino, y a la mano izquierda, en la sala que hasta ahora se llamaba Sala Verde, donde están las obras de patrimonio del museo de los maestros del arte correntino. Esto permite que uno pueda tener una visión del arte cronológicamente ordenada. Para armar esta muestra nos basamos en el libro de Marcelo Fernández, “Los fundadores de las artes plásticas en Corrientes”. Entonces, ¿qué mejor que ponerle el nombre de Marcelo Daniel Fernández a esa sala que va a contar la historia del arte de la provincia?
¿Quiénes van a estar ahí, por ejemplo?
Lamentablemente, el museo no cuenta con obras de José Fonteneau, considerado el primer artista en Corrientes, y recordemos que a él también le debemos el inicio del primer Teatro Vera.
¿Se lo señala como el precursor?
Sí, se le reconoce como el primer artista plástico que estuvo en Corrientes. Luego, Marcelo Fernández menciona a muchos otros artistas, como Gervasch, Scheller y Mors, por ejemplo. El museo tiene una sola obra de Fonteneau, que es un óleo titulado “Cabeza de un árabe.” Estamos hablando con el Instituto Josefina Contte para ver si nos pueden prestar alguna obra de Fonteneau.
Un trabajo de estudio y gestión.
Es un trabajo muy bonito. Estamos colaborando con Jennifer Pared, la museóloga del Bellas Artes, y ya tenemos casi 29 obras. Realmente fue emocionante verlas, sobre todo porque hay muchos artistas vivos como Chela Gómez Morilla, Norma Caponcelli, José Mizdrahi, Ofelia Fisman y Catalina Chervin. Nos tomamos el atrevimiento de ampliar un poco esa lista, aunque la sala es más bien pequeña.
La sala es chica.
Sí, estamos buscando la manera de colocar todas las obras juntas. Van a estar presentes artistas como Negro, Ballerini y Mors. Justa Díaz de Vivar, la primera artista mujer en Corrientes, Pinaroli y Sabat, los grandes retratistas del interior. También estarán Juan Carlos Soto, Miguel Niella, Luis Llarens y Mabel Vilchez.
¿Y el año que viene?
La idea para el año que viene es tener sponsors en el museo, ya que no podemos olvidar que la ayuda privada es fundamental en estas instituciones. La mayoría de los museos se crean gracias a donaciones de colecciones privadas, y nuestro museo es el mejor ejemplo de esto. Recordemos la Casa Eloísa Torrent de Vidal. La primera colección Bunge se logró gracias a una donación de Félix Bunge y Born, uno de los hombres más ricos del siglo XX en Argentina. Esto fue posible gracias a la excelente gestión del director en su momento, Víctor Manuel Claver Gallino, ya que con los fondos disponibles sólo se podían comprar dos obras, pero, gracias a su buena administración, se adquirieron 38. Por lo tanto, debemos recordar que el apoyo privado es fundamental, así como también una buena administración pública.
La última es una pregunta personal. ¿Por qué empezaste a coleccionar?
Comencé a coleccionar monedas y billetes a los 13 años. Mi abuelo materno, Guillermo Pons, que era cordobés, coleccionaba. Cuando él falleció, me quedé con su colección. Así fue como empecé a comprar monedas, a pedir y a molestar a familiares y a padres de amigos que viajaban. Pronto me di cuenta de que iba a tener una buena colección, pero estaba guardada en cajones cerrados y dentro de carpetas. Entonces, decidí que necesitaba tener algo que pudiera disfrutar todos los días. Un día, con mi familia, fuimos a la muestra de la Cooperadora del Hospital-Escuela, Cooperarte, que realizan cada año. Tenía 16 años y vi un óleo de Carlos Longa titulado “La Capilla de Santa Ana,” con un pequeño lspalachito en el fondo, así que le dije a mis padres que teníamos que comprarlo. Ellos me hicieron caso y lo compramos. Posteriormente, en el Colegio Pío XI, nos llevaron al Museo de Bellas Artes, donde exponen obras de Chela Gómez Morilla en celebración de sus 80 años, con una muestra llamada “Viva la Vida.” Como me gusta mucho el chamamé, había dos óleos, pequeños en formato, de un trío y un cuarteto tocando chamamé. Entonces, una vez más, llevé a mi madre un sábado por la mañana, después de ir a desayunar, y le dije: “tenemos que comprar esta obra.” Nuevamente, me hicieron caso y compramos.
Pasó un tiempo y, después de una Navidad, se me ocurrió regalar algo a mi familia. Era una Navidad triste porque había fallecido mi abuelo correntino a fines de octubre, así que decidí hacer una caricatura de mi familia con Sorbellini (la primera vez que Sorbellini hizo una caricatura de una familia entera). En realidad, hizo dos: una de los Pons, la familia de mi madre, y otra de los Guiglioni, la familia de mi padre. Así comenzó mi interés por el arte.
Siempre el problema del coleccionista es el espacio.
Esa es una gran pregunta. En realidad, el coleccionista no piensa en el espacio. Se enamora de una obra, pregunta cómo puede pagar. En mi caso, siempre necesité facilidad de pago; muchas veces, hasta amigos me han prestado dinero. Agradezco mucho el apoyo que siempre he recibido de mi familia y mis amigos. Hace unos días devolví la última plata a un amigo que me prestó para comprar una obra en Buenos Aires. Después uno encuentra el lugar. Los grandes coleccionistas en Buenos Aires tienen depósitos para almacenar sus obras. Yo trato de exhibirlas todas en mi casa, en el estudio, en el departamento de mi papá, en el quincho; es decir, buscamos la forma de tenerlas visibles. Sin duda, es fundamental apoyar al arte y a los artistas. Hay que comprar.
Es importante romper ese mito y preguntar: “¿cómo te puedo pagar?”
Por supuesto. Y el artista te dice dos o tres veces, “listo.” Y así se establece un acuerdo de honor. Es lo que todos hacemos, me parece. Hay que perder el miedo, porque yo jamás tuve todo el dinero para comprar una obra. Siempre fue gracias a la flexibilidad en la forma de pago, y si hay que hacerlo en cuotas, se hace. Soy escribano y me pagan una escritura en cuotas, y yo también lo hago sin problemas con los artistas.
¿Cuándo es la feria de la Asociación Amigos del Museo?
La feria comenzará el 10 de diciembre, con la inauguración del Pesebre Correntino de Stella Maris Folguera y habrá música en vivo con Pablo del Valle y Ariel Fernández Gauto.