Encuentro de Jacob y Raquel en el Pozo de Agua, una obra de Rembrandt

Fuente: Ámbito ~ Liu Zhijiang, coleccionista y amante de arte, comparte su más reciente adquisición y descubrimiento: una pintura que asegura ser de Rembrandt Harmenszoon van Rijn.

Liu Zhijiang, un vecino de la ciudad de Ushuaia, importante coleccionista y amante de arte, único surimero en Sudamérica y aficionado de la escritura; comparte su más reciente adquisición y descubrimiento: una pintura que asegura ser de Rembrandt Harmenszoon van Rijn, el reconocido pintor neerlandés, considerado por la historia del arte como uno de los mayores maestros barrocos de la pintura y el grabado.

La escena representada en la obra corresponde a una escena del capítulo 29 del Génesis del Antiguo Testamento, en la que se narra el momento en el que Jacob se encuentra con Raquel y su padre Labán, que daban de beber a sus rebaños junto a un pozo. Jacob queda enamorado de la joven mujer y le propone a Labán servirle durante siete años a condición de poder casarse con Raquel.

“Vi varias pinturas, pero ésta la vi y me gustó mucho, por Raquel. Su mirada. Cuando vi esta pintura, la mirada de Raquel me hizo sentir algo que no era usual.”, asegura Liu sobre su adquisición.

Rembrandt es un pintor del barroco, nacido en el año 1606, especializado en realizar pinturas relacionadas con temas bíblicos, que siempre buscó generar emoción y sensibilidad, con un foco en los rostros de las figuras humanas y las posturas corporales; y acentúa no sólo las miradas sino también las sutilezas de la piel; con escenas en donde algo siempre está a punto de pasar, justo antes de que se realice alguna acción, algo muy característico del período. Tenía un profundo conocimiento de la iconografía clásica; en sus pinturas y grabados solía interpretarla en libertad para ajustarla a su experiencia. Así, en la representación de una escena bíblica, Rembrandt solía combinar su propio conocimiento del texto con su particular concepto de la composición clásica y algunas observaciones anecdóticas de la población judía de Ámsterdam.

Esta pintura tiene elementos claves que hacen que pueda identificarse como una pintura del período barroco, que han sido analizadas e informadas por la Universidad Nacional de Tres de Febrero, quienes, además, se encargaron de hacer las tareas de restauración y conservación de la pintura. Entre ellas se encuentra principalmente la utilización del color blanco de plomo (identificado mediante análisis de microscopía óptica por lupa estereoscópica y por análisis químico y microscopía electrónica de barrido con espectroscopía de energía dispersiva), el primer pigmento sintético que fue muy utilizado por los artistas del año 1600 y elemento fundamental de las obras de Rembrandt, que posee la cualidad de ser sumamente refractante, lo que da a los cuadros realizados con este material cualidades ópticas que ningún otro material proporciona.

Otra característica es la utilización de la tela de lino como lienzo, un material ecológico y muy resistente que hacía que la pintura sea más liviana, que empleaban los artistas del barroco. Los análisis de Rayos X demostraron que no había pintura ni bosquejos previos, lo que demuestra que la pintura fue realizada por una mano formada y profesional. Asimismo, la composición de la pintura y la utilización del claroscuro que se focaliza en los rostros, los objetos y la ropa que genera una sensación de realidad y genera un clima onírico y dramático, es característico del barroco. En esta pintura se destaca la maestría compositiva y una perfecta caracterización de los personajes, muy propio de las obras del pintor neerlandés.

La pintura inspiró a Liu a escribir su primer libro: “El primer amor de Rembrandt en San Telmo”.

“Este libro lo escribí por ella (Raquel). Sentía que tenía que expresar lo que ella me hacía sentir para que quedara plasmado por siempre, para que quede en la memoria, y para que la gente pueda conocer la escena de la pintura y la mirada de Raquel, para que ellos se puedan conmover de la misma manera que yo.”, comparte Liu. “Es un libro basado en lo que siento, en mi experiencia en San Telmo, y en el arte barroco; pero, sobre todo, un libro basado en el amor, inspirado en el amor entre Jacob y Raquel. Rembrandt persigue la línea y el color, pero su fin es la poesía, por eso decidí escribir un libro antes que cualquier cosa.”.

El libro se trata de un estudiante de arte de la universidad que -junto a su novia Rosario y luego de los desafíos de la pandemia- se embarca en una aventura de investigaciones y descubrimientos alrededor de una pintura -hasta ahora desconocida- de Rembrandt; pero que -entre más ahondan en sus hallazgos- ellos se van dando cuenta de que no se trata sólo del descubrimiento de la pintura, sino que la pintura se conecta íntimamente con sus sentimientos y sus vidas; como si hubiese estado escrito que ellos debían ver esa escena algún día, o como si ya hubiesen sido parte de ella.

A continuación, se comparte un fragmento de su libro:

“Contemplando esa pintura, se me ocurrió que estaba escrito que yo debía ver esta escena algún día. No era la sensación de haberlo visto antes, sino el presentimiento de que algún día encontraría una pintura como aquella. No sabía exactamente qué era: si era solo una coincidencia de eventos, o una experiencia de vidas pasadas, o algo que estaba más allá de nuestra visión. ¿Qué harías si tuvieras que contarle a alguien la cosa más importante del mundo, sabiendo que nunca te creería?”

Liu explica que el libro se lo dedica a los amantes del arte que creen en el amor, la fortuna y el destino. “Se conocen 420 pinturas de Rembrandt en el mundo, de las cuales 220 son efectivamente de Rembrandt, el resto fueron realizadas por sus alumnos. Y de esas 220 pinturas, 129 son de escenas bíblicas. Esta pintura sería la número 130.”, señala Liu.

Rembrandt es uno de los pintores más importantes del arte barroco y de los más importantes de la historia del arte occidental del mundo. Su pintura fue excepcional, su actitud humilde y su conocimiento del ser humano muy acertado.

“A veces miro la pintura y parece un sueño. La pintura transmite amor.”, concluye Liu.

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