Fuente: Clarín ~ El circuito de galerías organizado por Meridiano montó en Colección Amalita un atractivo muestrario de proyectos de arte de otras partes del país.
Concluida la gran movida de NODO, organizada por la cámara de galerías de arte Meridiano durante el fin de semana pasado, que acercó a los porteños múltiples propuestas de arte contemporáneo, el exitoso balance seguramente valorará sus múltiples iniciativas. Entre ellas la calidad de las muestras que programaron los espacios para la ocasión, la serie de performances, ciclos de música, charlas y visitas guiadas que potenciaron el interés del público. Un dato que aportó volumen a la programación fue la fuerte presencia de galerías de las provincias que pudieron exhibir varios de los artistas en las amplias salas que puso a disposición la Colección Amalita, en Puerto Madero.
Muchas ya conocidas tras haber participado en distintas ediciones de arteBA y MAPA –que con una apuesta fuerte en marzo de 2022 desplegó en La Rural un abanico de galerías emergentes, en su primera incursión en Buenos Aires– y de varias experiencias tipo feria de difusión y mercado como EGGO, el Mercado de Arte Córdoba 2015-2019, y también las Microferias de Arte en Rosario cuya sexta edición tuvo lugar del 26 al 28 de mayo pasado.
Luogo, espacio de exhibición de la ciudad de Rafaela, en Santa Fe.
Especialmente Santa Fe demostró ser tierra fértil para proyectos de exhibición de arte contemporáneo. Desde Rosario vinieron Crudo —una galería dirigida por artistas, que tiene a su vez un interesante programa de residencias–; Estudio G, otro espacio independiente y autogestionado de esta ciudad; y Gabelich, que desde hace años trabaja fuertemente por posicionar artistas emergentes y consagrados de la ciudad. Otro tanto hace Diego Obligado, una galería ya establecida que representa artistas de la talla de Román Vitali, Carolina Antoniadis, Laura Glusman, Andrea Ostera, Juan Grela y la gran grabadora Mele Bruniard. El año pasado exhibió en sus salas de la calle Güemes una interesante muestra de Mariana Tellería, la artista que representó al país en Venecia en 2019. También estuvo Luogo, una galería de Rafaela que ese mismo año inició su actividad. En el grupo de Rosario importa destacar el formato de intercambio que vinculó al espacio Subsuelo de esa ciudad con Miranda Bosch de Buenos Aires. En una suerte de acuerdo de retribución, la galería Miranda Bosch —que llevó obra de Pablo La Padula al stand de Subsuelo durante la última Microferia de Arte de Rosario—, esta vez brindó su espacio para mostrar en Buenos Aires la refinada obra de la rosarina Rosa Aragone, discípula de Juan Grela, representada por Subsuelo. En otro acuerdo de esta naturaleza, Subsuelo había exhibido en la porteña galería Barro la obra de Rubén Baldemar, otro artista rosarino que la galería rescató del olvido a través de una refinada muestra curada por Joaquín Rodríguez.
Desde Córdoba vinieron Ankara –puntualmente de Colonia Caroya –, The White Lodge, Vía Marguta, y Shasha. Estas dos últimas ya conocidas por una presencia de larga data en la escena.
De Tafi Viejo, en Tucumán, Fulana fue otra de las galerías que estuvieron este fin de semana en Buenos Aires. Autodenominada home gallery, representa una de las tantas iniciativas de autogestión que en la última década surgieron en diversos lugares de las provincias en un mix de talleres de artistas, residencias y espacios de exposición y venta.
La galería porteña Miranda Bosch, centro de intercambios con espacios de otras provincias.
Bajo este impulso es que muchas de ellas se ganaron el interés de coleccionistas de otras zonas del país sin esperar la eventual consideración local que no siempre llega cuando se trata de las nuevas experiencias del arte contemporáneo. A esto apunta de algún modo la movida integradora de Meridiano.
Cualquiera que haya seguido la producción de arte contemporáneo del país tanto de Buenos Aires como de las provincias, acordará que es mucho más interesante que la respuesta que hasta ahora ha recibido del mercado y más precisamente del coleccionismo.
Así, el conjunto de obras que durante el fin de semana se desplegó en la Colección Amalita apuntó a revertir esa circunstancia desde una variedad de estéticas y trayectorias. Por caso, Diego Obligado de Rosario presentó allí uno de los más recientes trabajos de la excelente fotógrafa Laura Glusman, junto a ella The White Lodge articuló los interesantes trabajos de cestería de la cordobesa Claudia Santanera. Mientras que Crudo de Rosario mostró trabajos del mendocino Egar Murillo y Shasha una obra de la serie Muros de la ciudad de Miguel Dávila.
Podría decirse que la presencia de la salteña Soledad Dahbar en Miranda Bosch es parte de este régimen de intercambios que traen importantes artistas de otras ciudades a la mirada de Buenos Aires, que afortunadamente,no es solo la de los porteños.
El gran hallazgo de estos días en ese sentido es la obra de Rosa Arangone que por suerte permanecerá un tiempo en la galería. Venerable señora de más de 90 años, que el jueves pasado viajó a Buenos Aires para presentar sus pinturas de la década del 70, un refinado tapiz y una serie reciente de dibujos en grafito realizados ¡en 2019! El despliegue de formas y contrastes de color en sus pinturas, la precisión del dibujo y el encanto de su labor textil dejan al visitante con ganas de conocer más sobre esta artista. Discípula de Juan Grela, como Mele Brunar —que no hace tanto que empezó a ser apreciada más allá de Rosario y Santa Fe— son una grata sorpresa que debemos agradecer a los galeristas y los historiadores que trabajan desde Rosario.