Fuente: Cronista – «Abanderada» reúne 70 obras donde la artista repiensa los colores patrios para abordar la Patria como el lugar de pertenencia similar al hogar.
El Museo del Bicentenario, dependiente de la Casa Rosada, retomó las exhibiciones temporales y lo hizo con «Abanderada», la muestra que reúne 70 obras de Nora Iniesta donde reversiona los colores patrios, que a veces los presenta como bandera, otras como escarapela y otras camuflados en su mundo lúdico e infantil de figurines de papel y objetos de la vida cotidiana.
La bandera argentina y los colores patrios han sido un tema recurrente en la carrera de Iniesta. Pero ella misma se encarga de aclarar que no es una artista monotemática – en este momento dos obras sin ninguna alusión a los colores nacionales forman parte de la exhibición Arte en Juego en la Fundación PROA – sino que «la idea es mostrar a alguien que trabaja una temática, pero que no trabajó como si me dijesen: ´Ponete a trabajar que te armamos una muestra’. Sino que hay una trayectoria detrás», sostiene durante una recorrida por la exhibición junto a Clase Ejecutiva.
Parada al lado de una bandera argentina realizada con bloques de encastre, Iniesta contempla desde el ingreso del museo la muestra. «La pieza inicial se llama Unión, es la unión de todos los argentinos. Esta diseñada por un engranaje que hace que se encastre una pieza con otra, son más de 10 mil piezas», explica.
Pensada originalmente para mediados de 2020, la pandemia y los cierres por aislamiento obligatorio postergaron la inauguración de la exhibición hasta diciembre. Incluso el día previsto para la apertura también debió modificarse porque Alberto Fernández había agendado un acto en el museo. Dicen que el Presidente se comprometió a recorrerla, pero aún no ha descendido al museo ubicado en la vieja Aduana Taylor, detrás de la Casa Rosada.
La patria como lugar de pertenencia, que puede representarse como un territorio, el hogar o la intimidad, emerge como el tema de la muestra de Iniesta. Porque detrás de las alusiones a la bandera argentina las obras expresan comodidad, calidez y cotidianeidad.
En el plano nostálgico, se trata de un retorno al hogar, al seno materno, a un tiempo más lento de ingenuidad y desprejuicio como es la infancia.
En este sentido, parte del montaje fue pensado para imitar la contención de un hogar con su cortina de ingreso, su espacio delimitado a la cocina donde cuelga una obra hecha con delantales, el living con sus cuadros, adornos y las ventanas.
La segunda mirada a las piezas es la que percibe los materiales. Iniesta estudió en las tradicionales escuelas de Bellas Artes, pero hace tiempo que prefiere jugar con materiales y texturas antes que crearlas.
«Siempre que viajo lo único que hago son ferias populares», admite. En mercado de Francia, Italia, Los Ángeles, Tucumán o Salta – «no soy ninguna snob», aclara – Iniesta compra aquellos elementos que le llaman la atención y que en algún momento podrán formar parte de una obra. Conocida su fama por los elementos de la vida cotidiana y la papelería antigua, sus amigos y afectos le acercan todo lo que creen que le pueda servir.
Individuales de plástico, porras de cotillón, muñecas, figurines de próceres, un plato decorativo, un delantal, los materiales que utiliza Iniesta son siempre cotidianos, nunca lujo. Y aunque no le guste, desarmar la obra para entender la materialidad surge como un acto reflejo para el visitante.
«No me importa que se spa donde compré cada cosa, lo que me importa es que se vea que con lo que tengo puedo armar una composición. Tiene que ver con eso básico, primario, lo primero que aprendo en el jardín de infantes a recortar, pegar», sostiene.