Fuente: Rio Negro ~ La artista Pabla Arias cuenta la experiencia neuquina de la Agrupación de Mujeres Muralistas Argentinas, el colectivo que visibiliza las desigualdades laborales en el arte hecho en las calles.
¿Dónde están las muralistas? La pregunta de artista neuquina Pabla Arias fue la misma que se hicieron otras artistas en otros lugares del país. Porque las muralistas estaban. Eran muchas y muy creativas. Pero, como en casi todo, estaban invisibilizadas por una abrumadora desigualdad de género.
De esta invisibilidad evidente y como respuesta a aquella pregunta de Pabla y de muchas artistas muralistas surgió AMMURA, (Agrupación de Mujeres Muralistas de Argentina), un colectivo que, como suele suceder, evidenció la invisibilidad de las mujeres muralistas para luego dar toda la visibilidad posible: y allí estaban (porque estaba), muchas y muy creativas.
AMMURA, que surgió como iniciativa para defender derechos laborales de las mujeres muralistas en Argentina desde una perspectiva de género y como un espacio para debatir acerca del lugar femenino en el mundo laboral del arte mural, su precarización laboral, los honorarios diferenciales y la desigual elección entre varones y mujeres para participar en festivales artísticos y proyectos estatales.
Surgida en Buenos Aires a mediados de 2018, su réplica federal sucedió ese año en Rosario, donde tomó impulso la Pintada Federal: cada diciembre, cientos de mujeres pintando al mismo tiempo muros de todo el país.
El llamado tuvo eco en Neuquén en Pabla Arias. Conocida artísticamente como Miss Ojos, Pabla para entonces llevaba más de diez años como artista urbana interviniendo paredes neuquinas. “Era la única mujer”, destaca en un diálogo con Río Negro.
“Yo estudié cine en el IUPA, me interesé por la parte de animación que tiene mucho dibujo. Yo empecé a liberarme en cuanto a la ilustración y de ahí conecté con el mural. Me considero una ilustradora que aplico la ilustración en diferentes formatos, uno de ellos es el mural”.
Como ilustradora, iba a exponer sus trabajos a ferias con láminas y stickers. “Alguna vez alguien vio eso y me invitó a ilustrar la tapa de un disco. Después, viendo que había pintado un mural me invitaron a volver a hacerlo. Y desde entonces me empezaron a llamar para seguir pintando murales”.
Desde entonces, Pabla trabaja semanalmente en alguna pared de su ciudad. Sin embargo, no se considera una muralista en el sentido estricto de la palabra. “El muralismo está relacionado a la escuela de bellas artes, es una disciplina en sí misma. Yo estudié cine y me hice en la calle por eso me considero una artista urbana”, afirma.
Pabla recuerda que a la primera convocatoria federal de AMMURA, en diciembre de 2018, respondieron solo dos artistas en Neuquén, de las cuales ella era una. Tres años después, fueron diez artistas quienes desplegaron su arte en los muros del CDI Ruca Cayun, del barrio Villa Ceferino. Bajo el lema “El agua es vida”, el colectivo se hizo eco de una problemática que atraviesa la región. “No solo pintamos murales, sino que también generamos contenidos para las causas sociales”, remarca.
Este año, cada lugar elegía su lema y en Neuquén elegimos el agua. Para convocatorias anteriores, Pabla se había encargado personalmente de convocar a las artistas. Este año no llamó a ninguna porque no fue necesario: el impulso ya estaba generado. “Fuimos diez, hubo caras nuevas, estuvo buenísimo lo que pasó”.
Visibilizadas y activas, las artistas neuquinas van por más porque como dice Pabla: “Son inagotables los espacios a pintar”. Tanto como la necesidad social de contar sus problemáticas e inquietudes a través del arte.