Fuente: La Nación – Los empleados del organismo comparten con el gobierno las reformas orientadas a la “transparencia y eficiencia”, pero se oponen a la reducción del directorio; gestores culturales avanzan en una propuesta que contempla la incorporación de capitales privados y la creación de un nuevo organigrama.
El Fondo Nacional de las Artes(FNA) no se cierra, pero habrá cambios. En un comunicado dado a conocer ayer, empleados del organismose expresaron sobre las recientes modificaciones propuestas por el gobierno en la “ley ómnibus”. Entre ellas, se reduce de doce a cuatro el número de directores (ad honorem) y se fija un “tope” del 20% del presupuesto para los gastos de funcionamiento administrativo; el resto debe ser destinado a préstamos, subsidios y premios para la comunidad artística. Pero en 2023, los sueldos representaron el 53% del presupuesto del FNA.
Actualmente, en el organismo trabajan 86 empleados: doce de planta permanente, 53 contratados y otros doce contratos de locación (unas catorce personas tienen funciones ejecutivas). Es probable que, si se aprueba la propuesta oficialista, para alcanzar la meta del 20% haya una reestructuración del personal y una restricción en las contrataciones. Mientras tanto, la “ley ómnibus” (que fue aprobada ayer en general) comenzará a debatirse artículo por artículo a partir del martes. Legisladores de la oposición anticiparon que pedirían que el “capítulo cultural” del proyecto pueda ser discutido en sesiones ordinarias.
Según trascendió, la asamblea de trabajadores del FNA pidió a la gerencia que “mostraran los números” de los gastos de la institución, en un gesto de transparencia. Aún no hubo respuesta. Al continuar acéfalo por el “desnombramiento” del cineasta y escritor Javier Torre, el control tutelar del FNA lo tiene el secretario de Cultura Leonardo Cifelli. Consultado por LA NACION, el funcionario anticipó que próximamente anunciaría a un nuevo candidato para presidir la entidad.
“La estructura administrativa del FNA ha sido puesta en cuestión a través de los representantes legislativos que acompañan la llamada ley ómnibus y el capítulo de cultura con el argumento de que el funcionamiento sostenido por décadas perjudica los ingresos de los artistas -comienza el comunicado de los trabajadores-. De esto surge la propuesta de que el organismo solo podría destinar un 20% de su ingresos vía recaudación del Dominio Público Pagante (DPP) a su estructura y que su directorio de doce referentes en distintas disciplinas artísticas debe reducirse a cuatro”.
Los trabajadores del FNA recuerdan la exposición en el Congreso del secretario de Cultura en el plenario de comisiones. “Justificó las reformas en el marco de la ‘transparencia y eficiencia’ de la gestión pública. Es necesario advertir que tal objetivo, que los trabajadores del FNA compartimos, se pone en riesgo con esa propuesta. En principio porque un directorio de doce referentes especializados puede tomar decisiones plurales que atiendan con mayor rigor las necesidades federales de las asignaciones que el FNA otorga a través de su sistema de préstamos, becas, subsidios y premios del que se han beneficiado miles de artistas argentinos desde 1958 hasta 2023″, indica el comunicado.
Se indica que el beneficio que reciben los artistas es “inescindible” de la estructura del FNA: “Desde la planificación de las convocatorias, el diseño de formularios, la elaboración de reglamentos, la gestión de documentación y la supervisión de los procesos vinculados al otorgamiento de los beneficios, el personal del FNA cumple con tareas especializadas que son necesarias para que la deseada transparencia se haga efectiva”.
Sostienen que el “Fondo de Fomento a las Artes” (que en gran parte proviene del cobro del DPP) dota al FNA de recursos genuinos. “Por ello, el DPP tiene un componente vinculado con el Derecho Tributario y con el Derecho de Autor, lo que lo hace un gravamen de alta especificidad para gestionar su cobro. Actualmente, en el FNA trabajan hombres y mujeres que se han capacitado adecuadamente en estas materias. Los trabajadores del FNA tienen la experiencia y capacidad técnica para recaudar y administrar el DPP”, prosigue el comunicado.
“El presupuesto que se quiere reducir forma parte de los beneficios. La asignación de becas, subsidios y préstamos requiere de un sistema de jurados de preselección y jurados de premiación, que son remunerados. Lo que se considera un gasto de funcionamiento estructural en desmedro del sector artístico y cultural está también en el mantenimiento de la sede administrativa de la calle Alsina y de la Casa de la Cultura, monumento histórico nacional y donde se llevan a cabo exhibiciones y actividades culturales de entrada libre. Además, un personal calificado vela por la colección de arte y artesanías del FNA de más de tres mil piezas, para su conservación y visibilización”, agregan.
“La forma en que los beneficios y la ayuda que el FNA ha dado a los creadores desde 1958 depende de un aceitado mecanismo -concluye el comunicado-. Los trabajadores del FNA nos vemos en la situación de aclarar que si el organismo pierde su autarquía o reduce su estructura no hay ganancia, sino que se verán perjudicados los artistas y gestores culturales de todas las disciplinas artísticas del territorio argentino que llevan adelante la producción y desarrollo de nuestra identidad cultural”.
Una contrapropuesta a tono con la época
Para el oficialismo, el FNA -que por ley es autárquico y descentralizado- debe ser saneado. La expresidenta del organismo durante el gobierno de Cambiemos, la abogada Carolina Biquard; el curador Guillermo Alonso, el coleccionista de arte y empresario Alec Oxenford y el escritor Marcelo Gioffré, junto con otros gestores culturales de la esfera privada, continúan puliendo un proyecto para presentar a las autoridades.
Entre otros puntos de la contrapropuesta, se insiste en reforzar la autarquía del FNA (“que Economía no se meta con los recursos ni cómo deben invertirse”, aclara Gioffré), mejorar la recaudación del DPP e incorporar aportes privados (lo que implicaría modificar el reglamento).
“Que los directores sean cuatro o doce es debatible, pero estoy a favor de que sean menos y ad honorem -dice Gioffré a LA NACION-. Si el Banco Ciudad funciona con cinco directores, no puede ser que el FNA necesite doce. El federalismo no se asegura poniendo un director de Jujuy sino digitalizando la oferta de préstamos, becas y subsidios. Me inclino por cuatro directores”.
También se propondrá la absorción de tareas de otros entes, como el Instituto Nacional del Teatro (que pasaría a depender de la Secretaría de Cultura si se aprueba el proyecto de ley del Gobierno), y la creación de un nuevo organigrama, con reducción de la planta jerárquica y de contratos.