Fuente: Telam – Con imágenes de grandes pájaros, flores como naturaleza muerta o un impactante paisaje rocoso, a prueba de intemperie, el artista expone sus trabajos más recientes en «Biopics», una muestra individual que podrá verse hasta octubre el barrio de Recoleta.
Con imágenes de grandes pájaros, flores como naturaleza muerta o un impactante paisaje rocoso, pintados sobre chapa como lienzo y capaz de soportar la intemperie, el pintor Hernán Salamanco expone sus trabajos más recientes en «Biopics», una muestra individual que podrá verse hasta octubre en la galería de arte contemporáneo Smart Gallery del barrio de Recoleta.
«La pintura de Salamanco es de intemperie», dice la curadora Lara Marmor sobre esta obra pictórica cuyo recurso es la pintura de esmalte sintético industrial sobre chapa, característica de este artista nacido en Buenos Aires en 1974 que desarrolló su técnica ante la profusión de carteles con la leyenda «Se vende» o «Se alquila» provocada por la crisis económica social de 2001 en Argentina.
En esta oportunidad, la naturaleza vuelve a estar presente en los trabajos recientes del pintor, realizados entre 2021 y 2023, salvo un par de piezas pequeñas, en esta muestra que podrá visitarse hasta el 12 de octubre.
Parte de una generación intermedia de artistas, Salamanco «siempre pintó y está concentrado en ir como al hueso de la pintura, está comprometido con el medio, lo investiga, y tiene un trabajo sostenido», explica Marmor acerca del pintor conocido por sus sus series de paisajes nevados, selvas tropicales, volcanes y grandes pájaros como el «churrinche, el benteveo, la monjita, el surucuá o el federal», como enumera la curadora en su texto.
Salamanco saca «a la pintura de ese lugar habitual y logra una especie de extrañamiento a partir de un imaginario que tiene que ver en este caso con la naturaleza», dice Marmor y añade: «es un artista muy prolífico, no para de pintar, y lo alucinante es eso, cómo sigue pensando y dándole vueltas al asunto». Sus pinturas pueden «ser un florero o una naturaleza, donde se observa el trabajo con el color, las capas, la profundidad o la representación de los pájaros», describe en diálogo con Télam.
«Él recupera la chapa, no la restaura, labura el accidente a favor de la pintura», explica acerca de algo observable en ciertas texturas donde «aparece el craquelado de las pinturas al óleo -detalla-. Hay algo muy atrapante en sus imágenes, muy poderoso desde siempre y también hay una necesidad vital de pintar»..
Artista visual y formador de artistas egresado de la Escuela Nacional de Bellas Artes «Prilidiano Pueyrredón», Salamanco vive y trabaja en Buenos Aires, se formó como litógrafo en la Academia Real de Bellas Artes de Bélgica y estudió dibujo y pintura con Roberto Duarte.
«Trabajo sobre chapa», dice introduciendo su trabajo Salamanco y añade: «Al principio empezó por la negativa, por la no posibilidad de sentirme cómodo con los materiales tradicionales como la tela o el papel por cuestiones de guardado. Ambos son en general materiales que absorben mucho (material), y yo necesitaba que el soporte devuelva todo lo que le estaba poniendo, y por otro lado, los cambios de temperatura siempre le generan a las telas englobamiento, hongos», explica sobre ese cambio de soporte que comenzó en 2002.
«Cuando fue la crisis financiera vivía en Villa Crespo y realmente fue muy notorio la gente tratando de salir a vender o alquilar la casa porque tenía todo en el corralito y la única forma de hacerse con plata era vendiendo o alquilando la casa, con lo cual las cuadras pasaron de tener uno o dos carteles de venta o alquiler a 10 o 15 en todas las cuadras, lo cual fue muy shockeante a nivel visual en el entorno». Y agrega que se le ocurrió que estos carteles podían «ser un soporte, porque está pintado con una pintura al aceite que es esmalte y es compatible con otros materiales como el óleo, por ejemplo, y además se bancaba la intemperie, la lluvia, el sol», relata.
Ese fue el comienzo, la adquisición dificultosa de los carteles utilizados por las inmobiliarias que eran habitualmente reciclados, mientras él buscaba sacarlos de circulación para poder usarlos como base de sus obras.
Salamanco comenzó a hacer pruebas, porque le interesaba «ver cómo respondía la pintura al soporte» y empezó a hacer cuadros muy grandes «con un trasfondo más de imagen pop, de dibujitos animados, libros infantiles» que ayudaban al tamaño, a «lo plano del sintético y tiempo de secado».
«Esta experiencia fue funcional a todo eso (pintar sobre chapa) y a mi ansiedad también, porque el óleo me generaba mucho tiempo de espera y el acrílico como material no me gustaba», se explaya.
Conocedor de la técnica del óleo y el trabajo con solventes y diluciones por su formación y por haber trabajado durante dos años como «asistente de restauración», todo esto le permitió hacerse «una idea de lo que quería hacer».
«La realidad es que era una incógnita hasta que empecé a pintar los carteles. Ahí empecé a ver que lo que me devolvía estaba bueno, no sólo no absorbía nada, sino que devolvía todo y además me daba la posibilidad de tenerlos por un precio mucho más bajo», cuenta sobre un momento en que pintar en un tamaño de «2 por 3 metros en tela era imposible».
En cambio, cuando comenzó a pintar sobre chapa descubrió como desventaja «que no se podían doblar ni enrollar, eran una especie de mamuts en el medio de mi casa», cuenta haciendo una pausa y revela: «pero me empezó a pasar esto de que no podía parar de pintar, empecé a comprar entre 10 y 20. Nunca pinté tanto en mi vida como en ese momento».
Motivado por el material, como sugiere la curadora durante la entrevista, Salamanco explica que con el juego de solventes y mezclas el foco de atención de las imágenes «transmutó» y «el cómo empezó a ser más predominante que el qué», algo que continúa hasta hoy. Y agrega: «cada vez más le sigo encontrando vueltas y ribetes, el material me sigue dando posibilidades de ir por ese camino».
El siguiente salto fue empezar a probar mezclas de sintéticos con aditivos, sobre todo para su serie de árboles cubiertos de nieve: «Para representar esa nieve mezclé el sintético con tiza, con polvos, con aditivos industriales que daban volumen y a la vez mucha tersura. Y esos bloques de nieve parecían al ser mezclados crema chantilly».
«La cocina que también me convoca estaba presente, y el estudio del pintor es muy de la cocina, me gusta tener eso siempre presente: los aditivos como si fueran condimentos, eso que te cambia el sabor de un plato», dice.
El artista utiliza un esmalte bien de extracción popular, industrial, «la pintura solvente al agua más accesible del mercado», como la que se usa para pintar rejas, y que tiene mucho a favor y la desventaja del «pobre nivel cromático».
Entre las obras, más allá de un pájaro con las alas abiertas exhibido sobre la ventana que da a la vía pública, la atención recae en un mural titulado «Cerrito» que representa un paisaje montañoso con muchos grises y de lectura compleja, atrapante que recrea una geografía particular de Balcarce.
«Es un lugar donde la gente se junta en el centro de Balcarce», en el medio de la ciudad, una cerrillada, un lugar de reunión completamente natural para los que viven allí, pero que para Salamanco es «súper misterioso, mágico, inspira respeto, temor, un montón de cuestiones».
Salamanco indica que el tamaño ayuda mucho a causar un efecto impactante de una obra que es parte de una serie sin un nombre más preciso que «especie de paisajes de cavernas montañosos, grutas».
¿Cómo aparecen las imágenes? «Todas tienen un poco la misma lógica. Son lugares que conozco, reales, en los que cuando estoy me doy cuenta que tienen algo más», manifiesta sobre esa situación interna externa que se produce como un diálogo a partir de la cual me empiezo a proyectar ya estando en el lugar, algo que se relaciona también con una conexión emotiva», dice.
Se trata de una pared de piedra oscura perteneciente al sistema Tandilia-Ventania-Balcarce con «piedras bien negras, lustrosas, de cortes muy planos y rígidos -apunta-. No son fáciles de hacer, no desde lo técnico, sino desde lo emocional sobre todo», suelta e indica: «Siento un alivio enorme de poder tener la obra desplegada acá y no en mi taller, es una sensación de haber soltado algo pesado para que vaya por su carril, aunque la obra en general siempre encuentra su carril más allá de lo que uno proponga».
¿Qué es para Salamanco el arte? «El arte le aporta esa cuota de sentido a la vida cuando ésta, a veces en momentos extremos, hace que perdamos el sentido por una pena muy grande, una pérdida, o incluso por un amor muy intenso donde los límites del sentido de la vida empiezan a verse afectados. Me parece que el arte está ahí para dar respuesta, sustento o apoyo a esos momentos extremos del ser humano», concluye.
Creador de obras que pueden convivir con el afuera, la intemperie, «Biopics», puede visitarse hasta el 15 de octubre en Avenida Alvear 1580 (Planta Baja), de la Ciudad de Buenos Aires, de lunes a viernes de 14 a 19, con entrada gratuita.
La intensidad poética de Hernán Salamanco se expresa en la muestra «Biopics»
El artista Hernán Salamanco, el pintor que reutiliza las chapas como lienzos a los que pinta con esmaltes industriales y experimenta con materiales, colores, texturas y atmósferas, se presenta en la muestra «Biopics» de la galería Smart Gallery con una naturaleza que vuelve a estar presente como gran tema de su obra, aunque sin embargo manifiesta como posibilidad el representar figuras humanas, gracias a una nueva técnica que utiliza.
Salamanco, expuso individualmente en el Centro Cultural Recoleta (2015), el Centro Cultural Borges (2013) y MACRO (2013); en las galerías SlyZmud, Braga Menéndez y Smart Gallery de Buenos Aires y en San Pablo, Brasil. Participó en muestras colectivas en el Mamba, Malba, Proa, CCEBA, el Centro Cultural Rojas y el CCK, y su trabajo fue presentado en Londres, Bruselas, Nueva York, San Pablo y Santiago de Chile, entre otras ciudades. También recibió la Beca del Fondo Nacional de las Artes (2000), el Premio LXII Salón Nacional de Rosario (2008), el 1ª Premio del IV Salón Banco Central y el 2ª Premio Salón Banco de la Nación (2010), entre otros.
Con la naturaleza como gran tema, lo llamativo es la ausencia de la figura humana en las obras del artista: «En esta muestra la elección de los temas es algo que viene desarrollándose en otras series también, mi afección y cercanía con la naturaleza es de toda la vidas, sin embargo, con los pájaros es distinto. Siempre pinté escenas de árboles en la nieve o paisajes como en la serie sobre el Amazonas. En general siempre tienen un correlato externo e interno muy de idea y vuelta», dice a Télam.
«Ese paisaje o imagen, esa temperatura, ese clima, ambiente, también reflejan un poco lo que pasa adentro, me da la pauta, a través de esa metáfora, poder soltarme, expresar determinadas cosa», acota.
En cuanto a los pájaros estos ya habían aparecido junto con las imágenes «pop» sobre chapa pero no como una serie que empezó a desarrollar hacia el 2002. «Luego de muchos años los retomé y me di cuenta que después de haber pintado jarrones con flores, que es una imagen de algo que está en proceso de descomposición, si bien puede tener su belleza es algo que está yendo a su muerte, el desafío era cómo pintar algo vivo que fuera también de nuestro entorno, y también de la ciudad», destaca.
Y esto tiene que ver, con «cómo prestamos atención, frenamos nuestra locura diaria para reparar en cuestiones muy sutiles tales como puede ser ver un pajarito en una rama mientras voy al médico o al trabajo», algo que implica «frenar, divisar, percibir, y conectar un poco», manifiesta.
Aunque, aclara, volviendo sobre la no representación de personas en sus pinturas, que le resulta más sencillo «transportar una humanización a un personaje vivo (como un pájaro), sobre todo por el tamaño, el cambio de escala», pero a las personas, si las pinta, las hace de espaldas, porque como dice «no me sentía muy cómodo al sentir que estaba trayendo presencias, sobre todo, porque venía de representar lugares vacíos o muy desapegados». Y agrega que esto «no quiere decir que no las haga en algún momento, de hecho tengo muchas ganas».
Abordar el cuerpo humano, la piel, puede ser factible con una nueva técnica que experimentó post pandemia donde logra que «las chapas tengan otro nivel de absorción y retención de pintura distinta a la que tenían hace unos años, con un arenado y horneado en la base» que permite a la pintura tomar una forma más «acuarelosa, que parece tinta o algo más atmosférico», y esto le permite imaginar «la vibración de un cuerpo desnudo o los tonos piel, pero es algo a lo que me voy a tener que animar».
Por otro lado, su obra «Flores silvestres» (2022) de esmalte sobre chapa horneada de 100 por 200 centímetros, es una de las obras seleccionadas para participar del Premio de la Fundación Amalia Lacroze de Fortabat que estará expuesta hasta enero próximo en el Museo de Puerto Madero.