Fuente: La Nación ~ El artista cordobés, que residió durante décadas en París, falleció en Buenos Aires a los 88 años, tras una operación de cadera
Murió en la Argentina, país que nunca dejó atrás. Todo lo contrario: en su casa de las afueras de París, donde vivió durante décadas, Antonio Seguíalojó a varios de sus compatriotas, a quienes recibía con asados hechos con carne y carbón argentinos. Y no solo eso: por su taller de puertas siempre abiertas, que funcionó como refugio durante los años de dictadura en la región, pasaron muchos de los principales intelectuales, artistas y músicos latinoamericanos del siglo XX.
“A pesar de que hace más de sesenta años que vivo afuera, cada día que pasa me siento más argentino”, dijo en una entrevista con Pablo Gianera para LN+, en 2018. De bigotes tan abundantes como su sentido del humor, pasaba por Buenos Aires cada año como escala obligada en sus frecuentes viajes a Córdoba, ciudad donde nació en 1934 y que consideraba “el litio” de su trabajo.
Una abundante producción reconocible sobre todo por los característicos hombrecitos con sombrero, personajes inspirados en su infancia que durante más de medio siglo poblaron sus pinturas, esculturas y piezas gráficas. Los mismos que protagonizan Caja con señores, óleo realizado en 1963 que en 2019 batió el récord para una obra rematada en el país, al venderse en Roldán por 229.000 dólares.
Fue un hito más en una intensa carrera que incluyó la representación de la Argentina en la Bienal de Venecia e importantes premios como el Di Tella, el del Fondo Nacional de las Artes y varios Konex. Tras formarse en París, realizó un largo viaje por América Latina y en 1963 regresó a la capital francesa para participar de la Bienal de Jóvenes. Fue entonces cuando Antonio Berni le dio las llaves de su taller, donde vivió varios meses.
Cuando el artista rosarino le avisó que tendría que buscarse uno propio porque estaba por viajar a París, encontró caminando por Arcueil un depósito en alquiler en el jardín de la casa donde vivió y murió François-Vincent Raspail. Aunque para entonces la vivienda se había convertido una suerte de conventillo, el lugar le resultaba inspirador. En la ciudad de Erik Satie, su músico preferido, habían pintado paisajes Berni y Pablo Picasso. La municipalidad lo autorizó a comprarla si se comprometía a arreglarla, y así lo hizo.
Por allí pasarían por ejemplo Marcel Duchamp, Pablo Neruda, Alejo Carpentier, Astor Piazzolla, Atahualpa Yupanqui, Mercedes Sosa. También alojó a artistas como Lea Lublin, Mario Gurfein y Carlos Alonso. ConJulio Le ParcyMarta Minujín se hicieron muy amigos. “Nos conocimos en 1962 -dijo esta última a LA NACION-. Era un gran artista y una gran persona. Muy generoso. Siempre estaba alojando a todos los argentinos, era amigo de todos, hacía unos asados tremendos . Hizo las primeras obras informalistas, cuando era muy joven”.
Tres años después de haber participado en Buenos Aires en la célebre muestra Arte destructivo, junto a artistas como Kenneth Kemble,Silvia TorrasyLuis Wells, en 1964 Seguí organizó en París lo que se llamó “La fiesta del guardarropas”, una “fiesta/muestra” a la que asistióMarcel Duchamp. La consigna era hacer “cosas relacionadas con lo que está adentro del guardarropas”. Para la ocasión alquiló una carpa de circo, donde se ofreció comida y tocaba una orquesta, como si fuera un casamiento. Seguí exhibió una escultura muy grande: una pierna enorme con un calzoncillo.
“Antonio me recibió en el año 78 en su taller de Arcueil, como a tanta gente. Lo caracterizó siempre su generosidad. En esos días en que trabajábamos juntos pasaban Mildred Burton con su hijo, Pat Andrea y muchos otros”, recordó Andrés Waissman, mientras se multiplicaban los mensajes de condolencias en redes sociales. “Gran amigo de mi padre, gran anfitrión en París”, coincidió Julieta Kemble, hija de Kenneth.
“Adiós al gran Antonio Seguí, gran persona y gran artista -publicó Edgardo Giménezen su cuenta de Instagram @edgardogimenezpop. Fue un gran promotor de mi obra, me estimuló muchísimo. Direccionó mi carrera como diseñador gráfico. El primer afiche que realicé para un artista, fue para él”.
“Lucio Fontana, que estaba en Milán, vino en el 63 a preparar los cuadros para una exposición que se llamóArte argentino actual. Un hombre adorable y de una gran elegancia”, recordó Seguí en 2020 en una entrevista con LA NACION, cuando inauguró en Buenos Aires una muestra en el Museo Nacional del Grabado que incluyó una decena de carborundums donadas por él.
“Gran parte de la obra de este prolífico artista se basa en la reconstrucción de los recuerdos de su infancia –escribió la historiadora Camila Palacios en el catálogo que acompañaba esa exposición–: los momentos que compartía con su padre y su abuelo (quienes siempre llevaban un sombrero puesto), las ansiosas esperas por el almanaque de Alpargatas ilustrado por Molina Campos, las largas horas leyendo historietas y, entre muchos otros, el curioseo por el almacén de ramos generales que pertenecía a su familia”.
Seguí venía al país cada verano desde 1983, cuando Raúl Alfonsín lo invitó a la asunción de mando, tras una década sin haber podido viajar. Este mes, una vez más, volvió a Córdoba. Quienes estuvieron con él lo describieron como “muy dinámico, contento, con mucha vitalidad”. Además de reuniones con amigos y familiares, estuvo en el estadio Mario Kempes, en el clásico entre Belgrano y Talleres, visitó el Centro de Arte Contemporáneo Chateau Carreras -el que él fundó-, el museo Genaro Pérez, y grabó una entrevista radial.
Seguí falleció en la madrugada de hoy en el Hospital Alemán de Buenos Aires, a los 88 años, tras una operación de cadera cuyo corazón no soportó. Estaba acompañado por su mujer, Clelia Taricco. Según informaron amigos del artista a LA NACION, sus hijos están viajando a la Argentina y en las próximas horas se definirá dónde si habrá velatorio y dónde será el entierro.