Guillermo Kuitca: el regreso de una estrella del arte

Fuente: Ámbito – Tras un silencio de años, el destacado artistas inaugurará el jueves 13 en el Malba la muestra «Kuitca 86». Su obra siempre estuvo vinculada al cine, la literatura, la música y, sobre todo, al teatro.

La muestra que inauguró hace 22 años Guillermo Kuitca (1961) en el Malba convocó 15.000 visitantes durante la primera semana de exhibición. El jueves 13, el Malba presentará “Kuitca 86”. La muestra se inicia con la serie “Nadie olvida nada”, la camita que es un mundo además de la imagen más reconocible del repertorio del artista. A partir de allí, el acento estará puesto en la connotación espectacular -en el sentido más genuino del término- a través de sus recurrentes pinturas de los teatros. El arte de Kuitca está ligado al cine, la literatura, la música y, sobre todo, al teatro. Su pintura es arte escénico y arte de los escenarios también. Con la muestra “Siete últimas canciones” de 1986, conquistó un primer puesto en la escena global.

Hace exactamente 30 años, en 1995, cuando ya era una estrella, habló con la revista “Cultura” sobre su trayectoria, su vida y la felicidad que le procuraba durante su juventud integrar el mundo del arte porteño. Y así lo dijo: “Muy tímidamente comencé a frecuentar las galerías. Como mis padres me enviaban a la Asociación Cristiana de Jóvenes a hacer gimnasia, cosa que yo odiaba, iba a recorrer las galerías de la calle Florida y de la Galería del Este. Tenía trece años. A esa edad vi por primera vez una muestra de Rómulo Macció y me impresionó enormemente. El exponía simultáneamente en una galería que se llamaba Chagall y en Víctor Najmías. Hasta ese entonces yo no había tenido un encuentro importante y revelador con el arte argentino.»

«Uno cree que el mundo del arte es inaccesible y después se da cuenta de que es un mundo tan chico y tan vulnerable… Tuve amigos muy queridos. Nunca voy a olvidar mi amistad con Diana Aizenberg, Martín Reyna, Prior, Pablo Suárez, Marcia Schvartz, Wells… Después, Josefina Robirosa, fue una de las personas mejor dispuestas hacia el nuevo grupo que se había formado en 1982. Cuando más tarde me fui afirmando en el medio, aquí y allá, nunca dejé de sentir que me recibían con la mejor predisposición. Fueron años buenísimos, del mayor esplendor. El Buenos Aires que descubrí en ese entonces era fascinante, a pesar de que fueron años muy revueltos: la guerra de las Malvinas, el fin de la dictadura. Los agujeros negros de su propio lugar uno los comienza a sentir con el correr del tiempo. Sin embargo, en ese momento parecía un mundo perfecto. Era perfecto. Jorge Glusberg siempre organizaba muestras y del CAYC surgieron en los años 80 las famosas agrupaciones que él hacía. A mí me tocó estar en ‘La nueva imagen’”. Kuitca señala que, como siempre, tenía diez años menos que los artistas del grupo.

Durante esos distendidos encuentros, el episodio con el Museo Nacional de Bellas Artes ocupó un lugar importante (un caso para analizar, con curiosas derivaciones). Kuitca habló libremente sobre su relación con el mundillo del arte, sobre su infancia, la precocidad y todo lo que llegó con el éxito: los años locos, los viajes y la relación con el dinero. Entre estos temas, figura la génesis de las becas y sus propósitos educativos, el genuino interés por la formación de los artistas argentinos.

Hoy, su público, los artistas y conocedores en especial, esperan la muestra con verdadera ilusión, quieren ver arte, reencontrar la ansiedad y la belleza de la obra, el conceptualismo, la poesía y las cualidades que él mismo describe. “A mí me gusta la pintura, lo pobre de la pintura, lo restringido y la dificultad”.

Por lo demás, Kuitca expresó hace 30 años sus ideas y estableció diferencias entre el arte por el arte o el arte con contenido. “Mi obra se fue haciendo con preguntas muy pero muy elementales. ¿Quién soy? ¿Qué hago? ¿Adónde voy? Son preguntas que tienen un tufo existencial muy grande, pero que a mí me resultan muy actuales”. Señaló entonces la supremacía del “enorme grupo que quiere reinsertarse en lo que sería el discurso sociopolítico del arte. O sea, volver a recuperar las artes visuales como un lugar de cuestionamiento y crítica a todo lo que son identidades políticas, raciales, sexuales”. Las expresiones del ayer retratan el mundo de hoy.

Finalmente, el diálogo parecía llegar a su fin con una afirmación tajante: “Me gusta la emoción en el arte, quiero que mis obras causen emoción. Todo lo demás me parece poco”. Por cierto, los temas de entonces, la desolación, la búsqueda frustrada de la felicidad y la vulnerabilidad del hombre, suscitaban emoción. “No niego que a esta altura soy consciente de esa especie de poesía del dolor que me sigue desde chico”, sobre esta circunstancia observó que no tuvo experiencias dramáticas que lo justifiquen. Pero afirmó que siente la pulsión de hacerse cargo del dolor humano. “Creo que cuando comencé a pintar los mapas y las plantas de los departamentos tenía la intención de abandonar ese planteo tan literal del dolor. Con la mayor ingenuidad comencé a trabajar con ese material supuestamente frío, pero sucedió que automáticamente se convirtió en un producto mucho más dramático. Al abandonar la anécdota, el dolor queda más expuesto”.

La conversación culminó con un regalo inesperado: algo así como una clase para comprender el sentido de su obra. “Mi verdadero trabajo es manipular elementos. Sucede que para realizar una obra de arte uno tiene demasiadas herramientas, y creo haber encontrado, a veces, la herramienta precisa, la que “ese” clavo necesita. Por otra parte, manipular también significa encontrar la medida, el punto exacto para que el espectador no se sature. Por eso hay cuadros que pegan”. Y puso como ejemplo una imagen elegida al azar que afianzó y facilitó la comprensión: un rastro de rouge en una copa. Kuitca es sumamente habilidoso para dejar rastros que movilizan la percepción. “Hay que trabajar duro para que se encuentre la magia de uno con la magia de los demás”, concluyó.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *