Fuente: La Nación ~ Creador de piezas hipnóticas, el artista del grafiti Felipe Pantone sacude el pensamiento con estallidos de luz, forma y color. Sus abstracciones geométricas retrofuturistas se abren como portales en murales de todo el mundo tanto como utilizan de lienzo un objeto en miniatura de alta joyería o un modelo Alpine de la Fórmula 1.
En sus interpretaciones dinámicas entre las Bellas Artes y la tecnología, sus pinturas, esculturas suspendidas y tridimensionales, instalaciones y arte cinético y de ilusión óptica retratan cómo la revolución digital alteró nuestra visión del mundo. Mediante investigaciones, aborda temáticas contemporáneas y universales en relación con el movimiento, la transformación, la velocidad visual, el ultradinamismo, la saturación, la alienación o la destrucción.
El joven artista elogia la era de la modernidad líquida en la que “nada dura para siempre” y también diseña indumentaria para marcas de ropa.
“Zygmunt Bauman habla de la modernidad líquida. Hoy todo es líquido: nada dura para siempre, se te escapa entre los dedos. Todo cambia. Y yo, como parte de esa generación, me siento muy cómodo en eso”, reflexiona el artista argentino-español, de pisada internacional y quien ha expuesto en Europa, América, Australia y Asia.
El joven nacido en Flores en 1986 nombra a Julio Le Parc y Carlos Cruz-Diez como sus grandes influencias y piensa casi obsesivamente en el arte del futuro, aunque desde el único tiempo posible: el presente, y sin descuidar el pasado analógico. “Se me pasa por la cabeza todos los días cómo hacer el arte del futuro. Creo que en mí tiene que ver con entender y saber vivir el presente, saber imaginar el futuro y hacer arte en consecuencia, aunque yo quiero comprar, vivir y coleccionar el arte de hoy, el que representa a mi generación y a lo que estoy viviendo”, asevera.
Licenciado en Bellas Artes en Valencia (España), donde tiene su estudio, el artista y su equipo encaran múltiples investigaciones. “Hay cosas que quiero resolver a nivel físico, que llevamos uno o dos años intentando conseguir. Algún día seguramente las conseguiré”, dice, y menciona temáticas que han obsesionado a maestros y que no se le escapan: “Carlos Cruz-Diez se murió intentando conseguir generar una especie de aurora boreal artificial. Ese tipo de cosas son muy interesantes, aunque él no lo haya conseguido”, cuenta desde una playa mexicana.
Artista visual de rostro cubierto que cede el protagonismo a sus obras, Pantone expresa el deseo de que un día el arte tecnológico devenga en una experiencia sensorial completa. “Espero que algún día el arte digital incorpore el tacto, el gusto, el olfato, más allá del audio y el visionado. Para mí, el arte físico tiene algún sentido más”.
Otra de sus grandes pasiones es el color, con las tonalidades brillantes y sus gradientes característicos en gráficos futuristas y acabados iridiscentes. “El color ha cambiado muchísimo. Hasta antes de la era digital era completamente diferente. Era muy difícil encontrar en la naturaleza determinados degradados y brillos que ahora estamos acostumbrados a ver en las pantallas”.
Entre sus últimos proyectos, Pantone estuvo dos años volcado en el diseño de una colección cápsula de calzado e indumentaria para la marca Puma, inspirado en su sello característico: los colores, con enfoques progresivos de luz y formas. “He aprendido un montón de cosas. Les transmití mi concepto, conceptualizamos la colección y nos pusimos a diseñar. Primero en mi ordenador y luego con el apoyo de ellos en el patronaje. Tuve libertad total creativa. En un reloj, por ejemplo, hay una cara que es la que prima, lo ves casi unidimensional. En cambio, a unas zapatillas es muy difícil entenderlas en un nivel bidimensional. Pensar en calzado y en ropa ha sido un reto sumamente nuevo. Siempre hay desafíos y eso hace que me levante cada mañana”, señala.
Hijo de la generación que vio nacer Internet, Felipe procura crear cosas que no deberían estar donde están e invita a reflexionar sobre los cambios en la percepción del mundo. Entre sus murales más destacados figuran el Palais de Tokyo de París (Francia), los edificios del Instituto Tecnológico de Monterrey (México), el mural Optichromie de la Albright-Knox Art Gallery de Búfalo (Estados Unidos) y una gigantesca intervención en la Usina del Arte de Buenos Aires.
“La clave en el arte, la única, es ser auténtico. Decía Oscar Wilde que un artista siempre está seguro de sí mismo porque un artista es verdaderamente «sí mismo». Es tan sencillo y tan difícil como eso”, postula.