Fuente: Clarín ~ El 54avo Congreso de la Asociación Internacional de Críticos de Arte planteó, en una edición entre Buenos Aires y Santiago de Chile, los nuevos desafíos de la disciplina.
Dos encuentros realizados en Buenos Aires durante el último mes señalan la necesidad de poner en crisis el concepto de crítica de arte en vínculo con las artes plásticas, y también el imperativo por tratar temas urgentes relacionados con ella. El 54avo Congreso de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, que se llevó a cabo entre Buenos Aires y Santiago de Chile en diferentes instituciones. Todo indica que no se realizaba una iniciativa similar desde las conocidas Jornadas de la crítica de Jorge Glusberg en la década de 1980; un evento que coincidió con el IV Lab de escritura y crítica de arte en el MACBA porteño.
Ambos abordaron el asunto de cómo definir ese campo de ejercicio reflexivo que es la crítica, específicamente en cuanto ejercicio escritural; si aún persiste algo de ese antiguo modelo original concertado durante la Modernidad; cómo las vanguardias artísticas y luego la Posmodernidad redefinió su concepto una y otra vez; cómo el siglo XXI volvió a moverlo todo, como un terremoto, a través del surgimiento de nuevas y diferentes tecnologías que fueron cambiando formatos, circulación, narrativas y públicos; cuántos tipos de escritura sobre arte y de crítica de arte existen en la actualidad (observando a la escritura periodística informativa sobre arte como relacionada con la crítica pero no como tal). Pero también cómo es necesario escribir contemplando las perspectivas decoloniales, los desplazamientos de los migrantes, las urgencias ambientales y la observación analítico-crítica de los llamados “centros de poder”, así como los diversos movimientos sociales y activismos (el Congreso hizo foco especialmente en los discursos feministas y de las alteridades); si es necesario plantearse preguntas en torno a la ética de la práctica, y en ese caso, cuáles. La sección chilena del 54avo Congreso de la Asociación Internacional de Críticos de Arte.
Es evidente que seguir llamando crítica de arte, en un sentido estricto, al inmenso grupo de producciones intelectuales, textuales, narrativas, discursivas relacionadas con una reflexión crítica acerca de las producciones artísticas, los sistemas de arte y la realidad —analizada ésta desde la perspectiva de diversas disciplinas, sobre todo desde la historia del arte—, ya no tiene sentido. Quizás debería observarse a la definición cerrada y estricta de “crítica de arte” como un canon epocal. Seguir pensando que una crítica debe “criticar” (ejercicio vinculado con el establecimiento de un juicio extremo y con las antiguas ideas de Kant, fundamentales pero con necesidad de remasterización, de seguir agitándolas siempre en busca de nuevas perspectivas) resulta anacrónico: estaba muy bien para el siglo XVIII, pero ya no.
Eso que hoy se percibe como “crítica de arte”, ni tiene como objetivo ya “criticar”, ni necesariamente se define como tal: las producciones circundantes indican que existen numerosas maneras de realizar “crítica de arte”, y todas son válidas, siempre que se respeten los derechos humanos, incluidos los derechos humanos digitales. La gran historiadora y socióloga feminista Dora Barrancos —quien realizó la conferencia inaugural del Congreso—, señaló en ese momento que, sin dudas, el ejercicio actual de la crítica de arte se vincula con la erudición y, desde fines del siglo XIX hasta la actualidad, se relaciona también con el papel fundamental que desempeñaron las mujeres en esta práctica. “Las mujeres pudieron crecer en el campo de la crítica de arte simplemente porque a los hombres no les interesó crecer allí, dado que no puede obtenerse mediante esa práctica poder económico”, comentó Barrancos. También detalló la especialista que durante el siglo XIX —cuando el ejercicio de la lectoescritura se amplió—, era mejor para los hombres burgueses mantener a las mujeres en la casa; por eso le compraban a sus parejas un piano —las mantenía dentro de los límites domésticos, ocupadas en aprender a tocarlo—, o bien tinta y papel. He aquí, entonces, una oportunidad de libertad: tinta y papel. “Toda relación de género es una relación de poder. Toda relación humana es una relación de poder. Y la crítica de arte no es el espacio en donde mayor poder puede obtenerse”, declaró Barrancos. Por eso las mujeres pudieron ocuparlo. “A la mayoría de los hombres realmente no les interesó”. La crítica sigue siendo discriminada muchas veces aún hoy en día, detalló, como una “producción femenina”.
Por supuesto que la crítica de arte es también política, señaló Barrancos: es esa malla societal en la que obran valores, conclusiones, que refundan las relaciones sociales.
“Ya no sabemos lo que hoy es el arte”, comentó en el Congresp el curador y escritor norteamericano Dan Cameron (profesor en la School of Visual Arts de Nueva York, excurador del New Museum de Nueva York y de Next Wave Visual Arts, en esa ciudad. Y agregó que hoy, quizás, la crítica de arte debiera abordar temas vinculados con los desequilibrios causados por el mercado y los objetos producidos como mercancías, específicamente las obras de arte producidas como mercancías.
La relación entre el trabajo curatorial crítico y la producción de escritos críticos sobre arte surgió cada día de los encuentros, señalando su naturaleza distinta pero complementaria, y su convivencia cercana. La necesidad mejorar los derechos para los profesionales especializados fue otro de los temas destacados. El respeto por el trabajo de los críticos de arte en los diferentes ámbitos laborales, ya sean universidades, medios, empresas privadas, internet, también se trató.
Mientras que el tema fundamental del IV Lab de escritura y crítica de arte fue la puesta en valor de importantes agentes del campo, tales como las revistas Ramona y Jennifer y el Centro Virtual de Arte Argentino, así como el análisis de la producción textual de Luis Felipe “Yuyo” Noé, quien trabajó como crítico de arte cuando joven, sobre quien escribe estas líneas presentó una exposición. En cambio, en el Congreso —que se desarrolló en Fundación Proa, la UNTREF, la Asociación de Amigos del Museo Nacional de Bellas Artes, el museo Fortabat y ArtHaus—, los temas tratados fueron bien variados, amplios, de gran foco. Abarcativos.
Faltan más capítulos sobre estos encuentros, necesarios en cuanto análisis y revisión de las condiciones de producción de la crítica en los nuevos contextos. También resulta necesario poder incluir voces especializadas provenientes de la academia, especialmente de aquellas universidades que largamente vienen analizando los discursos de la crítica de arte, como por ejemplo la Universidad Nacional de las Artes (UNA).
Un panel con grandes nombres
Participaron como ponentes del 54avo Congreso de la Asociación Internacional de Críticos de Arte en Argentina, la Dra. Dora Barrancos, Lisbeth Rebollo Gonçalves (Brasil, presidenta AICA), Jovana Stokic (Serbia-NY), Anna Tolstova (Rusia), Sofía Ciel (Noruega), Ticio Escobar (Paraguay), Dan Cameron (EEUU), María Isabel Tejeda (España), Peio Aguirre (España), Caue Alves (Brasil), y los argentinos Mariana Marchessi, Diana Wechsler, María Cristina Rossi, Graciela Speranza, Cecilia Jaime, Rosario García Martínez, Sonia Gugoji, Fernanda Mujica, María Laura Rosa, Francisco Lemus, Nancy Rojas, Gabriel Palumbo, Noemí Aira, Andrés Duprat, Fernando Farina y Florencia Battiti (ambos presiden la AACA).
Ana María Battistozzi, Adriana Lauría y Teresa Constantin cerraron el encuentro. Dos premios especiales fueron otorgados durante el Congreso. Graciela Taquini recibió la medalla de la UBA-Artes, y Ana María Battistozzi fue reconocída con el Premio de la AICA-Argentina-, ambas por sus trayectorias. Mientras que del IV Lab de escritura y crítica de arte participaron los argentinos Gustavo Bruzzone, Eugenia Garay Basualdo, Marios Scorzelli, Laura Casanovas, Xil Buffone y Adriana Lauría.