Las mil maneras de ser Marcia Schvartz

Fuente: Clarín – Una muestra sumerge al visitante en el mundo Marcia Schvartz 360°. Más de 40 años de trayectoria de la artista multipremiada, que representó al país en bienales y exposiciones de todo el mundo.Desde retratos melancólicos, instalaciones rockeras hasta cerámicas y paisajes místicos y archivos de distintas épocas.

Exasperada, en su autorretrato «Déjenme pintar» Marcia Schvartz le grita al mundo que se detenga. Pilas y pilas de facturas de AySA, Edesur o Metrogas, la sofocan a ella y su paleta de colores. La obra, que actualmente cuelga del techo en el piso más alto de W-galería, fue hecha por la artista el año pasado y se exhibe al público por primera vez en contexto de la muestra Soy otras, que abarca más de 40 años de su trayectoria y casi –sino todas– sus facetas artísticas. Hasta el 14 de septiembre, ocupará la totalidad del enorme espacio ubicado en San Telmo.

“Trabajamos con Roberto Amigo y organizamos la exposición por temáticas. Soy otras busca mostrar a todas las Marcia, de distintas épocas y disciplinas”, sugiere el actual co-director de la galería, Federico Curutchet, quien recibe junto a Schvartz a Viva para una recorrida alrededor de la muestra. Piezas de los 80 que la artista hizo al regresar al país, después del exilio en Barcelona durante la dictadura, se intercalan con otras más recientes en las distintas salas.

Un poco más atrás en la misma sala que el mencionado autorretrato está «Boquita, el origen del mal». Fiel al estilo anti establishment de la artista, esta instalación de 2019 parodia al mundo del fútbol, especialmente a los barrabravas como vehículos –o herramientas– de la política en los años 90.Marcia Schvartz, La reina del Bambo, 1982. Carta pesta, guata, tela, lentejuelas, bijuterie y zapatos, 157 x 73 x 90 cm. Foto: gentileza W—galería.Marcia Schvartz, La reina del Bambo, 1982. Carta pesta, guata, tela, lentejuelas, bijuterie y zapatos, 157 x 73 x 90 cm. Foto: gentileza W—galería.

El protagonista de la escena es un barrabrava grotesco que se masturba desnudo dentro de la cama mientras mira revistas con mujeres en tetas y escucha el mismo partido de fútbol una y otra vez desde una televisión rayada que manipula con un palo de escoba. Mauricio Macri, cuyo primer acercamiento al poder político fue la dirección del Club Atlético Boca Juniors, aparece en fotos que este tiene colgadas cual vírgenes en la pared del cuarto. Acumulados alrededor hay rollos de papel higiénico, preservativos usados, cajas con fármacos, una piedra de porro prensado, un cenicero a punto de rebalsar y un gran número de botellas.

Pinceladas desfachatadas

A solo unos pasos está «Preparándose para arteva», donde pintó sobre un cartón a una mujer que se mira en el espejo como gritando, con la cara irritada, quizás por el exceso de productos de desconocida procedencia que unas pinceladas desfachatadas delatan, lleva puestos. Los afiches de modelos de publicidades se intercalan en este baño con billetes.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí,  gentileza W—galería.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí, gentileza W—galería.

A tono con esta sátira del mundo del arte, está «Beauty & Arts», donde otra mujer se hace los pies y las manos en una peluquería mientras lee chismes de figuras de la alta sociedad argentina en revistas que Schvartz tomó del consultorio de su oculista. Así, el personaje espera que un bodoque caótico de decolorantes y pelos se convierta en la anhelada cabellera rubia de tigresa despampanante.

“Esta obra refleja el panorama de la crítica malvada o cierto sector del periodismo cultural convertido en mundo de business y relaciones públicas, que no tiene nada que ver con el mío”, sentencia.Marcia Schvartz. Preparándose para Arteva, 2011, ensamblaje. Caja de madera, impresiones a color de dólares, tarjeta black VIP, artículos de tocador y espejo, 110 x 165 x 60 cm. Foto: gentileza W—galería.Marcia Schvartz. Preparándose para Arteva, 2011, ensamblaje. Caja de madera, impresiones a color de dólares, tarjeta black VIP, artículos de tocador y espejo, 110 x 165 x 60 cm. Foto: gentileza W—galería.

Pese a que ser honesta y arriesgada le haya costado “muchos quilombos”, según cuenta, y que varios espacios artísticos –sobre todo de fines comerciales– en distintos momentos de su carrera hayan rechazado exhibir sus obras, nada alteró, afortunadamente, sus principios. O su forma de convertir a estos en ese arte fresco, descarado y rockero, que se mantiene eternamente joven. Ese que se ríe a carcajadas de los caprichos del poder y que dio, así, la vuelta al mundo, pasando por muchísimas bienales y exposiciones internacionales.

“En mis retratos siempre están melancólicos los personajes, pero no lo manejo yo”, asegura, mientras recorre la planta baja de la exposición que reúne sus retratos de distintas épocas. En los que hizo en el último tiempo, que se muestran acá por primera vez, los pintados son familiares, jóvenes alumnos de sus clases y otros de la Escuela de Arte Manuel Belgrano que hizo al visitar la institución cuando estuvo tomada por los estudiantes.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí,  gentileza W—galería.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí, gentileza W—galería.

La relación afectiva con cada uno de ellos, dice, es lo que la hace pintarlos. “No me gusta trabajar con modelos profesionales, no me pasa nada con eso”, cuenta, “me gusta cuando se crea algo con la persona, cuando hablan de la pintura, cebas un mate o lo ceban ellos y no están indiferentes, sino presentes y súper comprometidos con lo que están haciendo”.

Es una tarde de semana y en lo que va del recorrido ya la frenaron más de tres veces visitantes emocionados para saludarla y preguntarle sobre las piezas. “La gente es tan amorosa”, exclama. En el subsuelo de la sede hay obras que tienen más que ver con la naturaleza. Cerámicas con esmaltados brillantes, que hizo en su época viviendo en Tigre, y otras más opacas y terrosas inspiradas en el paisaje del norte.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí,  gentileza W—galería.Marcia Schvartz, Soy otras. Foto: Santiago Ortí, gentileza W—galería.

El norte se refleja también en una serie de cactus sedosos que hizo con algodón, por donde unas arañas aterciopeladas caminan y en los cuales mariposas seducidas se introducen y estancan. Los cactus experimentan, incluso en este piso, sus propias historias de amor apasionadas: se besan con lengua bajo la luz de la luna sobre escenarios místicos y abismales donde el tiempo parece detenido.

Los materiales que utilizó desafían la canonicidad: un norte más nocturno es evocado en cuadros hechos con lanas, que tiñó y pegó con poxiran, barro, tierra y troncos que trajo en cajas de estos territorios.

Hay obras en cada rincón de la galería, incluso en los entrepisos y camufladas con las plantas que hay en el patio. Atravesando este, una sala más pequeña con archivo exhibe, entre otros registros, un video donde ella y su hermana juegan con una de sus esculturas en la unidad básica del Abasto en el 83.

Allí se ve cómo se metían dentro de la muñeca llamada «La reina del Bambo» para bailar y cantar con la gente a la hora de la merienda, como hicieron también con la recordada «Doña Concha»; que pertenece ahora a la colección del Museo Reina Sofía de Madrid.

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