Fuente: Optmism – Paula Di Pietro tenía 12 años y una maestra le habló de la tradicional técnica y se apasionó. Hoy, tiene obras en Beijing y Shanghai.
Paula Di Pietro todavía recuerda lo deslumbrada que se sintió en la secundaria cuando una profesora le habló sobre el fileteado porteño por primera vez. La vecina de Castelar, en el Oeste del Gran Buenos Aires, no sabía que su nombre hecho en acuarelas y decorado con cintas sería el inicio de una carrera artística, en la que no solo muestra sus creaciones en su Castelar natal, sino que llegó hasta China, donde cuatro de sus obras causaron sensación.
A los 12 años una profesora de Plástica dictó una clase sobre el fileteado y Paula comenzó a pintar como un hobbie, hasta que a los 21 hizo un taller con José Espinosa, referente de la especialidad y ya con una mínima base de la técnica hizo lo que ella define como su primera obra: un cartel para una amiga con su nombre. “Al principio fui un poco autodidacta”, explica, ya que no tenia los medios ni las herramientas, y tampoco sabia cómo acceder a un maestro. Decidió aprender con ayuda de revistas y la información que encontró en algunos folletos.
“Buscaba imágenes y trataba de copiar todo, pero no eran composiciones propias, sino ensayos sueltos”, recuerda la diseñadora gráfica de 27 años. Hasta que las clases hicieron que descubriera cómo usar luces y sombras para dar el efecto más típico de las obras con filete.
Desde su perspectiva, el mayor desafio ahora es perfeccionarse en la técnica, ya que el fileteado es algo muy variado donde se pueden generar diferentes estilos. Ella aún está en la búsqueda de una huella propia, en la que a través una marca distintiva sus composiciones sean fácilmente reconocibles. “Siento que lo mío no es tan tradicional, me gusta mucho jugar con los colores y no amoldarme siempre a lo mismo, experimentar. La idea es encontrar un estilo propio”, asegura.
“Un arte muy noble”
Los vecinos de Castelar y sus seguidores admiran su arte y es por eso que la eligen para que la plasme no solo en un soporte tradicional como la madera, sino también en objetos más personales como mates, cuadernos y agendas. Incluso tuvo un pedido para que pintara filetes sobre guantes de boxeo. En general los pasos a seguir son similares. Primero hace un boceto que le muestra al cliente, después piensa qué gama de colores usar, pinta el fondo y finalmente traslada el dibujo.
“En la técnica del filete se trabaja con capas”, explica, por lo que siempre se pinta una base con las figuras, y la siguiente capa es de sombras y la última de luces. Va tomando mayor o menor volumen dependiendo del tiempo y la cantidad de detalles, coronando el trabajo con esmalte al agua.
Según el tipo de obra, Paula puede estar varios días con un mismo trabajo, ya que elige empezarlos y terminarlos de a uno para concentrarse en hacerlo lo más perfecto posible. Y a pesar de que tiene objetos estandarizados, siempre está abierta a la posibilidad de que la gente le lleve uno nuevo y hacer allí su nueva obra.
“El filete se puede aplicar en lo que sea, es muy noble”, dice la artista y agrega que a pesar de que sus cuadros no se caracterizan por tener elementos convencionales del filete, como dragones y figuras del tango, su inspiración llega de las flores o elementos de la naturaleza muerta.
Uno de sus sueños se cumplió en 2018 cuando a través de la Asociación de Fileteadores, a la cual pertenece, se lanzó una convocatoria para hacer un intercambio cultural y las cuatro obras que envió para postularse, fueron seleccionadas para ser presentadas en el Instituto Cervantes de Beijing y la Biblioteca Miguel de Cervantes de Shangái.
A pesar de que no estaba la posibilidad de que los artistas viajaran, si llegaron las obras, que durante los evento fueron expuestas y a través de fotos y videos Paula pudo ver como sus cuadros de Mafalda, uno con un amanecer, su pintura de un fruto y el último con un viñedo eran admirados por los asistentes, causando que compren la colección completa. “Mi arte está allá y espero verlo por las calles de Castelar algún día”, expresa la artista, que busca entre sus logros poder dejar su impronta en el barrio, una huella de su arte y de su paso por esas calles.