Fuente: La Nación ~ La Argentina es ese “Territorio indómito” al que alude la muestra de la pintora, en Tigre.
Matilde Crosetti, pintora nacida en Cañada Rosquín, Santa Fe, presenta obras de gran tamaño en la muestra Territorio Indómito, curada por su maestro Sergio Bazán, en Museo Casa de las Culturas Villa Carmen. Espacios de libertad en bastidores de más de tres metros de alto donde el color deja ver algunas formas escondidas.
Si algo no le faltan a Crosetti son credenciales en su formación. En los lugares donde vivió –Buenos Aires, Londres, París y Estados Unidos–, se abocó al estudio en artes visuales, más allá de su título de abogada y escribana del que ya no se quiere acordar. Pintura en Savannah College of Art and Design, escultura en School of Visual Arts de Nueva York, Diplomatura en Bellas Artes en el instituto Parsons School of Art and Design de la misma ciudad, especialización en pintura académica y figura humana en la New York Academy of Art, años pintura con modelo vivo en Silvermine de New Canaan. Habla con cariño de los artistas argentinos por cuyas aulas-talleres pasó: Guillermo Roux, el mismo Bazán, Manuel Ameztoy, Alejandra Roux y Augusto Zanela por el Programa de la Fundación Cazadores. Este recorrido se nota en su obra, y a la vez no: hay solidez, rastros de la historia, pero también recursos propios y una personalidad definida. “Empecé a pintar por una necesidad del alma. Mis pinturas son una especie de sueño”, cuenta.
De chica amaba con locura dos cosas: el arte y los caballos. “El caballo es para mí símbolo del galope, la libertad, la llanura, los días de mi infancia. La naturaleza constituye la base sobre la cual se asienta mi obra, la observo y documento en forma directa. Consciente de ser parte de aquello que no se puede abordar con palabras, vuelco esas fuerzas que me atraviesan”, explica. El territorio indómito del título es la Argentina, que tanto extrañaba cuando vivía afuera.
Esa misma libertad del galope la encuentra en sus bastidores grandes que titula Malambo y sus posibilidades, Astilla del mismo palo o Ángel de Fuego. “Me siento libre y me hace muy feliz. Me siento cómoda”. Acomete con acrílico, carbonilla, pasteles. Su procedimiento es intuitivo y circular: en cada lienzo busca construir, acumular, ocultar, destruir, conservar. Parte de un dibujo. “No quiero imponer una idea, cuando se me vuelve muy discursiva una obra trato de taparla, y volver a empezar, mancharla. Tengo pocas certezas y muchas dudas”, dice.
Hay rastros figurativos, indicios de siluetas humanas o animales, pero la superficie se cubre en colores fuertes con una pincelada expresiva, rápida. Recuerda por momentos al expresionismo abstracto de Pollock, sobre todo cuando pinta con el bastidor en el suelo, aunque Crosetti es fan declarada de su mujer, Lee Krasner, pionera del arte abstracto que quedó a la sombra -y al servicio- de su influyente marido.
También es devota de la escritora belga Amélie Nothomb. Clara Ríos la cita en el texto que escribió para acompañar la exposición: “Natsukashii designa en japonés el concepto de nostalgia feliz. Refiere a un recuerdo que trae consigo la sensación de felicidad a nuestra mente. No existe en la cultura japonesa la tristeza junto a la palabra nostalgia, sino que evoca algo reconfortante. Es así como inesperadamente una imagen, color, aroma o sabor nos traslada a ese momento vivido. El concepto japonés, opuesto a nuestra idea de nostalgia es una noción fundamental para transitar el trabajo de Matilde Crosetti”. Esa nostalgia feliz es lo que se respira en su obra.
Para agendar
Tierra indómita, de miércoles a viernes, de 10 a 18, sábados y domingos, de 12 a 19, en Casa de las Culturas Villa Carmen, Gral. Bartolomé Mitre 370, Tigre.
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