Fuente: La Nación ~ Una veintena de espacios culturales públicos y privados participan de la conocida cruzada cultural que busca ampliar los públicos; el MAR, epicentro de la movida.
Había ganas guardadas. Se notó durante la temporada, por fin con puertas bien abiertas y restricciones mínimas, y se disfruta hoy con la concurrencia en una veintena de espacios públicos y privados que son parte de una nueva Noche de los Museos, que en su séptima edición vive su reencuentro con el público luego del obligado salteo del verano pasado, también por el impacto de la pandemia.
Y se disfrutó desde temprano, cuando todavía afuera había luz de día –un día de playa como el que hacía tiempo no tocaba–, con artistas presentando en vivo algunas de las principales muestras que acompañan el desarrollo de esta temporada y además con música, que se incorporó en alguna propuesta en este intento de acercar e integrar la mayor cantidad de público posible.
Esta tradicional movida de la Secretaría de Cultura abrió las puertas del museo provincial de Arte Contemporáneo (MAR); los municipales de Ciencias Naturales Lorenzo Scaglia, de Arte Juan Carlos Castagnino, Torre Tanque, Villa Mitre y Villa Victoria. Y se sumó la oferta privada, con horarios ampliados y abierta a todos: el Espacio Cabrales, el Torreón del Monje, el Espacio de Arte Marzoratti/Polinotto, Vito Espacio Cultural, la Unión del Comercio, la Industria y la Producción de Mar del Plata (UCIP), Coral Espacio de Arte, la Asociación Marplatense de Arte y Cultura (AMAC), Cuatro Elementos Espacio Teatral, el Museo del Hombre del Puerto Cleto Ciocchini, la galería Sorgey, la galería Atenea del Club Náutico Mar del Plata y Velas de la ballena / Flax Art Gallery.
Daniel Besoytaorube, director del MAR, destacó la oportunidad y el éxito de esta convocatoria que encontró a este espacio con sets a cargo de DJ’s tanto en el acceso como en la planta alta, un espacio didáctico intergeneracional en el hall de acceso y proyecciones de Funcinema, anticipo de un festival de cortos que se verá en septiembre. “Estamos viviendo un verano de mucho acercamiento de la gente al arte y extendimos hasta medianoche el horario para que más público pueda disfrutar, en especial los más jóvenes, de las distintas propuestas”, dijo a LA NACION.
Al Museo MAR, frente a la playa, varios turistas se sumaron sin escalas: con bolsos y reposeras en mano. En sus salas se puede ver una muy impactante muestra de la dupla Mondongo, titulada Argentina: paisajes realizados en plastilina, dispuestos en su diseño original gracias a las comodidades de este edificio. Y otra exposición colectiva, Destino. Del Balneario al Cosmos, escala de la Bienalsur en estas costas. La Noche de los Museos también aprovechó para la inauguración del espacio gastronómico Club Tri, con música y un desfile de modas.
“Recorrimos las villas Victoria y Mitre, que están cerca una de otra, y en un rato nos vamos para el Museo Castagnino, porque también nos gusta y mucho la pintura”, contaron Eliana Martínez y Luisa Colantonio, turistas que por segunda vez veranean en Mar del Plata. “En la anterior visita, antes de fin de año, habíamos recorrido el museo MAR”, contaron.
Una de las notas destacadas fue la participación de algunos artistas que brindaron charlas o acompañaron a los visitantes con una suerte de visita guiada. Así lo hizo Eduardo Martín para interactuar con el público sobre sus trabajos exhibidos en Coral Espacio de Arte y Luis Marzoratti y Mariel Polinotto, que propusieron una reseña de 30 años de pintura y dibujo.
En Espacio Cabrales, parte del paseo comercial de calle Güemes, el arte entró en acción con los pinceles y pinturas del marplatense Felipe Giménez, que allí expone Esa larga noche compartida, con omnipresencia en sus obras de lo que significó la pandemia, sin distinción de edades ni fronteras. Compartió la experiencia de improvisar su taller, con el público como espectador. “En la noche más larga todos fuimos otros”, remarca sobre una de las paredes y asegura a LA NACION que volcó en su obra una reflexión por el tiempo de cuarentena y “un estar todos guardados transversalmente”. Las bibliotecas siempre presentes, los cuadros como insinuación de las pantallas que mantuvieron el contacto y la comunicación. “Esta es una oportunidad de reencuentro, se nota que había ganas contenidas de salir, de encontrarse y de ver y vivir el arte”, aseguró.