Fuente: La Nación – Durante una semana, la mecenas y coleccionista recorrió la emblemática Exposición Internacional de Arte que apoyó a través de su propia fundación.
Allá donde un artista sueña con revelarse al mundo a través de su obra, Amalia Amoedo aparece con su sensibilidad única para sostener, acompañar y tender puentes. Esta vez, hizo las valijas y cruzó el Atlántico para apoyar el talento local en la 60° edición de la Bienal de Venecia, titulada Stranieri Ovunque–Foreigners Everywhere (Extranjeros en todas partes). “Me emocionó ver la alta participación de artistas de Argentina y de Latinoamérica, muchos de los cuales estaban exponiendo por primera vez en Venecia. A su vez, el brasileño Adriano Pedrosa es el primer latinoamericano a cargo de la Bienal”, le cuenta a ¡HOLA! Argentina la reconocida mecenas y coleccionista. “Desde la Fundación Ama Amoedo apoyamos esta edición dentro de nuestro programa anual de apoyo a exhibiciones, para amplificar la visibilidad de los artistas latinoamericanos”, explica Ama.
–¿Quiénes te acompañaron?
–Tuve el placer de viajar con mi equipo de la Fundación Ama Amoedo: Verónica Flom, que es la directora, y Laura Hakel, curadora de la colección y proyectos artísticos. Fue interesante compartir miradas y opiniones en los distintos recorridos. Estos viajes son momentos de reflexión en equipo que nutren las conversaciones de trabajo que tenemos en la Fundación.
–Este año, además, prestaste la obra Maternidad de Elda Cerrato, que forma parte de tu colección privada. ¿Qué sentiste al verla en ese contexto?
–El curador Adriano Pedrosa vino a Buenos Aires en un viaje de investigación y visitó mi colección particular. Fue muy minucioso en observar y preguntar por cada una de las obras. Adriano seleccionó esta obra de Elda Cerrato de 1971, que fue integrada en el núcleo histórico de la Bienal y exhibida en un bastidor de vidrio y concreto diseñado por la emblemática arquitecta Lina Bo Bardi. Fue emocionante encontrarme con esta obra tan querida de mi colección alineada con otras piezas de arte argentino y formando parte de una narrativa más amplia sobre artistas que construyeron los lenguajes de la modernidad.
–¿Cuál es tu opinión acerca de la obra de Luciana Lamothe que nos representa en el pabellón argentino y la de La Chola Poblete, que fue premiada días atrás?
–Luciana Lamothe es sin dudas una artista referencial del arte contemporáneo argentino. Este proyecto le dio la oportunidad de expandir los límites de su obra escultórica y crecer en la exploración de la materialidad de la madera y la instalación de una manera inteligente y virtuosa. ¡La mención de honor a La Chola Poblete es para celebrar! La Chola es la primera artista trans en ser distinguida en la Bienal de Venecia y este reconocimiento seguramente le abrirá nuevas puertas. Ver artistas de Argentina con obras tan sólidas reafirma lo importante que es apoyar nuestro arte y sostener la continuidad del Pabellón Nacional en Venecia para seguir promoviendo nuestros artistas a nivel internacional.
–También te retrató la artista Anastasia Samoylova. ¿Cómo fue la propuesta y cómo se conocieron?
–Conocí a Anastasia y su trabajo en 2019, cuando adquirí parte de una serie de sus fotografías en una exhibición en la Galería Dot Fiftyone, en Miami. Fui una de las primeras coleccionistas en adquirir su obra. Hoy, cinco años después, va a tener una exhibición en el Met en diálogo con las obras históricas del fotógrafo estadounidense Walker Evans. En Venecia, Anastasia estaba participando de una muestra y sacando fotos para Vogue Italia. Fue un muy lindo momento.
–¿Tuviste tiempo para recorrer tus lugares favoritos de la ciudad o visitar amigos?
–Sí, recorrí las exhibiciones paralelas de la Bienal, una parte fundamental de la visita. Me pareció extraordinaria la muestra del artista francés Pierre Huyghe en la Fondazione Pinault. A su vez, desde Fundación Ama Amoedo y la Fundación Proa organizamos una comida para celebrar y homenajear la presencia de Argentina y Uruguay. Estos eventos internacionales son una gran oportunidad para generar y reforzar lazos y colaboraciones. Siempre es una alegría compartir encuentros y conversaciones con artistas, curadores, coleccionistas y amigos en contextos donde el arte es el punto de conexión.
–Desde tu Fundación otorgan becas, tienen una reconocida residencia artística y alianzas internacionales, entre otras iniciativas. ¿Cuál fue hasta ahora tu mayor satisfacción?
–En los tres años que lleva son muchas las satisfacciones. Una es la colaboración con el artista Edgardo Giménez en la construcción de Casa Neptuna, en José Ignacio, Uruguay. Es una obra de arte en sí misma y allí tiene lugar nuestra Residencia FAARA. Hasta el día de hoy participaron 24 artistas de Argentina, Perú, Brasil, Bolivia, Uruguay, Puerto Rico, Venezuela, Chile, Guatemala, Colombia y México. Es emocionante ver el reconocimiento y el interés creciente por el arte de nuestra región. Ahora estamos por lanzar la segunda edición de las Becas Fundación Ama Amoedo, destinadas a artistas, organizaciones, publicaciones y proyectos de arte y compromiso social. La altísima convocatoria que obtuvimos en 2023 nos demostró lo crucial que es brindar estas becas y me enorgullece ver cómo cada uno de estos proyectos se materializa.
–Tu contacto con el arte viene desde muy chiquita. ¿Cuál es tu primer recuerdo?
–Desde chica tuve la oportunidad de visitar muestras y talleres de artistas. Mis primeros recuerdos están allí. Me encantaba la cercanía con el proceso creativo y escuchar las conversaciones entre artistas. Fue el comienzo de una conexión que ha crecido con el tiempo.
–Entre tu fundación, el trabajo en Colección AMALITA –el museo fundado por su abuela Amalia Lacroze de Fortabat–, el Comité Internacional de arteBA y la Asociación de Amigos del Moderno, más tus compromisos internacionales en los comités del MoMA y del Pompidou, tu agenda es maratónica. ¿Cómo te organizás?
–Trato de tener claras mis prioridades y soy muy organizada. Además, tengo un equipo increíble que me acompaña. Me involucro en cada proyecto y me encanta aportar desde mi conocimiento y mi entusiasmo. Mi compromiso con el arte hace que el trabajo se convierta en un espacio de energía y aprendizaje diario. Es gratificante saber que estás contribuyendo a algo que amás y tener esta oportunidad es algo que valoro profundamente.