Fuente: Ámbito – El prestigioso artista y director de cine inaugurará el sábado 13, con preapertura el 6, la muestra «Fragmentos resignificados: Resistentes» en el Centro Cultural CMA de Avellaneda.
“La expresión artística no ‘se hace’ política, sino que es política por naturaleza”, dice a este diario Silvio Fischbein, prestigioso artista visual y director cinematográfico, que está celebrando seis décadas con el arte. “Creo que el arte, y así lo intento hacer con el mío, debe tener como fin mejorar el bienestar de la gente, ofrecer algo que permita reflexionar, pensar. Esta muestra nueva, tan abarcadora, lleva a ver una evolución tanto morfológica como ideológica, que será movilizadora”.
Fischbein se refiere a la exposición «Fragmentos resignificados: Resistentes», que se inaugurará el sábado 13 en el Centro Cultural de Avellaneda CMA (San Martín 797), con una preapertura para invitados este sábado 6. A lo largo de su carrera, Fischbein ha participado en 41 exposiciones individuales en el país y en el exterior, así como en numerosos salones y exposiciones colectivas. Fue becado por los gobiernos de Canadá y Francia, y ha recibido la Beca Pollock-Krasner Foundation en 2015 y 2018. En 2021, fue galardonado con el Primer Premio de la 26ª Bienal de Arte Textil. Ha publicado dos libros: ‘Silvio Fischbein. Artista visual’ (2015) y ‘Silvio Fischbein. Artista visual II’ (2019).
En un diálogo anterior con él, en ocasión de su muestra “Obra inconclusa”, en el Centro Cultural Borges (2019), se produjo una curiosa confrontación entre dos espectadores, uno de ellos “celeste” y el otro “verde”, porque interpretaron la instalación (que incluía muñequitos de plástico perforados por cuchillos, barridos por escobas, recogidos por palas) como una inequívoca referencia del artista al tema del aborto, que se debatía por esos días. Ignoraban esos espectadores que la muestra había sido hecha una década antes.
“Qué tontería esa pelea”, se ríe hoy Fischbein cuando le recordamos el incidente. “Nosotros siempre tendemos a la grieta. Si alguien es verde lo ataco, y si otro es celeste lo ataco. Somos así, creo que la grieta forma parte de nuestra identidad: parece que si no estamos en la grieta, no existimos.”
“Usted trabaja con la mirada como parte del circuito artístico”, le decimos. “Siempre”, responde. “Trabajo con preguntas, cuestionamientos. Mi materia no es ni el papel ni el cartón ni el óleo, esos son meros soportes: el verdadero material del trabajo es la mirada con sus propios interrogantes. El espectador debe concluir el proceso de la obra de arte. No existe una obra única, hay tantas obras como espectadores tiene esa obra. Es un proceso. Por supuesto, para el mercado es otra cosa; de lo que hablamos ahora es de la expresión artística y la multiplicidad de miradas.”
“No hay momento más trágico que cuando me preguntan qué quise decir con tal obra”, agrega. “Si yo pudiera decirlo en tres palabras sería más fácil, más contundente, pero de una contundencia que impediría la posibilidad de cuestionarse. La riqueza de significación desaparecería.
El diálogo continuó de esta forma:
Periodista: El mensaje publicitario opera en esa dirección.
Silvio Fischbein: Por supuesto, no el arte. Hará unos veinte años, una amiga muy querida, que había sido la protagonista de mi primer cortometraje; yo veía que ella estaba frente a una obra mía, y no se movía. Al cabo de un rato, cuando se dio vuelta, la vi llorar y me dijo ‘Esto es un campo de concentración’. Yo jamás había pensado eso cuando la hice. Esta amiga ni siquiera era de la comunidad judía, se representó un campo al ver la obra. Ese el trabajo nuestro, ofrecer elementos para que el otro se cuestione.
P.: Usted ha dicho que no se propone reproducir un objeto sino incorporarlo a la obra.
S.B.: Exacto. Siempre sostuve que ni dibujo ni pinto el objeto, lo incorporo. La nueva muestra está compuesta por módulos con recortes de diarios y revistas, cajas forradas con papeles, textos en distintos idiomas. Yo fui director de la carrera de Imagen y Sonido de la UBA, en la misma época en que hacía cine, lo que me llevó a presidir por varios años la Asociación Iberoamericana de Escuelas de Cine, y recorrí el mundo dando charlas, cursos, seminarios, y estableciendo contactos. Así, hasta hoy sigo recibiendo diarios de la India, de China, de Grecia, de Israel, de los países árabes, lo cual me permite trabajar con todos esos alfabetos, sus texturas y tipografías: eso produce, estéticamente, claroscuros, efectos distintos, y a la vez la certeza de que en el fondo somos todos iguales. También trabajo con mapas, que transformo para generar una geografía distinta.
P.: Su nueva muestra, que repite el título de otra del año pasado, agrega el subtítulo “Resistentes”. Esa palabra, en el contexto actual, tiene un significado prevalente, ¿verdad?
S. F.: Esa es la cuestión. Que cada uno lo lea como quiera, pero yo creo que ocupar una parte de la exposición con obras viejas, y ver cómo se resignifican, como dialogan con la nueva, es decir, el contraste de los elementos morfológicos y conceptuales, da la idea de una resistencia. Tiene muchos significados.
P.: Pero hoy se piensa de inmediato en la cultura, la política.
S.B.: Me acuerdo de la canción y del programa de televisión: ‘Resistiré/ para seguir viviendo’. Sí, hay que resistir. Y me permitiré un comentario ajeno al arte. Yo, por ejemplo, estoy jubilado, y vivo de esa jubilación. Este mes me enteré de que el monto que voy a cobrar es el mismo que el del mes pasado, que ya no me alcanzaba. Quiero aclarar que no soy peronista, ni del PRO, ni libertario. Soy alguien que tiene sentido común. Yo antes trabajaba de una forma, y ahora me las tengo que rebuscar para trabajar de otra. Me pasa en el taller, en la cocina, cuando salgo.
P.: Esta muestra celebra sus sesenta años con el arte, pero debería aclarar que la primera fue la que hizo siendo un adolescente.
S. F.: Sí, sí… Tenía quince años.
P.: Fue en la galería Lirolay, donde también expusieron Marta Minujín, Kenneth Kemble, León Ferrari, García Uriburu…
S.F.: Así es, exponían todos esos monstruos y yo entré ahí estando en el colegio secundario. La pasé muy bien, me gustó mostrar mis obras. Vendí más que en ninguna otra muestra en mi vida. Y eso me llevó al año siguiente a exponer en Rubbers, que en aquel momento era de primer nivel entre las galerías de arte.
P.: ¿Qué particularidades tiene la nueva exposición?
S.B.: La del año pasado, en galería Imaginario, eran trabajos de los últimos dos o tres años. Esta nueva, en el CMA de Avellaneda, ocupo las dos salas de la planta baja, y si bien intenté hacer la curaduría convirtiendo ambas salas en una, finalmente la del lado izquierdo es todo el proceso para que se llegue al lado derecho: allí hay obras hechas el año pasado y el actual, y las que están en la sala izquierda corresponden al año 2004 en adelante, pero siempre inéditas.
Aunque se dedicó al cine desde joven, Fischbein se dio a conocer al gran público en 1988 con el film “Mamá querida”, que protagonizaron Chela Ruiz, Víctor Laplace y Selva Alemán. Luego estrenó la comedia “Tus ojos brillaban”, en donde Fabián Gianola interpretaba a un enólogo enamoradizo, en un elenco que integraron Laura Oliva, Miguel Ángel Rodríguez, Hugo Arana, Susana Traverso y Claribel Medina.
P.: Victoria Villalba, que escribió uno de los textos curatoriales de la nueva muestra, habla de “una ciudad imaginada por un niño, donde cada elemento invita a reflexionar sobre la coexistencia pacífica y la igualdad. Esto me recuerda que la última vez usted me contó que tenía el guión de una película que quería hacer, sobre ciudades en miniatura.
S.B. Es un libro que hasta hoy tengo ganas de filmar, pero el trabajo de dirigir a cuarenta personas en un rodaje no lo cambio por la paz de mi taller. La última película que rodé tuvo tantas complicaciones burocráticas que quedé exhausto. El cine es así, y ya no estoy para eso.
P.: Truffaut decía que lo hermoso no es hacer una película sino haberla hecho.
S.B. (sonríe) Es tal cual.