Fuente: La Nación ~ La pieza de la artista Carlota Beltrame, que utilizó la técnica de la randa para “traducir” una foto a una trama de encaje, había sido repudiada en 2022 por grupos de derecha cuando se expuso en San Miguel de Tucumán.
Con una refinada obra textil que desató polémicas cuando se expuso en la Casa Histórica de la Independencia en San Miguel de Tucumán, la artista, docente e investigadora tucumana Carlota Beltrame (1960) ganó la XXVI edición del Premio Klemm. Revés de trama (2021) es la traducción de una fotografía documental a la técnica de la randa de una de las pintadas que la agrupación guerrillera Montoneros hizo a mediados de febrero de 1971, cuando copó la institución en un acto de protesta y reivindicación de Juan Domingo Perón. Las pintadas se hicieron en la Sala de la Jura de la Casa Histórica. El pasado no solo vuelve en forma de espectro sino también vestido de encaje.
La obra de Beltrame, de 187 x 260 cm, obtuvo el primer premio adquisición, de $ 900.000. El segundo premio adquisición (de $ 600.000) lo ganó Alberto Passolini, con la instalación de aires eróticos Nadie sabe de lo mío. Las tres menciones no adquisición, de $ 150.000 cada una, fueron para Carrie Bencardino por la atrevida pintura Antro cuir; Marisol San Jorge, por la instalación Mojada, con toques fetichistas, y Erik Arazi, por Géminis, otra instalación conformada por veintiocho dibujos hechos con tabletas animosquitos usadas, marcadores, vinilo y lápices sobre papel negro. Por la pintura Las charlas sobre el arte son casi inútiles, Santiago Iturralde obtuvo una mención de honor del jurado.
En esta edición se presentaron 1324 obras y se seleccionaron 38, que son las que se pueden apreciar en la Fundación Klemm. El jurado estuvo integrado por la artista Adriana Bustos, ganadora del Premio Klemm en 2016; la investigadora y curadora Nancy Rojas, los curadores e investigadores Marcos Kramer y Joaquín Barrera, y la artista Graciela Taquini, que escribió el texto del catálogo.
“El peso arquetípico de Federico Klemm convirtió su espacio en un lugar de culto y reflexión de la cultura Lgtbttiq+, y en ese sentido, en las obras presentadas y posteriormente elegidas, abundan las alusiones a lo trans, lo queer, lo porno, lo sado y hasta lo kitsch en distintas claves y propuestas”, señala Taquini. Cualquiera que necesite una “inyección visual” de libido puede visitar la Fundación Klemm, en Marcelo T. de Alvear 626, de lunes a viernes de 11 a 19, con entrada libre y gratuita, hasta el 20 de febrero.
En diálogo con LA NACION, Beltrame revela que apostaba por la pieza ganadora del primer premio. “Estoy muy contenta porque se ve más linda de lo que imaginé -dice-. Tenía mucha fe en la obra porque pensaba que iba a operar muy bien en el contexto de la escena artística de Buenos Aires, que está mucho mejor formada que la mía, en Tucumán. Los artistas porteños se quejan mucho de la escena porteña, pero claramente no se puede comparar con las de las provincias, que tienen sus fortalezas en algunas cosas y debilidades en otras. Mi pieza generó un escándalo en Tucumán”.
La obra de Beltrame, que se exhibió en septiembre de 2021 en la Casa Histórica, fue interpretada como un homenaje a Montoneros en vez de ser considerada una delicada traducción de un formato a otro (y en un tipo de técnica textil que solo se realiza en Tucumán) y una reflexión sobre el pasado violento.
La Casa Histórica fue demolida casi por completo a inicios del siglo XX y en 1941, luego de que se la declarara Monumento Histórico Nacional, se inició un proceso de reconstrucción que concluyó durante el primer gobierno de Perón, en 1949.
“Lo único auténtico que se había conservado de la antigua casa era la Sala de la Jura de la Independencia, que fue la intervenida por Montoneros -señala Beltrame-. Cuando fui invitada a exponer en el museo de la Casa Histórica, propuse recuperar un episodio del pasado, muy escondido en la memoria social. Tanto es así que muchos argentinos ni siquiera sabían que la Casa Histórica es falsa, una reconstrucción, y muchos menos que Montoneros la había intervenido con pintadas. Traduje la pintada más conocida, por la única foto que se publicó en los diarios”.
Sobre el escándalo que se desencadenó en San Miguel de Tucumán con los autoproclamados “defensores” de la Casa Histórica, Beltrame sostiene que en la provincia aún hay muchos “vestigios” de la dictadura. “Como el que encarna el partido del hijo de Antonio Bussi [Ricardo Bussi], llamado Fuerza Republicana y aliado de Javier Milei, que lideró una movilización en contra de la obra -denuncia-. Por un lado, la pieza cobra mucha fuerza en la Casa Histórica, pero en Buenos Aires, por el distanciamiento físico del episodio en el cual se siente identificada la derecha tucumana, resulta ser mejor comprendida. La derecha se apropió del símbolo de la Casa Histórica, como ya ha quedado demostrado con el vandalismo que sufrieron la obra de Res en 2016 y la de Ananké Asseff en 2022. En Buenos Aires es posible un análisis de carácter estético y más desapasionado. Confiaba en el profesionalismo de la escena artística porteña y no me equivoqué; no hay una confusión tan grosera entre los valores del arte y los de la vida, que no necesariamente coinciden. Puede haber una mirada estética, histórica y crítica sin pensar que yo quiero reivindicar a Montoneros”.
La técnica textil de la randa es una práctica arcaica. “En la época de la colonia arribaron a nuestro continente manualidades que heredamos de los españoles y que actualmente han desaparecido de España y del resto de Europa pero se conservan en nuestro territorio -dice la artista-. En el lenguaje lo encontramos muchísimas veces; en el norte del país usamos muchos arcaísmos que en España ya no se usan. La randa es una práctica textil arcaica que ha desaparecido, por su particularidad técnica, en Europa. Tiene origen holandés y los españoles, que habían invadido los Países Bajos en el siglo XVI, cuando vuelven a España con este encaje y luego lo traen a América Latina”.
En la Argentina solo se conserva en Tucumán, en un poblado llamado El Cercado. “Ese encaje ha identificado a Tucumán durante mucho tiempo y ha estado a punto de desaparecer, ya que las randeras preferían trabajar de empleadas domésticas antes de que les pagaran tan poco por sus artesanías -cuenta Beltrame-. Sin embargo, políticas culturales de valoración del patrimonio han hecho que la randa reviva con mucha fuerza. Trabajo con ella desde el año 2000. Lo hago porque la randa per se ya habla de Tucumán y porque es un textil muy refinado, el único encaje de la Argentina; la randa es propiamente un encaje, una puntilla, y me interesaba hacer un contrapunto, un oxímoron, entre la delicadeza del textil y la violencia que comunican las imágenes con las que trabajo y que tienen que ver con la historia reciente de mi provincia”.
Actualmente, la artista prepara una muestra para el Museo de Arte Contemporáneo de Salta. “He sobrebordado algunas cosas para rectificar pero no soy una randera y no me interesa serlo -dice-. No solo me apropio de la randa sino también de la mano de la randera, que tiene una sabiduría que se va transmitiendo de generación en generación. Ahora hay muy pocas randeras, no superan la cincuentena. Estoy haciendo traducir las seis fotografías que se sacaron en aquella ocasión en la Casa Histórica intervenida por Montoneros y esas piezas las voy a exponer este año”.
Además de las obras seleccionadas y premiadas, se puede ver en la Fundación Klemm un nuevo capítulo de Encantador de la noche, una muestra de ambiente nocturno y destellos dorados a cargo de Feda Baeza, Guadalupe Chirotarrab y Santiago Villanueva que rinde homenaje a Klemm con obras de su autoría y materiales de su colección y archivo personal. Y el artista Daniel Basso (ganador del Premio Klemm en 2020) creó una megainstalación similar a una torta color rosa chicle -adornada con falsos merengues- en la que se exhiben obras de la colección de la Fundación Klemm. Junto con la ambientación (marco ideal para las selfies), en Las metamorfosis del rubí se destacan un laberinto de Edgardo Giménez, una cerámica de Gabriel Baggio, un textil de Dalila Puzzovio, una serigrafía sexy de Marta Minujín y una foto de la serie Sansón y Dalila, de Klemm, donde fornidos hombres semidesnudos derriban columnas de telgopor.