Fuente: Clarín – Si hubiera que sintetizar en un diagrama la estructura de la exposición Colecciones de Artistas, en Fundación Proa, podría ser el de un rizoma, en el cual se conectan y desarrollan vínculos, afectos, intercambios, subjetividades, gratitudes. Porque si bien las colecciones de Cynthia Cohen, Marina De Caro, Sigismond de Vajay, Gachi Hasper, Inés Raiteri, Rosana Schoijett y Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico tienen una impronta característica, aúnan los términos mencionados pudiendo pensarlos en expansión, incluso, más allá de la selección propuesta.
Las miradas curatoriales de Patricia Rizzo y de Mayra Zolezzi como curadora adjunta organizaron casi 400 obras que los artistas atesoraron a lo largo del tiempo en sus casas y talleres, más algunas de su propia autoría. Cada colección constituye un núcleo de la exposición y la totalidad ofrece un posible y nutrido panorama de estos últimos veinte años, debido a que la mayor parte de los trabajos surgieron en el presente siglo. El conjunto resulta de alguna forma novedoso no por los nombres de los artistas incluidos –en su mayoría consolidados en la actualidad–, sino porque hay muchas obras que tal vez no hubieran visto la luz pública al ser parte de lo que podría considerarse un “arcón personal y afectivo” de esos que se suelen resguardar del mundo exterior.Adrien Chevalley, Visiteur (2019), Colección Sigismond de Vajay. Foto: Fundación Proa
“Durante las visitas a sus casas y talleres nos propusimos construir una narrativa que capturase la esencia de cada colección. Como resultado, la exhibición se presenta como una ventana al ámbito cotidiano de cada artista. La riqueza conceptual de los conjuntos revela cómo las experiencias de formación, su trayectoria y las historias personales se entrelazan para dar forma a colecciones construidas desde el cariño y la admiración. Cada obra es un testimonio visual de una historia compartida”, sostiene Zolezzi.
Revisando la noción de coleccionismo
Ninguno de los ocho artistas se considera coleccionista en el sentido habitual del término. En un video expuesto en una de las salas, ellos explicitan las definiciones que mejor los representan. La muestra se inicia con las piezas pertenecientes a Cynthia Cohen, quien las considera “una agrupación” atravesada por el afecto, los regalos, el ida y vuelta con compañeros. Al lado de una imponente pintura de un ramo de flores de Carlos Cima se encuentra el pequeño y poético cuadro de un florero realizado por el abuelo de la artista, Juan Carlos Faggioli. Mientras en otra pared conviven producciones de Luis Benedit, Ana Clara Soler y Marcelo Pombo.Alberto Pasolini. Dink (Double income, no kids), 2007. Acrílico sobre MDF, 60×50,5 cm. Colección de Cynthia Cohen.
“Me siento más cómoda con la palabra coleccionadora”, sostiene Rosana Schoijett, cuyo trabajo artístico se basa en la fotografía. En su núcleo encontramos el retrato pictórico que le hizo su padre Horacio cuando era pequeña. Las demás obras son el resultado de intercambios con pares encontrándose los nombres de Viviana Blanco, Fernanda Laguna, Esteban Pastorino, Pablo Accinelli, Adriana Bustos, Alejandra Mizrahi y Clorindo Testa.
Amor a primera vista
Marina De Caro comenta: “Me gusta mucho pensar que esas obras me eligieron a mí, que se cruzaron en mi vida y que hubo un amor a primera vista. También me gusta la idea de la obra como sujeto”. Un gofrado de Antonio Berni de 1963 (herencia de la madre de la artista) inicia el conjunto al lado de dibujos de pequeño formato de Eduardo Stupía, Alfredo Prior, Sebastián Gordín, entre otros. También está un mapa del continente africano intervenido con dibujos por su hijo Mishka De Caro cuando era pequeño. Y hay trabajos anónimos como un hermoso bordado adquirido en el ejército de Salvación. Obras de esta artista, a su vez, se encuentran en colecciones de algunos de los otros creadores.Vista de sala en Fundación Proa. Foto: Patricio Pidal.
Contigua a la anterior se exhibe la colección de Inés Raiteri, la cual incluye sus cromáticas y pregnantes piezas textiles. La artista recuerda la importancia de su paso por la Beca Antorchas y luego por la Beca Kuitca (como en el caso de otros artistas). “Pienso mi colección en términos de educación y de los vínculos que establecí con otros artistas, que me enseñaban o me mostraban un modo de apropiarme del arte”, comenta. La primera obra que compró fue una pieza textil de Marina De Caro con forma de flor. Entre otros, hay trabajos de Matías Duville y Jorge Miño, quienes reaparecen en otros núcleos como sucede con varios de los artistas, dando cuenta de recorridos coincidentes y generacionales.
Esta es la tercera edición de Colecciones de Artistas. Las anteriores fueron en 2001 y 2006. “Si vemos en perspectiva las tres ediciones de esta serie se puede apreciar un panorama del arte argentino del siglo XX y XXI; y lo interesante también es que cada momento registra los cambios en las prácticas artísticas locales. La aparición de las becas y talleres cambió la forma de producir en comparación con las décadas anteriores, cuando los artistas no convivían, sino que era generalmente una actividad mucho más solitaria”, observa Adriana Rosenberg, directora de Fundación Proa. Diana Aisenberg. Sin título (1992). Pintura sobre tela, 99 x 99,5 cm. Colección Gachi Hasper.
Colección de recuerdos
Las obras pertenecientes a Cecilia Szalkowicz y Gastón Pérsico –ambos artistas y diseñadores gráficos– rotan por la casa que comparten. Las consideran una “colección de recuerdos”. Allí están los trabajos de Bruno Dubner, Vicente Grondona, Silvia Gurfein, Karina Peisajovich, Rosana Schoijett y más. En el caso de Sigismond de Vajay, el conjunto expuesto puede considerarse internacional y testimonia sus trayectorias por varias partes del mundo en tanto curador, gestor y artista. Así se destacan las producciones de Spencer Tunick, Li Wei, Carlos Amorales, Séverine Hubard, Alberto Passolini y Mariana Sissia, entre muchos otros. Y dos llamativas bañaderas en posición vertical con imágenes en fototransfer en su interior realizadas por Graziella Antonini y de Vajay.
La muestra culmina con la colección de Graciela Hasper, en una decisión curatorial respecto del diseño expositivo posible de leerse como un pequeño museo personal. En su caso, la gran mayoría de las piezas le llegaron por intercambio, pero hay otras que compró. Una de sus últimas adquisiciones es una pintura de Germaine Derbecq, que conforma el grupo de artistas mujeres históricas de distintas vertientes de la geometría en la Argentina, como atestiguan también las obras de María Martorell y Martha Boto. La propia Hasper desarrolla su trabajo dentro de dicha corriente artística. Se suman trabajos de Diana Aisenberg, Magdalena Jitrik, Laura Códega y mucho más.Germaine Derbecq. Serie múltiple 2, N.1 (1970), pintura vinílica sobre tela, 80×80 cm. Colección Gachi Hasper.
“En esta edición podemos espiar especialmente mundos privados. Incluso los artistas no tenían un inventario de las obras y con esta muestra las sumamos si se quiere a una historiografía del arte paralela”, expresó Rizzo a Ñ. Mundos privados que al hacerse públicos permiten ser compartidos más ampliamente, valorados por otros, y, en este caso en especial, en la intersección entre arte, afectos, vida.
- Colecciones de artistas – VVAA
- Lugar: Fundación Proa. Av. Pedro de Mendoza 1929.
- Horario: mié a dom 12 a 19
- Fecha: hasta el 3 de marzo.
- Entrada: $600 pesos.