Fuente: Ámbito – La artista argentina, ganadora del Premio Trabucco otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes, acaba de inaugurar en Arthaus la muestra «Pintura inhumana».
La actual muestra de Leila Tschopp (Buenos Aires, 1978), “Pintura Inhumana”, que se exhibe en Arthaus, presenta el rigor formal que la caracteriza, obra sintética enrolada en una ascética geometría de la que no se queda en la mera repetición y combinación de formas .
A lo largo de estos años, Tschopp pasó del bastidor al panel al muro. A raíz de una muestra en el Museo de Arte Contemporáneo (MACBA) en 2016 sorprendió la presencia de barriles inclinados delante de las obras, es decir, tenía que ocupar el espacio con elementos no convencionales para salirse del cliché y dar cabida a un nuevo discurso inquietante.
Más adelante recurrió a lonas dispuestas verticalmente que caían en pliegues, pero la pintura siempre estaba allí , tersa, impecable. Como era lógico , también realizó performances con esas lonas vinílicas, los cables y mesas por donde la presencia de una performer, traía reminiscencias teatrales y coreográficas
En el libro dedicado a parte de su obra por Mariana César, directora de Pasaje 17, leemos en un texto de Hernán Borisonik que “Leila trabaja el espacio como una totalidad… el conjunto cobra coherencia con la dinámica de la mirada, por eso el recorrido coreográfico que dibujan los espectadores se hace compartida frente a (o más bien , dentro de la obra)».
Entre sus numerosos galardones ganó el Premio Trabucco otorgado por la Academia Nacional de Bellas Artes en 2020 por “El Mar de Hielo”, tres acrílicos atrapados tras barrotes de hierro, que le daban a la obra un aire de clausura . No es la primera vez que Tschopp acude a la figura humana a la que aloja entre sus geometrías como en “Disfraz” (2015) esa vez en movimiento. También en “El Salto” (2012) un cuerpo de atleta en actitud corporal extrema se combinaba con sus geometrías ondulantes.
Entrar a su muestra actual es hacerlo a un espacio donde domina su cromatismo característico de los últimos tiempos: amarillo, azules claros, el color del hierro y las figuras humanas, diríamos más bien, formas humanas que, según la curadora y también autora del texto, la directora teatral Mariana Obersztern, “están posesos por un intenso caudal dramático, que ensayan alguna clase de punto ciego: asuntos del orden del desánimo y la finitud, de la desmesura o el espanto”.
Figuras nada agraciadas, pesadas, desplomadas en el suelo, en estado de abandono o pidiendo auxilio en cuadros de grandes dimensiones apoyados contra la pared. Una muestra oscura, por los materiales fríos, un hábitat que nos hace pensar en un “sin salida” de este mundo cruel y hostil. El espacio arquitectónico es denso, opresivo, teatral. Así son las sensaciones que invaden al espectador que se siente atrapado cuando se recorre esta muestra que no da respiro.
(Bartolomé Mitre434. Martes a domingo de 14 a 22. Clausura el 23 de junio.)