Fuente: Ámbito – Alejandra Cesaro y su maestro, Eduardo Cetner, coinciden en esta exposición conjunta, que es disímil en el estilo pero común en la pasión de ambos por las artes.
Se sabe que la pintura abstracta surgió en distintos lugares de Europa entre 1910 y el comienzo de la Primera Guerra Mundial. El artista alemán Adolf Hoezel (1853-1934) pertenece a la misma generación de Van Gogh pero sólo se incorporará a los pintores modernos después de iniciado el nuevo siglo. Fue un pintor realista de cuadros de género hasta que concentró su atención sólo en los recursos plásticos que crean en el plano del cuadro “un mundo aparte”. Llegó así a la pintura absoluta, liberada del objeto.
Otro grande del arte, considerado padre del arte abstracto, fue Wassily Kandinsky ( Moscú,1866- Francia, 1944) que desarrolló su teoría a fines del siglo XIX. Prescindió de referencias, prevalecía una idea por sobre la figuración de la realidad, no representó formas concretas reconocibles y propuso un lenguaje puro al romper normas y tratar de llegar al público desde la intuición y pensamientos libres. Fue la gran aventura del arte moderno y entre sus postulados era preciso que cada imagen le quitara algo a la realidad del mundo, era preciso que en cada imagen algo desapareciera.
Esta introducción es útil para la obra que Alejandra Cesaro expone actualmente en Rubbers, enfocada principalmente en el tratamiento del color. Esta artista que pasó por distintas etapas, paisajes, rostros, fondos abstractos, manchas, hasta llegar a esta serie donde se concentra en el monocromatismo de azules, verdes, rojos, y sus matices con el propósito de no abarrotar la imagen.
Evita así la incorporación de muchos elementos siguiendo esos sagrados principios kandiskianos: el efecto psíquico de las formas y colores en quien contempla y que se traducirá “entre usted en el cuadro, déjese llevar, decida cómo quiere que ese cuadro sea”, como leímos en una ocasión en un catálogo de una muestra en Madrid en 2015, un paseo inolvidable por cien obras provenientes del Pompidou.
Nacida en Buenos Aires, Cesaro estudió pintura al óleo con Eduardo Cetner, realizó diversas exposiciones en Paraguay, Miami, New York, Los Angeles y por supuesto en Ala rgentina , varias de ellas, organizadas por Galería Rubbers. Exhibe conjuntamente en una muestra titulada “Pinturas Paralelas” con su maestro Cetner. ¿Por qué ese título? Nunca se cruzan ni se acercan ni llegan a tocarse en ningún punto, ni siquiera en las prolongaciones. Quizás los une la pasión por la pintura, en ese punto coinciden.
Eduardo Cetner
Nacido en Buenos Aires en 1956, Cetner estudió pintura en Francia y España hasta 2006, que regresó a la Argentina. Conocimos su obra cuando pintó una serie sobre los inmigrantes en colores sepias, intensos amarronados característicos de los daguerrotipos, moda del siglo XIX y comienzos del XX. Un excelente manejo del óleo, composición realista.
Posteriormente comenzó a despojar los espacios de figuras para dar lugar al que refleja el cielo que se convierte en protagonista, la cámara fotográfica se convierte en una de filmación en las que capta situaciones insólitas. De ese sepia y ligeros cielos pasó al blanco impoluto en las vestimentas , de las nubes a un paisaje desértico, desolado , con pocas figuras, patinadores en el hielo, desparramados en la bajante del mar, inspirado por momentos en escenas decimonónicas.
También abrevó en el cine y la literatura, por ejemplo en «Metrópolis», de Fritz Lang,, “El velo pintado” de John Curran, “El Amante” de Annaud , inspirado en Marguerite Duras. Después de “La gran bajante”, una serie sobre el río en retirada como podía verse en litografías de la época colonial, escenarios donde suceden cosas pero Cetner no busca sino perfeccionar la búsqueda pictórica.
Quizás un objetivo pasado de moda en el que el arte se ha convertido en espectáculo, pero Cetner, contra la corriente, cree todavía en aquello de la trascendencia estética. Impera en su obra un aire nostálgico, de elegantes figuras, músicos de jazz. Nunca mostró una serie negra. En algún momento dio un giro: pintó un Batman obeso, un cocinero que mira con lástima a un tomate, una gorda al estilo Botero. Pero eso ya pasó y volvió por sus fueros.
Recordamos al crítico de arte Fermín Fevre quien señaló que “es uno de los artistas que desde la pintura intentan esa acción comunicativa de ampliar la percepción y recuperar esa condición intuitiva del arte”. Pensamos en Jean Baudrillard, que se preguntó si había espacio para una imagen, para un enigma, para recobrar algo de una ilusión estética, desaparecida, y que sería importante recobrar.
(Clausura el 31 de mayo. Lunes a viernes de 12 a 18. Av. Alvear 1640 Planta baja)