Fuente: Clarín – Más conocida como Grata, se la ha definido por múltiples sesgos: historiadora, gestora, curadora y artista. Fue bautizada como “la tía del videoarte en la Argentina” por Rodrigo Alonso, teórico con quien trabajó en varias ocasiones. Y en los últimos tiempos ha declarado un grito de guerra: “Abuela tu abuela! Ya que no soy abuela de nadie, aunque tengo más de 80 años”. Desde sus entornos de trabajo supo ganarse lealtad y admiración por parte de varias generaciones pues mantiene una destacada capacidad para interactuar en proyectos colaborativos y corales. En 2012 recibió el Premio Konex de Platino en Video Arte y es miembro de número de la Academia Nacional de Bellas Artes. En diciembre presentó su último proyecto, Legado.ar, una “comunidad” con la que reivindica las producciones de mujeres en el campo audiovisual.
En 2004, Florencia Batitti la invita a participar en una muestra en el Museo de la Memoria de La Plata. Allí presentó Granada, un video monocanal de seis minutos. Foto: Matías Martín Campaya
Así se presenta: “Soy la primera generación de mujeres universitarias en mi familia, (estudió Historia de las Artes en la UBA), mi padre fue abogado y rector del Comercial Nº 1, donde creó un maravilloso teatro y una cooperadora comprometida, y de mi madre heredé la cinefilia. Frecuentaba el Instituto Di Tella y como la carrera llegaba hasta el cubismo, me encantaba lo que allí pasaba. Viví en Europa y cuando volví me hice fan del CAyC. Por 1975 me influyó mucho la obra del documentalista Jorge Prelorán; estaba en los márgenes. Con la democracia comienza mi gestión en cine y video”.
–Con nuevos circuitos de exhibición, videoinstalaciones y ciclos en instituciones. ¿Cómo recordás esa época?
–En los 80 había nichos de resistencia. Mi primera aparición pública fue con El otro Prelorán en la Manzana de las Luces. Prelorán (1933-2009) fue uno de los referentes del cine etnográfico argentino. Entonces me pedían sus ciclos por todo el país y viajé a todos lados con las películas del Fondo Nacional de las Artes. Me puse de novia con un crítico de cine y yendo a cineclubs, a las jornadas de súper 8 de Villa Gesell amplío mi formación. Y con la democracia fue un estallido: ya estaba en el CC San Martín y empecé a programar, a ser jurado y trabajé para FADU, el Instituto Goethe y el Rojas. En ese tiempo llegan del exilio Jorge La Ferla, Carlos Trilnick, Jonathan Hoffman, Andrés Di Tella, todo un mundo masculino. Hacía videos con Hugo Lescano, producía y guionaba, pero como no manejaba tecnología no codirigía hasta que hice Roles en 1988. Fue mi primer video donde preguntaba “quién es Graciela”.
Considerado un autorretrato performático inaugural de la historia del video argentino, Roles mezcla una performance en vivo con sus archivos personales: fotos, videos, reportajes televisivos y una escena breve de un largometraje. Raquel Schefer, directora cinematográfica e investigadora académica destacó que, si bien se inscribe en la tradición del cine y del video experimental y de vanguardia, no era habitual entonces la disociación entre la imagen y el sonido para abordar la identidad fragmentada por los otros.
–Los 90 fueron del ICI (Instituto de Cooperación Iberoamericana) que amplió nuestras visiones sobre la tecnología. Y luego viajé por EE.UU., Europa y Latinoamérica, lo que ayudó a crear una verdadera comunidad regional. A partir de 2000 llegaron las megamuestras de arte y tecnología. Muchas mujeres fueron aprendiendo edición y esto se percibió con claridad en 2005, cuando Margarita Bali presentó Pizzurno Pixelado, –en el Festival Internacional de Buenos Aires– el primer mapping que se realizó sobre un edificio histórico porteño.
Desde esa perspectiva donde se conjugan las referencias autobiográficas, el énfasis en la materialidad del cuerpo, el universo femenino, el campo y el fuera de campo, la manipulación, la tecnología invasiva, el trabajo en colaboración, surge la afirmación: “Siempre fui un poco anarquista. Hoy integro un circuito que contribuí a crear de un modo asistemático, que me sirvió mucho para asumir riesgos, descubrir artistas, organizar las primeras muestras».Graciela Taquini en su muestra Grata con Otros en el CC Recoleta en 2011. Foto: María Eugenia Cerutti
–¿Cómo nace esa necesidad de crear tu propia narrativa?
–Me gusta que mi obra sea apasionante, no pasional… Me interesan los platos fuertes, shockear al espectador o al menos inquietarlo, no dejarlo indiferente, crear una obra de efecto residual. Me gusta jugar con los intertextos, para que en una sola imagen se susciten muchos sentidos.
En 2004, Florencia Batitti la invita a participar en una muestra en el Museo de la Memoria de La Plata. Presenta Granada, un video monocanal de seis minutos, que tiene como protagonista a Andrea Fasani, con el que obtuvo entre otros premios la Mención de Honor del Jurado, Salón Nacional de Artes Visuales, 2005 y el Tercer Premio Categoría video, Premio MAMBA-Fundación Telefónica.
–Andrea se había negado sistemáticamente a participar tanto del Nunca Más y del Juicio a las Juntas, en 1985. Sólo había aceptado dar un testimonio para el Archivo Witness de Peter Gabriel. Un video de más de una hora donde ella, mirando a cámara, relata su martirio. Cuando lo vi quedé impresionada por la primera frase: “Si mal no recuerdo…”. Andrea se sentó delante de un paño negro, mirando hacia la lente e iluminada teatralmente, mientras yo, como un apuntador, le dictaba sus propias frases, eliminando mi voz en la edición, manipulando sus frases y contradicciones.Fotograma de su documental Lo sublime/banal, realizado en 2005.
–El otro video multipremiado, Lo sublime/banal, se centra también en la memoria selectiva: dos amigas comparten el encuentro fortuito en París con Julio Cortázar mientras preparan un postre. (Esta obra –al igual que Roles– forma parte de Interferencias intersticiales, la muestra colectiva de Bienalsur, hoy montada en el Centre Pompidou de Málaga).
–La obra vuelve sobre la memoria, pero en este caso, sobre los diferentes puntos de vista de cada una de las amigas. Vuelvo a lo barroco que me parece es una constante en mi obra, ya que siempre hay cierta contradicción, cierta dualidad. Lo sublime/banal resuena como una pregunta: ¿qué es lo sublime y qué lo banal en este video? Me encanta cultivar la amistad, o al menos crear comunidad, como le pasa a los actores con su elenco, o cuando haces una peli.
–Hablemos de La obra Secreta ¿Qué significó para vos aceptar dirigir tu primer largometraje?
-Ese largometraje de 63 minutos que fuera mi ópera prima con producción de Gastón Duprat y Mariano Cohn, fue un proyecto por encargo, que me llenó de satisfacciones, y que difundí por todo el país y por el Cono Sur.Fotograma del documental Roles, realizado en 1988
-En 2014 obtuviste el Gran Premio adquisición del Salón Nacional Categoría Nuevos Soportes con la ambientación multimedial Destino, ¿qué te movilizó a hacerla?
–Destino nació inspirado en un recuerdo infantil de visitar una feria, espejos deformantes, plataformas móviles, oráculos, por eso la carpa. La idea era un oráculo que dejara perplejo e hiciera pensar y reflexionar sobre el azar y el destino, entre tecnología y pensamiento mágico. Programé preguntas retóricas primero cien y en Uruguay doscientas y randomicamente cada visitante tenía la suya propia. Después produje el espejo Quien soy, el video Inascible y un dispositivo de donde se extraían preguntas en papelitos. Luego del Salón Nacional, hice una versión deconstruida en el Centro Cultural de España de Montevideo.
Hablamos de Legado, un proyecto que nació en 2019 y se forjó en plena pandemia donde el trabajo se integró a partir de la huella de lo femenino. Definido como un Proyecto Colectivo Rizomático: junto con un grupo de especialistas y buscando pluralidad de voces, rescatar el audiovisual experimental en el marco de la historia del arte argentino. En la presentación del mismo en el Museo de Bellas Artes se percibió una sustancia hecha de afectos, valoración e intercambios de vida.
-¿Cómo surgió Legado.ar?
-Era necesario pensar en ese legado cuando estaba empezando una nueva década para mi vida también. Tiene dos inspiraciones básicas. Una es Sísifa, la versión femenina del mito griego donde el esfuerzo ya no es inútil, pues en el proceso de subir la piedra le gana a la muerte, venciendo a los dioses despóticos. La otra clave es la orquídea abeja, una metáfora extraordinaria de una polinización ocurrida hace miles de años que deja una huella para siempre en la base de la flor. Legado trata de recoger la memoria de las huellas que dejaron mujeres junto a las disidencias de su condición a través de la imagen experimental. Aclaramos que es un proyecto cultural independiente y autogestivo impulsado junto con un equipo: Jazmín Adler, Marcela Andino, Toia Bonino, Mariela Cantú, Romina Flores, Fabiana Gallegos, Gabriela Larrañaga, Silvana Spadaccini, Alejandra Torres, Mariela Yeregui.
-¿Y cuáles son tus próximos pasos?La artista Graciela Taquini en su casa de Caballito. Foto: Matías Martín Campaya.
–Trabajo en Tecnología cosa de mujeres, una reflexión y producción sobre música e imagen y videojuegos; en una muestra de instalaciones curada por dos investigadoras de Legado.ar con tres generaciones de artistas que abordan el concepto-idea de un compost; hacemos un relevamiento de teóricas gestoras y criticas mujeres, otro archivo vivo. Mantenemos la encuesta para que se escuche la voz de las artistas en primera persona, un relevamiento de teóricas gestoras y criticas mujeres, otro archivo vivo.Y por cierto, buscamos aliados dentro de instituciones amigables privadas y públicas.