Fuente: Ámbito – Nombre fundamental en los 60 y luego injustamente olvidado, la exposición «Constancia de la especie» es el legado de un grande. Del Infinito no sólo expone sus archivos sino que los pone en venta.
La galería Del Infinito presenta una exhibición de avanzada en el mercado de las galerías locales e internacionales: ofrece a la venta el extenso archivo del artista Emilio Renart (1925-1991). La muestra “Constancia de la especie”, es el legado de un artista que logró que su obra, escasamente conocida durante su vida, trascienda su desaparición.
El intenso trabajo curatorial de Javier Villa respeta el formato del archivo reunido por el propio Renart y configura una novedad en las galerías de arte. No obstante, no es de extrañar que la Argentina lleve la delantera. Desde 1993, cuando se creó la Fundación Espigas, el país fue precursor en la creación de archivos.
Sin haberse puesto de acuerdo (al menos abiertamente), el interés de la galería coincide con el de la Fundación Fortabat que, simultáneamente presenta “Alienígena. Emilio Renart y su práctica artística y social”. El curador Sebastián Vidal Mackinson, luego de tres años de firme investigación y de reunir una extensa cantidad de obras, abrió en el pasado mes de marzo la primera muestra retrospectiva de Renart en las salas de la Colección Amalita.
En estos días, los galeristas Estela Gismero y su hijo, Julián Misrahi, explican los ambiciosos motivos que impulsaron la exposición. “Buscamos diversificar y ensanchar las prácticas del galerismo y el coleccionismo local, tanto privado como institucional, ofreciendo materiales necesarios e invaluables para preservar nuestra historia del arte”. Con esta intención, ambos observan que, sin romper con la formalidad y el protocolo de los archivos, el curador Villa aportó una faceta experimental. Y añaden que dadas las características del material, le dedicaron un extenso tiempo de estudio. De este modo llegaron a conclusiones inéditas sobre la producción de Renart, dato que se advierte al recorrer la exhibición.
Quienes conocieron al artista y concurrieron a sus cursos sobre “Introducción a la Creatividad”, suman su interés por acceder a los secretos del maestro. El intenso trabajo pedagógico que documenta la muestra, completa el sentido de sus obras y engrandece su figura. Renart dejó un emocionante ejemplo de supervivencia, creó un modelo para vencer el miedo al anonimato, para superar el temor a no ser recordado y a morir. “La constante de la especie es el uso privilegiado de la creatividad que tiene todo ser humano para dar respuesta al miedo”, observó el artista.
Pero, en rigor, la pregunta que flota en el aire, es: ¿dónde estaba este archivo tan notable que hoy aparece de repente? La respuesta proviene de los galeristas. “Viviana Pérez, partícipe activa en el montaje de la exposición, tuvo este material en su poder”. Ahora, y por primera vez, pasados 33 años desde la muerte de Renart, Pérez habrá encontrado las condiciones propicias para dar a conocer un tesoro, la genialidad intelectual, estética y hasta mecánica. En Del Infinito presentan algunos extraños aparatos que fabricó para realizar sus obras y otros están fotografiados.
Luego, la pulcritud de las imágenes, fotos, negativos y contactos de los cinco “Integralismo-Bio Cosmos” realizados en los años 60, moviliza los sentimientos. La grandeza de estas obras, expuestas en el Instituto Di Tella o en la Bienal de San Pablo, no impidió su triste final. Mayormente se destruyeron. La exposición documenta la firme determinación de ganar una batalla al destino. Renart solía contar que no tenía donde guardar un Bio Cosmos y le entregó esa gran instalación a un hombre que se la llevó en un carrito de la basura. ¿Estaría planeando entonces el modo de que su obra trascienda?
Todo es posible. En ambas muestras Renart se revela como un artista inmenso. Con una maestría incomparable dejó una obra colmada de información que invita a ser analizada. “Volvimos a mirar su obra, a establecer otras hipótesis”, señala Misrahi. El curador Villa destaca que el núcleo principal del archivo consiste en las imágenes guardadas dentro de sobres fechados, desde 1958 hasta 1989, el año de su última exposición.
Documentar la obra era una rareza. Hoy, el coleccionismo de archivos gana cada día más adeptos. Incluso, suscita pasiones. Pero investigar la historia del arte argentino en la década del 80, demandaba un trabajo de hormiga. Los folletos, invitaciones, críticas, fotos, afiches, revistas y cartas que circulan en el mundo del arte, se pierden fácilmente. Cuesta tirar un libro, pero pocos preservan la documentación menor.
La Fundación Espigas, creada en 1993 por el coleccionista y galerista Mauro Herlitzka con el apoyo del teórico y curador Marcelo Pacheco y la ayuda de Marina Barón Supervielle, fue pionera en Latinoamérica. Su décimo aniversario se festejó con una memorable muestra en el Malba. Allí presentaron los protagonistas de la escena artística: un pintor (Guttero), un coleccionista (Llobet), un crítico (Romero Brest), tres galerías (Witcomb, Pizarro, Bonino) y una institución (el Instituto Di Tella), además de revistas y afiches. Consultado Herlitzca sobre el destino actual de la Fundación Espigas, responde: “Desde hace 10 años tiene un convenio con UNSAM creando el Centro Espigas que lleva a cabo la conservación, catalogación y acceso público”.
Las exhibiciones porteñas se multiplican y se suceden veloces, pero la posibilidad de conocer íntegramente la obra de Emilio Renart, difícilmente se repita.