Fuente: Copyright Clarín by Luis Vinker ~ Se subastó la colección de arte de uno de los fundadores de Microsoft. En total se recaudaron US$1.622 millones. Incluía obras de los últimos 500 años.
La economía cruje por casi todos lados, hasta Europa o USA se alarman por sus niveles de inflación, la invasión rusa a Ucrania tiene efectos devastadores en todo el mundo, colapsan algunas crypto tan rápido como surgieron… Pero a algunos les va bien. Siempre es así. Y entre ese grupo de afortunados, probablemente se encuentren algunos vinculados al mercado internacional del arte: la colección de Paul G. Allen, el cofundador de Microsoft, acaba de convertirse en la más cara de la historia, al subastarse por 1.622 millones de dólares en las sesiones de Christie’s, en Nueva York. La recaudación, en realidad, fue de 1.506 millones, mientras que los 116 millones restantes se destinaron a fines benéficos.
«Es el acontecimiento del año -o del siglo- en el mercado del arte, que no rompió las expectativas, sino todos los récords», dijo un vocero de Christie´s. Hasta ahora, el récord de una subasta privada correspondía a los 922 millones de dólares alcanzados hace seis meses, cuando Sotheby’s liquidó la colección de cuadros y esculturas de los desarrolladores inmobiliarios Harry y Linda Macklowe, que se divorciaban. Anteriormente, el récord se remontaba al 2018 cuando la colección privada de los Rockefeller se subastó en 832 millones. Max Carter, responsable de arte contemporáneo de Christiés, expresó que el patrimonio artístico de Allen abarcaba 500 años y sostuvo que «probablemente el mundo nunca veré otra este rango, cantidad y calidad de obras maestras en una colección privada”.
Antes de la subasta, unas 20 mil personas visitaron la muestra en los salones del Rockefeller Center, ansiosos por ver las decenas de obras que iban a destinarse nuevamente a manos privadas. Allí se incluía un cuadro de Paul Cézanne (“La Montagne Saint Victoire”) que se vendió en 138 millones, otro de Klimt (“Bosque de Abedules”) que alcanzó 105 millones –récord para el artista- y un panorama de un jardín de Arles, de Van Gogh (“Huerta con cipreses”) que llegó a los 117 millones. También había obras de Botticelli, Gaugin y, entre los más recientes, de Lucien Freud, que se vendió en 86 millones. Pero la cifra mayor de esas noches nerviosas, frenéticas, fue por “Las modelos”, un cuadro de Georges Seurat que se subastó en 149 millones. Se una de las dos versiones del cuadro que pintó Seurat en 1888 –la otra se encuentra en un museo de Filadelfia- y que los expertos consideran “la obra cumbre del puntillismo”.
En la segunda vuelta de la subasta se recaudaron 116 millones de dólares, incluía obras de Magritte, Jackson Pollock, Joan Miró y Calder, entre otros. Y también allí estaba el argentino Guillermo Kuitca cuyos “Diarios” (2005-2005, exhibidos en la Bienal de Venecia) salieron por 567 mil dólares, Si bien se desconoce la identidad de los compradores, el medio especializado ArtNews señala que el 12 % de las obras vendidas fueron a parar a Asia, un mercado que los expertos siguen viendo “en plenitud” pese a la sombra mundial de una recesión. El 50% fue para compradores americanos, y el resto se repartió entre europeos y Oriente medio. Aparentemente, ya no se encontraban los magnates rusos –que venían presionando en los años anteriores en el mercado del arte- por el efecto de las sanciones a su país. Aunque, por el anonimato, todo es posible.
Paul G. Allen se dedicó al emprendimiento cultural luego de sentirse deslumbrado por una visita a la Tate Gallery, en Londres. Lanzó el Museo de la Cultura Pop en 2000, también financió un edificio diseñado por el arquitecto Frank Gehry y apoyó distintos proyectos científicos, ecológicos y solidarios. Inclusive incursionó en el deporte como propietario de franquicias en básquet y fútbol americano. Había fundado Microsoft con Bill Gates en 1975 en Albuquerque (Nuevo México), más adelante se distanciaron. Allen murió hace cuatro años, a los 65, víctima de un linfoma.
Otro de los directivos de Christie’s, Adrien Meyer, señaló: “Los clientes quieren diversificar sus activos y beneficiarse del arte y lo hacen porque saben que la mayoría de las obras siguen aumentando de valor con el tiempo. Hay más multimillonarios que obras maestras” disponibles en el mercado y la demanda es muy diversa, cada vez más global y más joven”.
Y así, la escalada no se detiene. Si ahora fue récord para una colección privada, meses antes se fijó otro: la serigrafía del retrato de Marilyn por Andy Warhol se vendió en 195 millones de dólares, la mayor cifra por una obra moderna, superando los 179,3 millones pagados en 2015 por “Mujeres de Argel”, un cuadro de Picasso (1955). Solamente el “Salvator Mundi” atribuido a Da Vinci –vendido en 450 millones de dólares- alcanzó una cifra superior.
Como noticia esa suBASTA ME DEJÓ SIN ALIENTO, y la pregunta desde siempre: ¿el derecho a la propíedad privada llega hasta el extremos de capturar arte sólo para sí? Mi respuesta es que «ninguna manera2 el arte en cualquiera de sus expresiones es de por sí patrimonio humano universal, en algún punto es lo que nos hace humanes. un capitalismo codicioso apunta a lo contrario. gracias.