Fuente: La Nación ~ El mercado cerró un año histórico, con récords de precios y una demanda que no deja de crecer.
Cierra un año histórico para el mercado de arte con precios siderales que solo admiten una conclusión: el arte no tiene techo. A la hora del balance varios factores se combinaron para que se alinearan los planetas. Primero, los dos años de abstinencia en la compra y en la venta determinados por la pandemia. Segundo, el cepo impuesto a las subastas presenciales que son la sal de la vida. Y por último, el éxodo de los grandes compradores preocupados por otras urgencias.
El escenario cambió radicalmente. En 2022 se dio vuelta la taba. Este año salieron a remate colecciones espectaculares que sumadas determinaron el turnover más alto de la historia, desde que las casas de remates se fundaron en el siglo XVIII para vender cosas viejas de los nobles británicos.
Van dos botones de muestra de este fenomenal año, primero los US$922 millones de la colección de Harry y Linda Macklowe, venta obligada por el divorcio de un matrimonio añejo, y ‚luego, la subasta de la colección de Paul Allen, socio fundador con Bill Gates de Microsoft. Allen no solo era un mago de la tecnología, sabía elegir y comprar arte de la más alta calidad. Todos los cuadros superaron con creces lo pagado por él y las estimaciones de Sotheby’s.
El límite se ha corrido y no se sabe hasta dónde. ¿Es poco? ¿Es mucho? Nadie lo sabe. Los dos remates espectaculares en todas las categorías cumplieron con las reglas del mercado: calidad, procedencia y marketing. Se sabe que nada estimula más a los compradores que la procedencia. No es lo mismo comprar un cuadro que perteneció a Paul Allen o a Harry Macklowe, que comprar con una procedencia desconocida. Se compra la obra y con ella, se paga también el origen. Sin contar, que conocer la procedencia permite establecer la trazabilidad del lote, algo tan en boga hoy. Lástima que la mayor colección de arte del país, con muchas obras calidad, se dispersó con más pena que gloria. Algunos grandes cuadros ya fueron vendidos, la colección se dividió y no habrá marca en el orillo.
Al margen, hay nuevos argumentos para entender el fervor del mercado en un año marcado por la crisis energética, el cambio climático, la guerra de Ucrania y el tembladeral generalizado de las economías. La mayoría de los nuevos compradores de arte tiene menos de cuarenta años. Compradores más y mejor formados, que son parte de la escena, que saben que las obras excepcionales son un bien cada día más escaso y que vivir con arte es una experiencia que cambia la vida.
Están, además, los compradores chinos; una fuerza arrolladora que ha desplazado a los británicos en el segundo puesto de la torta del mercado; los primeros siguen siendo los norteamericanos.
Un tema aparte es el liderazgo de París como centro de las ventas, lugar que ocupo un siglo atrás, y que conquistó Nueva York después de la Segunda Guerra. París vuelve a ser el centro. Mientras tanto, el presidente Macron va sumando fichas para los Juegos Olímpicos, que serán en París, en 2024.
La Argentina en medio de la crisis, mantiene en alto su alianza con el arte. Una renovada edición de arteBA en Costa Salguero; los 20 años de Malba celebrados por Eduardo Costantini con la colgada de Diego y yo, el cuadro de Frida Kahlo por el que pagó US$35 millones, que ya es La Gioconda de Buenos Aires. La gente hace cola para verlo y es el fondo obligado para la selfie. En 20 años el Malba consolidó una imagen de prestigio y tiene la mejor colección de arte moderno latinoamericano.
Cierra el año la iniciativa brillante del emprendedor Alec Oxenford: exhibir parte de su colección en Brasil, con la muestra Un lento venir viniendo, ahora en el Museo Mac de Niteroi, después seguirá a San Pablo y a Porto Alegre. Oxenford cree que la única manera de crecer es ampliar el mercado y sumar a los compradores brasileños. Difusión es mercado. Tres datos para anotar en este año que termina: el éxito de la Bienal de Venecia consagrada a las mujeres; la coronación internacional del tucumano Gabriel Chile y el lugar indiscutido de la fotografía con los US$12 millones pagados por una foto de Man Ray. Last but not least, Marilyn Azul subastada por US$195 millones confirma que Andy Warhol es el artista más cotizado del siglo XX. Tres artistas para tener en cuenta en este balance de un año récord: Joan Mitchel, Alice Neel y Marlene Dumas. Está en alza y van por más.