Oscar Bony fue un pionero en el arte sobre la violencia

Fuente: Ámbito – En la muestra «El pensamiento es productor de materia» se vuelve sobre las obras «baleadas» que realizaba hace más de 30 años, y que hoy en EE.UU. se «descubren» como novedad en artistas como Cattelan o James.

Hace poco, la revista The New Yorker se refería a Mauricio Cattelan (Padua, 1960), a propósito de en una muestra individual en la neoyorkina galería Gagosian. Allí presentó paneles de acero inoxidable bañado en oro 24 K agujereados por alrededor de 20.000 balas: la obra se titulaba “Sunday”, y él explicó que quería demostrar lo que era la violencia.

Ese mismo día, en otra galería de Nueva York, el británico-estadounidense Anthony James inauguraba “Shots fired”, disparos, en acero pulido con marcas de balas.

Es posible que ninguno de los dos haya oído hablar del argentino Oscar Bony, que hace más de 30 años hacía lo mismo sobre planchas de plomo y vidrios.

Oscar Bony (Posadas, 1941- Buenos Aires, 2002) siempre se consideró autodidacta pero también frecuentó los talleres de Urruchúa, Castagnino y fue ayudante de Berni. En las épocas doradas de la calle Florida se lo podía encontrar en el Bar Moderno junto a Santantonín, Pablo Suárez, Emilio Renart, Ricardo Carreira, flor y nata de los vanguardistas.

Casi siempre se lo recuerda por “La familia obrera”, que marcaría un conceptualismo político, que exhibió en vivo con motivo de la muestra “Experiencias 68”, criticada, censurada; un momento de gran crisis social y económica con la que se despidió del Di Tella, junto a otros artistas que destruyeron sus obras arrojándolas a la calle Florida.

Bony abandonó el arte por un largo período y se dedicó a la fotografía para grupos de rock, entre ellos, Almendra, Arco Iris, Manal. Al volver al arte realizó cielos con nubes, sufrió acoso policial por sus fotografías eróticas y desnudos explícitos, y entre 1977 y 1989 se exilió en Italia.

Actualmente se exhibe en Galería Cosmocosa “El pensamiento es productor de materia” con obras poco conocidas o nunca expuestas realizadas entre 1993 y poco antes de su fallecimiento.

La primera vez que mostró su serie de trabajos baleados, “Obras de amor y violencia”, fue en 1993 en el subsuelo de Filo, galería dirigida por Alvaro Castagnino. Utilizó soportes diversos: vidrios, papeles, placas de plomo, algunas con marcos de madera, molduras de yeso y patinados.

A propósito de los balazos, es en sus palabras: “la manifestación de un juicio. Y ese juicio es necesario para entender la realidad. Es decir, en una sociedad que se descompone, en un fin de siglo que llega demasiado rápido, me parece necesario terminar con lo posmoderno, terminar con lo light” (de una entrevista con Federico Klemm, cuando expuso en su espacio “Fusilamientos y suicidios”.

Bony desnuda su mirada sobre el arte y el presente, “con toda la violencia que ha generado este país, tiene que ver con lo que hago”.

Admiraba a Lucio Fontana y sus tajos, que Bony vinculaba con el horizonte pampeano pero vertical. Un acto disruptivo de Fontana, un gesto destructivo así como las balas de Bony sobre el vidrio.

También admiraba a Alberto Greco con su desacralización del arte, al utilizar orina como si fuera el efecto de lluvia sobre chapas o madera, una suerte de comunión con el informalismo.

Esto se evidencia en las obras ovaladas cuyos vidrios también fueron baleados. Entre las rarezas hay una mariposa pinchada con un alfiler que tituló “El pensamiento”. Están también cielos con nubes y una obra de 1993, una pequeña ventana, baleada y quemada. Recordamos sus obras baleadas exhibidas en Smart Gallery, ahora “Tramo”, en el marco de una muestra “La casa invita” en la que también había una inmensa flor a la manera de Georgia O’Keefe.

Su obra ha sido exhibida internacionalmente, no solamente en Nueva York sino en Zurich, Frankfurt, Milán, San Pablo, Porto Alegre, y también la inolvidable muestra bajo la curaduría de Marcelo Pacheco en el MALBA “Oscar Bony, el mago: obras 1965-2001”.

El texto curatorial de Amparo Díscoli comienza con una suerte de credo de Bony de 1999: “Yo creo que el arte tiene que ver con la filosofía/ Yo creo que el arte tiene que ver con la religión/Yo creo que el arte tiene que ver con la política/Yo creo que el arte tiene que ser transparente/Eso es lo que yo creo”.

(Cosmocosa: Montevideo 1430 Planta baja.)

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