Fuente: Perfil – Oriundo de Santiago del Estero, creó una colección de diez guitarras eléctricas funcionales, elaboradas con partes de vehículos, máquinas de escribir, relojes, monedas y cadenas de bicicletas, entre otros metales reciclados.
«Soy medio como un músico frustrado, por lo que en algún momento quise juntar las dos cosas: las esculturas y la música. Así se terminó dando lo de los instrumentos que combina todo: el reciclado, la música y el arte«, explicó a PERFIL Andrés Lemos, un escultor y luthier que basa su trabajo en la consigna «arte que genera arte». Es que sus creaciones, entre las que se destacan las guitarras eléctricas, tienen dos particularidades: están hechas con metal reciclado y no se limitan en tener una finalidad estética, sino que también son funcionales.
Oriundo de Santiago del Estero, Lemos, de 34 años, proviene de una familia donde «son todos artesanos», por lo que parte de su conocimiento lo heredó de su padre y su abuelo. «Yo me crié entre motores, herramientas… Ellos se dedican a otro tipo de cosas, a la cuchillería artesanal. Algunas cosas las aprendí de ellos», recuerda el joven.
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Si bien el interés artesanal corría en su sangre, decidió diferenciarse de la labor familiar. En ese sentido, a mediados de 2016, adquirió una antigua soldadora y se decantó por las esculturas en metal, las cuales no solo llegaron a Buenos Aires, sino que trascendieron fronteras. Al respecto, sus obras se encuentran en Miami (Estados Unidos), Auckland (Nueva Zelanda), Málaga (España), Liverpool (Inglaterra) y Glasgow (Escocia). Además, algunas de sus piezas están expuestas en el Museo Internacional de la Discapacidad María Kodama, el Museo de Arte Popular José Hernández y en la Nuu Muse Gallery (Texas, Estados Unidos).
Esa vocación luego lo llevaría a desarrollar instrumentos, teniendo como un pilar la conciencia ambiental. De esa manera, creó una colección de diez guitarras eléctricas que él define como «arte que genera arte». Elaboradas con materiales reciclados, tales como partes de vehículos, máquinas de escribir, relojes, monedas y cadenas de bicicletas, entre otros, desarrolló una serie de violas que no son solo atractivas visualmente, sino que también son completamente funcionales, por lo que invita a otros artistas a crear música con ellas.
Un caso reciente fue el de Ca7riel, quien realizó un solo con una guitarra eléctrica en forma de rifle, creación de Lemos, durante su show en el Movistar Arena donde presentó el disco «Baño María» junto a Paco Amoroso. «Fue un momento buenísimo que en un evento así [Ca7riel] esté tocando una viola mía. Yo estoy acá en Santiago del Estero y él justo vio una de las guitarras que yo hago y se interesó… Todo eso es un ejemplo de que muchas veces hay que tener fe y cariño en lo que uno hace, porque en algún momento las cosas se van a dar, el universo va a conspirar para que te vaya bien», reflexionó emocionado sobre esa ocasión.
—¿Hace cuánto empezaste y por qué decidiste dedicarte a la creación de esculturas e instrumentos en metal? ¿Fue la influencia familiar o algo dentro tuyo «se despertó» y dijo: «quiero hacer esto»?
—Empecé hace más o menos siete años, de los cuales los últimos cuatro o cinco empecé a hacer esto de manera más profesional y dedicarme a tiempo completo. También empecé a mejorar el taller y a dedicarle más horas, lo que hizo que mejorara en lo que hacía. Al principio era como un hobby e iba tratando de aprender técnicas y experimentando. Con el tiempo fui tomándole más cariño y amor. Siempre rescato que al principio es un aprendizaje constante y con los años uno se va mejorando.
Por otro lado, en el arte es complicado lanzarse y decir «bueno, voy a dedicarme a esto», más en Argentina, que es un país complicado para vivir de esto. Al principio estaba un poco con la duda, pero en algún momento dije: «no, esto es lo que me gusta, le voy a buscar la vuelta como sea». Aparte, creía que tenía que funcionar porque ya estaba empezando a recibir cosas positivas: empecé a poder vender más obras afuera del país, también empecé a tener más clientes… Eso fue motivando un poco a que me dedicara más a esto. Ahora me puedo dedicar profesionalmente.
También me motivaba encontrar mi camino, mi estilo. Eso es importante porque muchas veces uno puede imitar o copiar, pero yo quería que realmente vean una obra mía, que digan «la hizo Andrés, es de él».
—¿Cómo definirías tu estilo?
—Me gusta mezclar un poco lo que es la cultura popular con ese estilo como steampunk, retro vintage, porque podés usar materiales como chapa o cosas de ese estilo. Me gusta poner partes de maquinarias, porque le da esa estética como retro futurista que me gusta. También me gusta el rock and roll, la música más vieja, las películas antiguas… Como me gusta esa estética, busco ese estilo.
—Justamente se nota ese gusto del rock and roll, especialmente en la colección de guitarras eléctricas.
—Bueno, esa colección la presentamos este año en el Hard Rock Cafe de Puerto Madero. Ahí pude conocer a un montón de leyendas del rock que admiraba. Que vengan a un evento que hacía con guitarras que creé yo fue increíble. Me pasó que le firmaba autógrafos a músicos que escuché toda la vida y pensaba: «No puede ser que le esté pidiendo un autógrafo a él y él uno a mí». Por ejemplo, pude conocerlo a Chowy Fernández, que es uno de los guitarristas más grosos del momento. Que toquen la viola y le saquen el sonido que le sacaron, que no quede solamente como que es una obra linda o que es una escultura, sino que es funcional y que ellos le den su aprobación… La verdad que estuvo buenísimo.
—Es como que hay un doble mérito ahí, ¿no? No solo el haber hecho la pieza, en este caso, la guitarra, sino que encima es funcional y pudiste ver cómo le daba uso gente a la que vos admirás.
—Fue increíble porque realmente si te ponés a pensar, un músico no va a salir con un instrumento que suene mal o que no esté bien hecho. Entonces, que en un lugar así un músico de la calidad de él le dé la aprobación para mí es increíble. Yo me tomé mucho tiempo, fue mucho trabajo para cada guitarra, entonces aprecio que la gente vea que no solamente son bonitas, sino que tienen esa funcionalidad.
—¿Qué propósito tenías en mente cuando creaste la colección de las guitarras?
—La idea era esa: que fueran funcionales, que tuvieran el peso de una guitarra normal, tratar de respetar todo eso. El primer prototipo me llevó como un año. Ahora ya las hago un poco más rápido, pero todas tuvieron mucho trabajo, mucho amor.
Por ejemplo, la del AK-47 [que usó Ca7riel] fue muy loco porque quería buscarle ese ese doble sentido: si la ves es un arma, pero a la vez es una guitarra; no dispara balas, sino que dispara notas musicales. Me pareció interesante jugar con ese doble sentido. El destino quería que la tenga él y se merece tenerla. Por mi parte, más que contento con que él tenga un instrumento mío y que lo lleve por todos lados, mostrando lo que hago y haciendo que la gente se sorprenda por ver un instrumento así.
Las otras que hice también son muy diferentes, de repente tienen un reloj o una cadena de moto. Los músicos las miran de todos lados y está buenísimo ver las reacciones, también cuando las tocan y dicen que tiene un sonido increíble. Yo al principio quería emular y buscar el sonido de una guitarra de madera, pero después me di cuenta de que no era el camino, que mis guitarras van a tener su propio sonido porque los materiales son diferentes. Entonces por ahí tengo que buscar ese sonido distinto más que emular el de una guitarra normal. Incluso músicos de mucha trayectoria me han dicho que tienen algo que no tiene una guitarra de madera, que hay técnicas y cosas que suenan diferentes. Eso está bueno también, hay músicos que buscan tener un sonido diferente, más allá de la estética del instrumento.
—Respecto a los materiales, ¿cómo los conseguís? Por ejemplo, algunas guitarras tienen monedas italianas, otras relojes japoneses… No son cosas que quizás puedas encontrar muy seguido.
—Estos últimos años tengo mucha gente en que me sigue en Instagram y Facebook, entonces a veces me mandan cosas. Después también mis amigos. De repente uno viajó a Italia o México y me trae una moneda. O el relojero de la ciudad donde vivo me dice «mirá, tengo toda esta caja con relojes que no voy a usar o que son de repuesto». Un poco he ido juntando materiales así. Igualmente, no es que yo agarro cualquier cosa y la pongo así porque va. No, voy buscando cada pieza que me guste, que quede bonita, que me parezca interesante y la voy guardando y poniendo donde me parece que puede quedar mejor.
Al principio era más que nada gente del pueblo o iba activamente a buscar los materiales, especialmente a los talleres de motos y autos. Trataba de reciclar de esa manera para darle un doble uso a los materiales que la gente descarta, porque esa es la idea también: reciclar, darle una segunda vida. Entonces un poco empezó con eso.
También es porque la chatarra en general es el material que más abunda y los materiales reciclados son lo que la gente menos usa y hay en todos lados. Yo siempre digo que si hubiera nacido en Florencia [Italia], capaz que estaría cincelando en mármol (Risas). Pero en Argentina lo que más abunda es la chatarra, metal, chapas, así que reciclo eso y voy experimentando. A veces mezclo materiales como vidrio con resinas. Siempre estoy tratando de probar materiales nuevos y ver qué se puede hacer.
—¿Cuál fue el material más raro con el que trabajaste?
—He desarmado máquinas de coser, máquinas de escribir de los años ’60 y ’70, autos enteros prácticamente. Una vuelta un amigo me dice «tengo un Ford Taunus para vos». Uno de los manómetros y los relojes terminaron siendo parte de una de las guitarras eléctricas. Nunca había desarmado un auto entero, pude sacar el motor, la caja. Desarmé tantas máquinas y cosas que ya no tengo ni noción de lo que soldé y corté (Risas). De chiquito me gustaba desarmar las cosas para ver qué tenían adentro, así que un poco siguió quedando esa magia de desarmar cosas.
Yo suelo experimentar un montón con el material, con cobre, bronce… La guitarra que hice para para Ca7riel tiene detalles en bronce, la parte de la culata está toda cincelada, tiene un cráneo. Siempre estoy experimentando, incluso con madera, pero más que nada el metal. Lo que tiene el metal es que es un material muy dúctil. La madera la cortaste y es muy difícil volver a pegarla para que tenga la forma que vos querías de vuelta. En cambio, el metal lo cortaste o se quebró y podés volverlo a soldar y pulir para que recupere la forma. Es decir, podés equivocarte y volver atrás. No es como el mármol, que golpeaste un poquito de más, se partió y ya tenés que hacer la pieza de vuelta.
—Uno de los pilares de tu obra es el cuidado al medio ambiente. ¿La idea de usar materiales reciclados es algo que tenías pensado desde un principio o fue consecuencia de los materiales y circunstancias que tenías para trabajar?
—Fue un 50/50. Siempre me interesó el reciclaje. Por ejemplo, estoy juntando todos los días latitas de aluminio. No se gana un peso con eso, pero me motiva ir, llevarlas y ayudar un poco a no ensuciar la ciudad donde vivo. Quizá pasa que un amigo tira un papel a la calle, entonces lo levanto y lo llevo a la basura, además de que trato de darle el ejemplo. Todos vivimos en este mundo, estamos de pasada, y hay que tratar de cuidarlo lo que más lo que más podamos. Tendríamos que intentar, aunque sea un poquito, tener un lugar más limpio y mejor.
—¿Cómo es tu proceso de trabajo? ¿Qué tomás como fuente de inspiración?
—Yo trato de usar todas las cosas que tengo a mano para inspirarme y también para ayudarme muchas veces. Hay escultores más grandes que se rehúsan a usar la tecnología. Yo por ejemplo uso ChatGPT para que calcule cuánto va a medir cada pie, mano o la cabeza, entonces me da las proporciones. Mi proceso empieza así, con una foto tal vez, y ahí calculo las medidas. Hay algo que no falla y es la vista. Vos podés ver algo y te das cuenta de que no está bien o no cuadra muchas veces. Puede tener las medidas, pero al verlo tenés una pauta de que está bien proporcionado.
También boceteo cuando algo lo amerita. Dependiendo de si es una escultura, lo bosquejo, voy haciendo el contorno con la varilla y le voy dando el cuerpo, para después rellenarlo con piezas y buscarle la forma. ¿Cuál pieza puede encajar, cuál no? Y ahí se va armando de a poquito, como un pequeño Lego gigante de hierro y materiales reciclados.
En cuanto a la inspiración, no es algo que te baja de pronto y de repente aparece cuando estás durmiendo. Yo creo que la tenés que ir buscando, es algo constante. Tomo inspiración de todo, películas, libros… Si veo algo que me interesa lo hago. Capaz hay una película y me pareció interesante un personaje o me llama la atención algo que leo o una foto, entonces tomo inspiración de todo eso. De todo lo que se me cruce voy viendo qué me interesa.
Un poco también es sacar de contexto las cosas. Es muy loco ver una escultura como la que yo hago, porque es rara la forma, las piezas. Tal vez la ponés en un lugar, saca de contexto todo y te saca un poco de la realidad. Quizá estoy haciendo una escultura acá en el taller y viene un amigo o algún familiar, de repente ve un caballo de dos metros y dice «¿qué es eso, de dónde lo sacaste?». Yo busco eso, que cada escultura te saque un poco de la realidad y te haga ver la vida de otra forma, me encanta generar esa emoción. Si bien hago un arte que es más figurativo, yo trato de mostrar mi visión de cada cosa.
—En tus redes sociales publicás bastantes frases referidas al arte. Una de ellas es: «Todos los días se puede encontrar algo de arte en todo lo que nos rodea, un árbol, una plaza, una sonrisa, una melodía, un color». ¿Cómo definirías el arte?
—Hace poco escuché una frase que me gustó, que decía que el arte sirve para que todo lo demás funcione. Pasó muchas veces en pandemia, que por ahí la gente decía «el arte tal vez no sirve para nada», ¿pero qué hubiera pasado si no hubieras tenido música, películas, libros?
Además, todo tiene un poco de arte. Un mueble bien hecho es una obra de arte, el diseño de una bicicleta es una obra de arte. Hay un poco de arte en todas las cosas que hemos hecho los seres humanos. No todos los que nos rodean tiene la misma casa, donde vivís tiene una construcción que también es artística. Yo creo que todos tenemos un poco de artista y hay que dejarlo salir y buscar esa inspiración todos los días. Tienen que ponerse a mirar en detalle y con los ojos de alguien que quiere aprender mucho.
—Esa es una visión más inclusiva del arte, contraria a la que quizá se tenía en el pasado donde el arte era visto como algo más exclusivo para unas élites y que se limitaba a ser expuesto en un museo, por ejemplo.
—Las redes sociales permitieron que todos podamos ser artistas. Ahora un pibe agarra una compu y te puede producir un tema, está democratizado el arte y no es algo a lo que solamente algunas personas puedan acceder. Hoy en día tenés Internet, que es una puerta para aprender lo que quieras.
Por ejemplo, yo no tengo una formación académica estándar por así decirlo ni tampoco aprendí lutería de forma tradicional. Si bien hay gente que me enseñó cosas de lutería que tenía que saber porque son aspectos básicos, yo no estudié en una academia o instituto, sino que fue un poco de aprendizaje autodidacta, prueba y error. Siempre digo que los artistas que a mí más me gustan ninguno estudió, tanto en la música como en la escultura. Jimmy Hendrix no sabía leer una partitura y es uno de los guitarristas más grande de todos los tiempos. Creo que si uno tiene motivación y ganas, puede aprender cualquier cosa.
—Retomando esa idea, ¿cómo sentís esa democratización? Por ejemplo, antes habías mencionado las complicaciones de ser un artista en Argentina. ¿Sentís que te enfrentás a mayores desafíos por ser de Santiago del Estero?
—Si uno quiere algo y se centra en ese objetivo, en algún momento se va a dar. Hay un factor de suerte, hay un factor de talento. También lo que tienen las redes sociales es que podés llegar a más personas y lugares que ni siquiera tenés pensados. Siempre digo que una idea buena te puede llevar lejos, dos te pueden llevar a donde vos quieras. Me pasó, por ejemplo, de mandar trabajos a Asia, Polonia, y en mi vida pensé que iba a mandar algo allá. Las redes sociales abrieron un poco ese abanico.
El ser de Santiago del Estero para algunas cosas te limita, para otras no. Hoy en día tenés que saber de todo: ser fotógrafo, editar, entre otras cosas. Hacer bien tu trabajo es un poco aprender todo y ser multifacético. En la actualidad el rol del artista no es solamente ser artista. Lo vemos con los músicos y artistas en general, que tienen que ser un poco influencer, tienen que aprender un montón de cosas… Es un pack completo como para que puedan darse bien las cosas y yo de a poco lo voy haciendo. A veces es complicado, no sé si todo el mundo se bancaría ese estrés, por eso es difícil y más acá en Santiago, pero de a poco uno se puede buscar un lugar, es cuestión de llegar.
—En relación con ese concepto de ser multifacético, hay una frase que dijiste que es: «La escultura está llena de desafíos. Es un arte multidisciplinario en el que tenés que ser un poco diseñador, un poco pintor, un poco fotógrafo. Nunca dejás de aprender y evolucionás constantemente». ¿Qué rescatás de lo que aprendiste en estos años como escultor?
—Que hay que ser más objetivos. Muchas veces con algunas cosas uno se va por las ramas y cuesta enfocarse. Como venía diciendo, si sos multidisciplinario, al final terminás aprendiendo un montón de cosas. Lo que le diría a la gente es que se especialice en algo. Si te gusta pintar, tratá de ser el mejor pintor que puedas; si te gusta la fotografía, tratá de ser el mejor fotógrafo que puedas. Eso te va a llevar a un punto interesante.
A mí me pasaba que de repente estaba haciendo esculturas y también estaba aprendiendo fotografía y a pintar… Hacía muchas cosas a la vez y eso también estuvo interesante porque fue una academia complicada de terminar. Hoy en día tenés que saber un poquito de todo y eso está bueno. Por ejemplo, si sacan una foto o hago algo, yo ya sé lo que quiero y cómo quiero que se vea mi obra o el resultado final.
También me pasa que ahora las cosas que hago quedan como yo quiero y eso es lo que más me costó. Por ahí al principio decía «no me quedó como lo esperaba», pero hoy en día sí. Es importante no ser tan exigente porque la perfección es algo imposible de alcanzar. Lo decía Salvador Dalí, que es imposible llegar a ser perfecto en el arte. Uno puede armar y tratar de buscar lo mejor que pueda hacer en el momento y con los materiales que tenga. A mí me pasó eso de buscar materiales y tratar de usar lo que tenía a mano para hacer lo mejor que pueda. Tampoco estaba tan mal porque se me dio, así que creo que hice un poco bien las cosas.
—Además de esa búsqueda por la perfección, ¿cuáles son otros desafíos que enfrentaste a lo largo de tu carrera?
—Todos estos años he recibido muchos encargos y han sido cosas muy diversas. De repente me piden una escultura de una mujer y un hombre besándose o un auto o una moto. Entonces como que yo no hago un tipo de escultura estándar o una sola forma con un único motivo. Eso hace que todo nuevo trabajo sea un desafío, porque con cada cosa nueva que hacés se te presentan problemas diferentes y los tenés que ir resolviendo de forma diferente, así que es constante el desafío.
—¿Y el momento más gratificante de tu carrera?
—Cuando hice la presentación de las guitarras eléctricas, que fueron un montón de músicos y leyendas del rock nacional. Que hayan ido a ver lo que hacía fue genial. También lo de Ca7riel es un momento que estuvo buenísimo. Un evento de esa magnitud y él estaba tocando una viola mía. Como dije antes, el hecho de que yo estoy acá en Santiago del Estero y que él justo vio una de las guitarras que hago y se haya interesado… Muchas veces que hay que tener fe y cariño en lo que uno hace y en algún momento las cosas se van a juntar, el universo va a conspirar para que te vaya bien.
Han sido muchos momentos positivos: mandar cosas a galerías fuera del país y que de repente las estén exponiendo en Miami o en Nueva York. Yo vengo de Santiago del Estero y es increíble que se den esas cosas, no es lo normal. Pero me he dado cuenta con los años que con el arte pasan cosas que no son normales siempre, así que eso es lo genial.