Fuente: La Voz ~ Quienes formamos parte del pequeño mundo del arte, tenemos a mano el teléfono de José Mascarello, “Pepe”, un transportista que siempre se hace el tiempo para trasladar obras de arte con mucho cuidado y a buen precio.
Además de ser fletero, a lo largo de su vida Pepe ha intercambiado con artistas lo que cada uno hace: viajes por obras. Esas obras que trocó hoy forman parte de su colección y en la actualidad cuenta con un acervo de 70 piezas, aproximadamente. Lleva casi 30 años con el oficio de transportista y su hijo mayor, Facundo está siguiendo sus pasos.
La primera pieza
En agosto de 1990, Pepe comenzó a dedicarse al traslado de todo tipo de objetos. En una oportunidad, la escultora cordobesa Susana Lescano lo convocó para contratarlo para un flete y a partir de allí empezó a vincularse con galeristas y artistas cordobeses, que más tarde fueron rosarinos y porteños.
Lescano aclara, con entusiasmo, que Pepe no es un fletero común. “¡Es un personaje! Siempre está dispuesto a embalar, a cargar, a descargar. Él participa activamente de la producción de una exposición, incluso en los momentos más caóticos. Con tranquilidad ayuda en lo que hace falta”.
Finalmente, Susana sintetiza: “Se hizo un gran compañero en mi profesión, porque siempre está disponible y predispuesto”.
Años después, en 1995, a Pepe le tocó hacer un flete para Raúl Teppa (Córdoba, 1947-2016). Al momento de pagarle, Teppa le abonó sus correspondientes honorarios y le regaló una de sus obras.
Pepe se acuerda como si fuera hoy que el artista le dijo: “Tomá, esta obra es para vos por tanto tiempo que venimos trabajando juntos”. Y que, entre risas, le advirtió: “¡Pepe, ni se te ocurra venderla!”.
Así fue cómo durante casi 30 años Pepe fue a veces, recibiendo regalos por su trato cuidado, y otras trocando viajes por obras.
Los artistas del tesoro
Pepe define la colección como su pequeño tesoro y detalla con pasión la manera en que de a poco cada integrante de su familia se ha ido entusiasmando con la llegada de una nueva obra, cómo aportaron ideas sobre la ubicación en la casa, entre otras tantas observaciones.
También cuenta que, en ocasiones, han intentando comprarle alguna de sus piezas y que en todas aquellas circunstancias rechazó la oferta. “Se trata de obras únicas, su valor es muy preciado para mí”, dice.
En su acervo de obras se destacan lo nombres de reconocidos artistas cordobeses y de otras provincias: Carlos Alonso, Gabriela Alejandra Bárcena, Luis Bernardi, José Benito, Nancy Cabanillas, Elian Chali, Mariano Cuestas, Sara Fernández, María Gracia Finocchietti, Claudio Gómez, Susana Lescano, Eduardo Livadioti, Leonardo Herrera, Juan Longini, Roger Mantegani, Natalia Mónaco, Claudia Perrotta, Tulio Romano, Pablo Scheibengraf, Raúl Teppa, Jorge Torres y Luis Wells, entre otros.
Al ver las piezas en su conjunto, el concepto de la ofrenda recibida aparece y trepa por las paredes de la casa de su dueño.
En esa colección de obras es posible identificar un universo común: predomina la abstracción geométrica, las acuarelas y el lenguaje figurativo. Hay una geolocalización en el aire: Córdoba está presente con su tonada, sus paisajes y figuraciones.
Puerta abierta y viajes interespaciales
Dice el historiador de arte francés Georges Didi-Huberman: “Siempre, ante la imagen, estamos ante el tiempo. Como el pobre ignorante del relato de Kafka, estamos ante la imagen como ante la ley: como ante el marco de una puerta abierta”.
Entonces, mirar una obra de arte, contemplarla y vivir con ella en la cotidianidad del hogar es tal vez una puerta que se abre hacia una experiencia artística nueva. Quizás, adquirir piezas de arte y así conformar una colección ha dejado de ser una práctica exclusiva de un sector minoritario de la sociedad, para también ser parte de quienes pueden identificar en el arte algo que los conmueve.
En este sentido, la socióloga argentina Mariana Cerviño, investigadora y especialista del tema, señala que diversas circunstancias alimentan la emergencia de un nuevo coleccionismo, cuyos inicios suelen situarse en la década de 1990. Proveniene de sectores medios y medios altos, y una de las características salientes de este grupo es que en general no dispone de grandes sumas, explica Cerviño.
De esta manera, el nuevo coleccionismo podría abrirse caminos hacia personas como Pepe, que aprecian las obras de arte, desean que sean parte de sus vidas y cuentan con recursos para invertir en ella.
Hay una nueva moda entre los multimillonarios más poderosos del mundo, que invierten su dinero en viajes espaciales. Como Jeff Bezos, dueño de Amazon, que junto a otros tres turistas estuvo orbitando 11 minutos en el espacio exterior. O la ocurrencia el británico Richard Branson, que hizo lo propio con un vuelo privado interespacial relámpago.
En casos como el de José Mascarello, ya no se trata sólo de fastuosas inversiones de dinero en artistas famosos sino de sensibilidad y presupuesto (en el caso de Pepe, se trata de trueque) ajustados a las posibilidades de cada quien.