Fuente: Clarín ~ Javier Balate levanta muebles abandonados, trozos de hierro y otros desechos para transformarlos en piezas de exhibición.
Persona creativa, autodidacta, amante del medio ambiente y de su barrio de San Isidro, así se caracteriza Sebastián Javier Balate. Desde hace varios años recorre las calles de su vecindad juntando objetos abandonados para darles un segundo uso a través del arte.
“Trabajé en una casa de música por Martínez durante 10 años hasta que me cansé y me fui. Pasé por diversos lugares para tratar de conseguir trabajo hasta que en un momento me quedaban mil pesos, no tenía más ahorros. Decidí ir a una verdulería a comprar un cajón de frutas para pintarlo y venderlo. A partir de ahí me surgió la idea de reciclar”, comentó Balate.
Fundó su propio emprendimiento llamado Con aroma a frutas en su casa: “Cuando lijaba los cajones, salía el olor a la fruta que contenía, ya sea de mandarina, pomelo o manzana, por eso le puse ese nombre”.
Trabajando con hierro. Todo lo que colecta de la calle lo lleva a su casa para trabajar.
Con muchos colores, Balate decora los cajones. Pinta dibujos desde mariposas, pájaros y árboles, hasta que despertó el interés de los vecinos y le empezaron a mandar muebles antiguos de la familia para que los restaure y los pinte.
“Desde que me levanto hasta que me voy a dormir estoy todo el tiempo craneando qué hacer”. El artista entrena por la zona del Hipódromo de San Isidro y un día empezó a recolectar de la calle pedazos de madera, chapa, partes de autos, hierros que dejaba la gente tirada, para poder hacer arte.
“Tengo conciencia sobre el medio ambiente, me gusta cuidar mi barrio porque es mi mundo, es por donde yo me muevo. Me la paso juntando basura y la trato de reciclar como la encuentro. Lo único que hago es pintarlo arriba o hacerle alguna decoración”, opinó Balate.
Lo que dio inicio al arte en los objetos. Empezó pintando cajones de frutas hasta restaurar muebles de vecinos.
Continuó: “Me llama mucho la atención la madera vieja con pedazos rotos o agujeros, lo que busco es esencia en el material, mientras más oxidado, viejo y descontrolado esta, mejor para mí”.
Este amor por el reciclaje lo heredó de su abuelo, que también juntaba objetos de la calle: “Cuando era chico lo veía y no entendía porqué agarraba esas cosas. Pero no acumulaba, algo siempre hacía con la basura”. Y añadió: “A parte de que a mí me gusta levantar cosas que veo para hacer algún proyecto, me gustaría que toda la gente cuide el barrio un poco más. Capaz alguien me ve haciendo esto y le despierto la importancia de no tirar cosas a la calle o de levantarlas”.
Su casa también está invadida de los objetos que encuentra: “Vivo en una casa-taller, guardo todo acá. Los vecinos cuando pasan por la vereda se la quedan mirando porque está pintada de color naranja y todo el balcón está lleno de pintura. En los pasillos podés encontrar desde ladrillos, pedazos de hierro hasta estructuras metálicas. Tengo un cuadro gigante de tres por dos metros que lo levanté de la calle y le pinté una súper ilustración de una historieta japonesa”.
Pinta murales por el distrito. Sus dibujos se basan en la naturaleza y en los animales.
En la actualidad, además de restaurar y pintar objetos de menor tamaño, se está dedicando a dibujar murales por el barrio y por los municipios vecinos: “Me gusta todo el tiempo estar cambiando las cosas que hago. Ya hice dos murales en San Isidro, uno de ellos al frente de mi casa, también pinté uno en San Fernando y en Tigre.
“El tema de los murales es muy de boca en boca, cuando laburás en la calle es increíble porque tenes contacto con la gente”. Sus obras en escala también se destacan por representar la naturaleza y los animales. “Además, tengo un lado rockero, pinto motos y algunos cantantes de otras décadas”, afirmó.
Por último, Balante opinó: “Más que artista, prefiero considerarme un tipo creativo, porque si no es con hierro, es madera, chapa o lo que encuentre. Me gusta observar mucho y me sale súper natural lo que hago. Para mí, el ser artista es un conjunto de cosas que dice cómo vivís la vida.