Fuente: La Nación ~ El éxito de arteBA en la Boca demostró que es modelo un nuevo modelo de feria de arte.
Pasó con gloria la edición 30 años de arteBa, la feria de arte contemporáneo de Buenos Aires que se mudó a La Boca. Éxito de ventas, de público y de locación. Se rompió el molde de la feria enorme en los pabellones palermitanos, para descubrir un modelo de escala más cercana, de menor costo, en los galpones de Arenas Studios, con memoria industrial y arquitectura ladrillera. Nunca más cierta la frase de Dede Brooks, que supo liderar Sotheby’s: “Comprar arte es un estado de ánimo”. Y aquí va la secuencia: reencuentro, abrazo y compra.
Nada como la feria presencial, aunque la experiencia digital de la cuarentena dejó un know how que no existía y es una experiencia inmersiva que no tiene marcha atrás. Los nuevos compradores vienen del mundo tech, pero hay muchos profesionales jóvenes, algún político y gente del interior, del corazón sojero, armando colecciones sólidas. Espíritu federal y calidad de obra es la ecuación perfecta.
Si se suman las obras que llevaron a La Boca galerías como Roldan Moderno, Sur, Maria Calcaterra y Del Infinito tenemos la pared de un museo.
Fueron los museos con las compras institucionales y la ayuda de los amigos el factor dinamizador de las ventas, romper el hielo y arrancar, en una edición marcada por un concepto compartido: el arte como reserva de valor. En esta edición funcionó, otra vez, la épica de la crisis. El mismo entusiasmo de 2002 cuando Fito Fiterman, entonces presidente de arteBA, decidió que la feria se hacía contra viento y marea. Y sonó el cuerno de la abundancia para las obras calidad museo: Malba, Macba, Medellin, Guggenheim, Galisteo de Rodríguez, Moderno, Sivori, Bellas Artes, Caraffa, Salta, Flanklin Rawson, Fundación Klemm, la billetera prodigiosa de la Agencia Argentina de Inversiones y el apoyo incondicional del Santander. Un ida y vuelta: difusión es mercado.
Celebración de 30 años de feria en los que cambió el mundo, el lugar del artista, la figura del curador, la presencia creciente del advisor y el papel de las galerías. Nada es igual. La feria del reencuentro deja un balance positivo y la certeza de que es necesario ajustar costos y condiciones de venta. Todo esto con el marco internacional de grandes ventas (la semana pasada Christie’s vendió en tres días arte por US$770 millones) y la conducción de las nuevas autoridades: Larisa Andreani, Eduardo Mallea y Lucrecia Palacios, en arteBA, y Pablo de Souza, en Meridiano, Cámara Argentina de Galerias.
Para celebrar que ambas instituciones hayan trabajado codo con codo y “barrido” el universo de posibles compradores. Nada es casualidad, un trabajo bien hecho. Bien por las galerías debutantes en el área Factor del Arenas Studios, bien por el artista como gestor y por el Premio En Obra de Abel Guaglianone y Joaquín Rodríguez, un estímulo para los artistas que son el corazón de la feria y para quienes se animan a dar el paso y entrar al circuito.
Precios en dólares no negociables, pero con la chance de plazos, como en los viejos buenos tiempos. No se achicó el mercado, crecieron las expectativas, y el encierro del 2020 dejó un efecto virtuoso: si me quedo en casa quiero vivir con arte. Al menos… una buena.