Fuente: La Nación – Romina Orazi expone en Praxis una retrospectiva que va de obras en cerámica y una pintura de diez metros de largo a reversiones de “Sin pan y sin trabajo” y “La vuelta del malón” en clave ambiental.
Una retrospectiva de la artista Romina Orazi (Trelew, 1972) en la galería Praxis (Arenales 1311) agrupa reversiones de obras canónicas de la pintura nacional –El rodeo de Prilidiano Pueyrredón, La cascada del Iguazú de Augusto Ballerini, La vuelta del malón de Ángel Della Valle y Sin pan y sin trabajo, de Ernesto de la Cárcova, que integran la colección del Museo Nacional de Bellas Artes-, la monumental Incendios (de diez metros de largo, que se pudo ver en el CCK en 2021), cerámicas, troncos quemados e intervenidos con escenas coloridas. En Partículas del fuego, que ocupa dos pisos de la galería, hay además una instalación con el sonido de una motosierra que se abre paso en un bosque.
La muestra incluye trabajos de distintos periodos, como los “remixes” de clásicos del arte nacional; a la emblemática escena de Sin pan y sin trabajo, que registra la crisis social en el seno de una familia, se suma el impacto ambiental. “La idea de estas piezas es empezar a pensar la idea que manejamos de progreso y cómo este afecta el paisaje y la naturaleza -dice Orazi a LA NACION-. En 1900 comienza la época en que el paisaje pampeano empezó a industrializarse; por eso me gusta hacer el antes y el después de estas formas de pensamiento comunitarias. Si hubiéramos adoptado otra idea de progreso, que no es intrínsecamente malo, quizás hoy tendríamos otra relación con el agua, con el paisaje”.
En el primer piso se puede ver la gran panorámica de incendios que Orazi realizó durante la pandemia. “Provienen de imágenes de lo que sucedía en ese momento en la Argentina y América Latina”, dice la artista. También se exhiben obras inspiradas en los incendios en las islas rosarinas, durante 2022, desde una perspectiva “acuática” (el río Paraná). “Pinté el fuego por primera vez -revela-. Por un lado, ejerce fascinación y, por otro, miedo y terror. Es un elemento de transmutación y de destrucción”.
Orazi avanza en la experimentación con materiales que dan lugar a formas “mulitespecie”. “Este año hice algunas piezas en cerámica y la serie de los troncos quemados, con una suerte de memorias de una vuelta a la vida constante mediante la pintura. Las escenas son citas de imágenes ilustrativas científicas. Los árboles viven en la Tierra mucho antes que los humanos y, en momentos en que los estamos corriendo al costado, resalté esa memoria, ese conocimiento e inteligencia, que llevan todos estos seres”. Los troncos fueron quemados con soplete y algunos tienen pegados plumas de pájaros. “Como nuevas versiones de vida”, grafica.
Se exhiben además dibujos, herbarios y pinturas donde la fronda adopta contornos humanos y fantasmales. “Tienen algo más animista; al darle al paisaje una forma humana se genera una empatía distinta, que nos permite reconocernos en la naturaleza -afirma-. Los pueblos premodernos daban nombre a lagos, montañas, animales”.
“Hace tiempo que el hacer de Romina se emparenta con la naturaleza desde una perspectiva política y ecofeminista -sostiene la curadora e investigadora mexicana Tania Puente en el texto de sala (disponible en este enlace y por QR)-. Ha creado refugios, estructuras móviles y jardines, y ha generado condiciones de posibilidad para que la vida suceda. En Partículas del fuego, no obstante, la violencia, la destrucción y el duelo irrumpen con contundencia. Las obras que conforman esta muestra le abren la puerta al horror y exhiben las heridas de la Tierra para que se impriman en nuestras retinas en un vaivén entre pasados especulativos, tiempos trastocados y desastres en permanente presente”.
Además de las esculturas en cerámica, de la serie Epifitas, se exhibe una instalación escultórico-sonora hecha con el artista Gerardo Sirolli, y con la colaboración de Valentín Kohen Lumer y Valeria Roberta González, donde se escuchan ruidos de motosierras, sonidos de animales y el grito “No puedo respirar”. “Veníamos trabajando en un ‘bosque de sonidos’ ante una amenaza antropocénica y también en esta escultura con tapados de pieles, troncos, plumas y seres híbridos que se vuelven animales de otra especie”, concluye la artista, para quien hay en el arte argentino actual una búsqueda vinculada con la revalorización de la naturaleza y de los saberes de pueblos ancestrales, además de una profunda crítica al extractivismo desmesurado.
Para agendar
Partículas de fuego, de Romina Orazi, se puede ver en Praxis (Arenales 1311) de lunes a viernes, de 10.30 a 19.30m y sábados de 10.30 a 14, hasta el 9 de mayo. También se exhibe, en el segundo piso de la galería, la muestra de pinturas Blanco, de Carina López Winschel (General Pico, 1971).