Fuente: Copyright Clarín by Verónica Abdala ~ El campo del arte asiste a un momento transformador, en el que las categorías y teorías se resignifican. En nuevos formatos virtuales, las obras se replican con alcance inédito: un escenario que habilita nuevas preguntas.
Las nuevas tecnologías expanden las audiencias del arte – a nivel global y con alcances remotos- y vemos a su vez cómo las obras se reproducen en nuevos formatos digitales y virtuales: se trata de un nuevo paradigma, que revoluciona un campo que durante siglos se mantuvo estable, pero que ahora vive un momento transformador.
Dos ejemplos bien gráficos, que se difundieron en estos días: el Guernica (1937) de Pablo Picasso tuvo su réplica virtual en altísima definición en Tokio, y fue exhibido en pantalla gigante a escala casi idéntica a la del original, expuesto en Madrid (integró hasta este domingo la muestra Llega Picasso, en Japón).
¿Puede pensarse el aura disociada ahora de la materialidad de las obras? ¿Es válida la noción del «aura digital»?
En paralelo, un laboratorio de arte digital inauguraba esta semana un museo en el Metaverso: esto es, un espacio virtual en el que «se exhiben» las obras -en este caso, réplicas digitales de piezas de artistas latinoamericanos- y que los navegantes pueden observar paseando con su propio avatar en el ciberespacio.
De a poco, empezamos a familiarizarnos también el criptoarte, validado por los token no fungibles (NFTs, por su sigla en inglés), que otorgan validez a la propiedad de obras digitales y garantizan su autenticidad, a través de un sistema que lo preserva y lo vuelve irreplicable. Así, los NFTs inauguran también nuevos modos de comerciar el arte y hasta una nueva forma de coleccionismo.
¿Qué hubiera pensado, de haber asistido a este escenario, Walter Benjamin, autor del célebre ensayo El arte en la época de su reproductibilidad técnica, que postulaba que si bien las obras pueden reproducirse, sus copias carecen de «aura»? Asociaba ese concepto a «el aquí y ahora» de la obra, ligado a cierta noción de sacralidad.
¿Puede pensarse el aura disociada ahora de la materialidad de las obras? ¿Es válida la noción del «aura digital»?
Hay quienes sostienen que sí, desde el momento en que existe una fórmula única, encriptada en el espacio virtual e incorruptible: el aura entendida como vehículo de ideas y emociones, y que se replica con un alcance inédito.
La revolución del arte habilita nuevas preguntas y nos desafía renovar las ideas.