Fuente: La Nación – Para muchos artistas, este encuentro anual marca cada año un antes y un después en sus carreras; hay quienes con sus obras ingresan por primera vez al acervo de una institución o cruzan fronteras, o ganan notoriedad por la gran demanda que despierta su trabajo.
Días después del cierre de la reciente edición de arteba, el domingo último en el Centro Costa Salguero, la acción parecía lejos de haber terminado. “Estamos trabajando todavía, no doy más”, reconoció una galerista ayer, mientras seguía entregando obras y concretando operaciones. Para muchos artistas, en tanto, algo recién se iniciaba: varios pasaron a integrar los acervos de importantes museos o colecciones, de la Argentina y del exterior, o fueron noticia por la gran cantidad de obras vendidas.
Un ejemplo de este fenómeno fue Dana Ferrari, nacida en 1988, que protagonizó un solo show presentado por Grasa en la sección Utopia. Por un valor que iba de los 400 a los 3000 dólares se vendieron allí 33 de sus coloridas pinturas, que se exhibieron camufladas sobre una instalación de tela también creada por ella con tramas similares. “Todavía no se vendió, estamos en negociaciones por eso”, dijo a LA NACION Torcuato González Agote, codirector de la galería.
Otros nombres que se hicieron escuchar fueron los de Verónica Gómez, Trinidad Metz Brea y Amanda Tejo Viviani. Mientras la primera vendió 16 obras en la galería Cott, una de las cuales entró en la colección del Malba (donde también ingresaron por primera vez Anselmo Piccoli, Florencia Böhtlingk, y Manuel Brandazza), las otras dos entraron a la del Moderno. Y no sólo eso: en NN se agotaron casi de inmediato las pinturas de Tejo Viviani (varias de ellas fueron compradas por la colección Balanz,que también incorporó obras de otros seis artistas), y Valerie’s Factory vendió catorce piezas realizadas por Metz Brea, que además ingresó a la colección de la Usina Rhodia, en Quilmes.
“Es muy emocionante –dijo a LA NACION esta última, nacida en 1994 -. Siento como un gran hito pasar a ser parte de colecciones tan importantes con obras de artistas históricos y que admiro. Es un reconocimiento increíble y me pone muy feliz”. También Gómez, de 46 años, habló de felicidad y gratitud: “Creo que es la culminación de una trama virtuosa compuesta no sólo por mi obra o mi trabajo –señaló-, sino por todos aquellos que colaboran en la circulación y difusión, galería, curadoras, comité, museo, colegas… Son más de veinte años de trabajo continuado y es hermoso saber que la obra será cuidada y disfrutada”.
Otra artista que subió un escalón más en su ascendente carrera fue Julia Padilla. Artista nacida en 1991, ingresó por primera vez en la colección del Moderno (junto con las dos artistas mencionadas, además de Carrie Bencardino, Nikolai Kasak y Florencia Levy) gracias a la compra de una obra suya ofrecida en el stand de Aldo de Sousa. Como si esto fuera poco, está participando de muestras colectivas en las sedes de ambos espacios y en la flamante galería Linse, y también protagoniza hasta mediados de noviembre una individual en el Centro Cultural Recoleta.
Hasta el acervo del MAC de Salta llegaron por primera vez obras de Lucila Gradin (Cott), Clara Johnston (Remota), Ana Clara Soler (Quimera) y Santiago Gasquet (Piedras). Y hubo otras que cruzaron fronteras aún más lejanas, para ingresar en museos de Estados Unidos o Europa. Fue el caso de una pintura de Santiago García Sáenz, que partió desde Hache hacia el Guggenheim de Nueva York; otra de Alfredo Londaibere, elegida en Nora Fisch por el español Reina Sofía; una instalación de Rosario Zorraquín, seleccionada por el Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (Macba) en Isla Flotante, y otra de Verónica Meloni, exhibida en Rolf Art, que se fue hacia el Centro de Arte Dos de Mayo (CA2M).
Por otra parte, varios destacados coleccionistas sumaron integrantes a sus acervos. Nueve de los creadores de las doce obras que compró Alec Oxenford no estaban aún representados: García Sáenz, Alfredo Prior, Osvaldo Lamborghini, Santiago O. Rey, Maruki Nowacki, Alejandro Kuropatwa, Ruy Krygier, Elian Chali y Carlos Cima. Eduardo Costantini compró por primera vez una obra de Juan Grela en Diego Obligado, la misma galería donde Aldo Rubino adquirió otra de María Suardi.
El fundador del Macba se llevó además otras de Edgardo Giménez (MC), Alicia Orlandi (Roldán Moderno) y Stella Ticera (Ruth Benzacar); a esta artista santafesina nacida en 1999 le dedicará una muestra desde el mes próximo en su museo. En Fundación Klemm entró Valentina Liernur (Isla Flotante) y la Fundación Azcuy incorporó a Joaquín Boz (Barro) y Benjamín Felice (Tomás Redrado). Esta última es una galería que también abre puertas para los artistas argentinos en Estados Unidos. Pasen y vean.