Fuente: Clarín ~ En septiembre, Malba cumple dos décadas y se prepara para celebrar. Su máxima responsable artística desde que fue designada curadora en Jefe, María Amalia “Marita” García, tiene a cargo las exposiciones. Una girará sobre el pintor uruguayo Rafael Barradas. Hombre flecha, que alude al núcleo de la colección que dio nacimiento al museo, y dos expos más de fotografía latinoamericana en lo que resta del año: Magdalena Schwartz y las vedettes del porteño Foto Estudio Luisita.
Un regalo al Museo, para el que se recaudaron fondos extra, será develado en el acto público ese mismo 20 de septiembre, día del aniversario. Se trata de una gran obra que se incorpora. Y además de algún brindis al aire libre que está sin confirmar, habrá un homenaje al más popular de los artistas del acervo, Antonio Berni. A 40 años de su muerte, una plataforma virtual recopilará toda la documentación sobre su emblemática obra “ Manifestación”, sobre la que se realizará un estudio material a cargo de expertos, entre otros contenidos. Sobre la programación y su aporte al museo desde la impronta de la investigación, y recuperando el rito del encuentro físico, García habló con Ñ.
-La exposición de Rafael Barradas abre para los 20 años del Museo, ¿en qué sentido se vinculan ambos eventos?
-La muestra es una coproducción de Malba con el Museo de Artes Visuales de Montevideo, con curaduría de Enrique Aguerre, su director. Se centra en el período más vanguardista de Barradas. Arranca en 1913, con su periplo europeo, y cierra en el 23, luego de que ya se desarrollaron todos estos “ismos” barradianos, como el vibracionismo. Y justamente la vanguardia rioplatense de los años 20 es un núcleo desde el comienzo de la colección de Eduardo Costantini. De los uruguayos, Torres García, Figari, y Barradas; de los argentinos Petorutti y Xul Solar, artistas que le dan su perfil de arte latinoamericano modernista, un sentido que el Malba abraza. Y una referencia muy específica es la muestra Artistas rioplatenses en Europa (2002) en Malba, con todos estos creadores y poetas latinoamericanos protagonistas de los desarrollos vanguardistas europeos. A casi 20 años, vuelven a revisarse algunas de las preguntas iniciales.
-¿Y qué más hay de las celebraciones?
-La idea es que sea todo un ciclo de festejos hasta fin de año. Estamos pensando acciones en Plaza Perú, aún no confirmadas; pero el 4 de noviembre inauguran otras dos muestras. Una, de la fotógrafa Magdalena Schwartz, una producción del Instituto Moreira Salles, de Brasil, con curaduría de Gonzalo Aguilar y Samuel Titán. Las metamorfosis se titula la serie que ella hace con transformistas y travestis en San Pablo, no desde el lugar reivindicatorio de hoy sino como una investigación sobre la ambigüedad de género. La otra es Foto Estudio Luisita; este emprendimiento de las hermanas Luisa y Chela Escarria, dos señoras muy ajustadas a la norma que retratan el universo del teatro de revistas. Está la fantasía total versus la realidad del hacer.
– ¿Alguna pista del regalo especial?
-Se trata de una gran adquisición, regalo a Malba del Comité de Adquisiciones. Ya está la wishlist del Comité artístico y falta la votación final. Específicamente para estos 20 años, se pensó en hacer un gran gesto, en lugar de compras fragmentarias, y para esto Teresa Bulgheroni llevó adelante una gran campaña de recaudación extra.
-Y esto sucede a pocas semanas de las compras que anunció Eduardo Costantini, por 25 millones de dólares.
-Estamos muy contentos, aunque se trata de su colección personal y de compras durante la pandemia, porque las va a prestar y ya estamos pensando posibilidades de muestras…
-Además de las exposiciones temporales, están a tu cargo las publicaciones, los proyectos virtuales y el área de investigación. ¿Cuál es tu proyecto teniendo en cuenta tu perfil de investigadora?
-Como provengo del ámbito de la investigación, me interesa desarrollar un proyecto propio que tiene que ver con la idea de lo moderno vernáculo. Me refiero a la posibilidad de mostrar o exhibir estas piezas que incorporan los lenguajes internacionales del arte pero siempre a través de una matriz local, vernácula, entendida desde culturas antiguas americanas hasta las producciones aborígenes contemporáneas y la cultura popular urbana, con una lectura más compleja. Por ejemplo, Alberto Greco, pionero de la performance, y su vínculo con el tango. A la vez que hacía incorporaciones vinculadas con la vanguardia internacional, su lectura del existencialismo finalmente era un existencialismo tanguero. Como comunidad internacional estamos en lugares cada vez más sofisticados, con lecturas más finas y específicas. En esta línea, estudié bastante la revista Hábitat, de Lina Bo Bardi, y allí ves cómo en una revista claramente moderna, ella está incorporando todo el tiempo los exvotos del Nordeste, los modos de hacer arquitectura de la gente del Amazonas. Estas producciones vernáculas tienen una síntesis formal y una honestidad material que los deja muy cerca del lenguaje moderno. Se maravillaban porque no pretendían ser más, porque tenían esta clara síntesis que hasta la propia Lina lo comparaba con Picasso.
-Otro ejemplo, en tu clase magistral sobre el nuevo guión del museo, en 2020, que vinculaba el arte concreto con las carrozas del carnaval.
-En este caso lo bueno estuvo en que siempre se leía desde la abstracción internacional: bueno, y acá llegaba Rothfuss y hacía el marco recortado. En ese caso tuvo que ver con el estudio material de las piezas; analizaba algunos tablados que eran recortes geométricos con colores, Me gustaba pensar que era este pasaje de la fiesta del carnaval a la fiesta vanguardista.
-¿Creés que esta lectura vernácula aporta a la ampliación de los públicos del museo?
-Sí, claramente y de poder salir de estas lecturas siempre desde la alta cultura, sobre todo el arte moderno, que tiene un enmarque tan fuerte en esta idea de alta cultura. Y sí, ojalá den mucha más accesibilidad a distintos públicos. En relación a la investigación, me interesa subrayar dos cosas. Por un lado, el planteo sobre moderno vernáculo es un proyecto complejo que lo entiendo solo realizado con otras instituciones y en un diálogo fluido con artistas y colegas historiadores. Entonces pienso mucho en la idea de coloquios previos a las exposiciones como modos de complejizar lecturas. Y por otro, que la exposición no sea una investigación sino que siempre esté este aspecto de la percepción de la muestra, que te divierta estar, que te dan ganas de recorrerla, que te lleva en algún sentido a una fiesta también: aportar esta transformación o esa vida, esas ganas, que básicamente hacen la diferencia entre ir a un museo y verlo en la pantalla.
-La virtualidad se desarrolló mucho en los museos en 2020 y Malba se destacó: ¿cuáles son los proyectos a futuro?
-Hablamos de lo adquirido y de lo que no se vuelve tras la pandemia. Me parece que justamente está el museo online, por la posibilidad que da en el contacto internacional y local federal, las interrelaciones. El museo ya desarrolló dos súper proyectos, Hable con ella y La historia como rumor, desarrollados por Gabriela Rangel, la directora a quien le tocó afrontar el momento más difícil de la pandemia.
-¿Se viene Berni digital?
-Ahora tenemos un proyecto desarrollado entre las áreas de comunicación y curaduría, en relación a “La manifestación”, de Berni, a 40 años de su muerte. Sabemos a través de un estudio de las redes sociales del Museo, entre 2012 y hoy, que el primer posteo que llegó a los 10 mil likes fue con Berni y “Manifestación”. Tiene algo muy especial para los argentinos y es una pieza emblemática del Malba. Entonces nos interesaba hacer un sitio donde se pudiera desplegar la obra en su totalidad y sintetizar toda la documentación en relación a la obra, a las fotografías tomadas por Berni, a las fotos periodísticas y materiales de prensa, pero a su vez también cartas, para dotar a la pieza de todo su aparato crítico y documental. También habrá entrevistas a especialistas, historiadores del arte, pero también personajes de la cultura y vinculados con la figura de Berni para dar cuenta de la obra y del momento, de estos años 30 del compromiso político. Y una cosa súper interesante que hasta ahora no se hizo es un análisis material de la obra, con el equipo de conservación de Malba y la UNSAM. El proyecto va a durar casi un año y la idea es ir subiendo esta información paulatinamente a que se vaya produciendo.
-El recorte de presupuesto, la dificultad del traslado de personas y obras plantean dos modelos extremos de muestras: blockbuster o remix de la propia colección. ¿Qué pensás?
-El recorte de presupuesto es una mirada más del museo público. En ese sentido, Malba acompaña los vaivenes mundiales como cualquier institución, pero siempre ha tenido otros márgenes. La mirada a lo local y a lo regional está y va a seguir, pero hay algo relativo a la esencia de Malba, que es el arte latinoamericano. Y esa especificidad la vamos a seguir protegiendo. Avalamos esta centralidad del arte de latinoamericano, pero esto no quiere decir que deba tratarse de muestras “tanque”.
-¿Y cómo concebís esta especificidad del arte latinoamericano?
-Malba tiene una muy buena proyección de lo moderno y lo contemporáneo en relación al arte latinoamericano, pero estaría bueno indagar, abrir un poco esa escena de lo latinoamericano. Y en eso pienso en dos momentos: en el arte colonial y en el siglo XIX. Y pienso de qué manera, por ejemplo, estas piezas devocionales y místicas del arte colonial están interpelando a los artistas hoy, cuando la religiosidad forma parte de sus modos de hacer. Y en esos retratos heroicos o burgueses, cuánto de esa terminación, de ese tipo de construcción de la imagen más tosca o poco limitada a veces en sus procedimientos ilusionistas, cuánto de eso hoy no es devoción para los artistas contemporáneos. Poder pensar lo latinoamericano más allá de lo moderno sería algo muy vivificante.