¿Arte digital o arte tradicional?: un debate con final abierto

Fuente: Ámbito – industria se ha visto sacudida por la irrupción de obras realizadas en formatos digitales, que pueden verse en salas de exposiciones, en sus versiones impresas, como así también en toda clase de plataformas y dispositivos electrónicos.

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Sin duda que las nuevas tecnologías han venido para quedarse, conviven prácticamente en todas las actividades de la vida cotidiana e intervienen en muchos de los procesos creativos del quehacer individual o colectivo de nuestro tiempo.

Como no podía estar ajeno a este proceso, el mundo del arte también se ha visto sacudido por la irrupción de obras realizadas en formatos digitales, que pueden verse en salas de exposiciones, en sus versiones impresas, como así también en toda clase de plataformas y dispositivos electrónicos.

Ya sea en las llamadas exposiciones inmersivas, las de realidad virtual o los novedosos NFTs, es cada vez más frecuente ver o participar en alguna de estas formas de expresión artística, que atraen a un público interesado y creciente.

La gran pregunta es: ¿qué pasará con las formas tradicionales del arte?

Seguirán existiendo con tanta claridad y energía como lo vienen haciendo desde la prehistoria. La razón fundamental de esta afirmación es que son formas de arte de tan diferente naturaleza que pueden coexistir perfectamente sin que una tenga qué sustituir a la otra. Por el contrario, pueden complementarse, enriquecerse mutuamente e incluso potenciarse.

Si analizamos brevemente ambas formas de expresión, vemos enseguida que la diferencia está básicamente en el modo en que unas y otras son producidas y (por consiguiente) percibidas por el espectador.

El arte digital utiliza medios tecnológicos para producirse y reproducirse, es decir, requiere de máquinas que mediatizan la ejecución de la obra, la cual puede ser materializada, o no, a la vez que es realizada; mientras que los NFTs permiten mantener su carácter de obra única y original. Esta mediatez de ejecución les otorga unas características comunes y de algún modo estandarizadas como resultado del uso de dispositivos y no de la intervención directa de la mano del artista.

Si bien los medios de reproducción pueden luego dar cierto número de variaciones a la obra, ésta siempre mantendrá su condición de producto tecnológico.

El arte tradicional en cambio, es un producto directo de la mano del artista, tiene defectos humanos, quedan inevitablemente expresadas las dudas, los arrepentimientos, los aciertos y las emociones de su hacedor. La materia con la que está realizada posee por sí misma elementos expresivos, más allá del contenido evidente de la obra. Un mismo tema dirá cosas distintas según sea un óleo, una acuarela, un sencillo dibujo a lápiz o un mármol de Carrara. A esta cualidad material se le llama factura, término que define la esencia expresiva de la obra de arte tradicional.

Esta íntima relación que logra el artista con el material elegido, hasta revelar todos sus secretos luego de años de la práctica del oficio, le ha dado a la humanidad maravillosas e imperecederas obras de arte, siempre vigentes, que nos siguen emocionando más allá de los siglos transcurridos.

Si tenemos el óleo sobre lienzo de Las Meninas del autor español Diego Velázquez, donde se puede apreciar la técnica, la paleta empleada y su so aporte; podríamos buscar la mejor imitación, pero distaría mucho de la original.

¿Lograrán el mismo cometido las actuales obras digitales? Solo el tiempo nos dará la respuesta…

Artista Plástico. Presenta su obra el 22 de agosto en Galería El Socorro.

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