Fuente: Infobae – A modo de “terapia”, Camilo Jankovits comenzó a incursionar en el arte sin imaginar cómo eso se convertiría en su pasión. Gracias a un concurso, ganó la posibilidad de exponer en la galería Carrousel du Louvre, en Francia, se costeó el viaje, vendió su primera pieza y proyecta exposiciones en Uruguay y Brasil
El dicho “fue una desgracia con suerte”, puede definir un poco lo que pasó en la vida de Camilo Jankovits, cuando en 2018 sufrió un accidente en el cual se le rompieron los ligamentos de una rodilla. Hasta ese momento, su contacto con el arte pasaba por las clases que tomaba en taller de escultura donde aprendía a modelar en arcilla. Pero su problema en la pierna lo llevó a dibujar y a pintar cuadros.
“Esa lesión me dejó parado un año y me imposibilitó seguir yendo al taller de escultura. Eso me aniquiló emocionalmente porque yo no podía asistir al taller para hacer lo que más me gustaba y mi maestro me aconsejó que me pusiera a dibujar porque al estar en reposo tenía todo el tiempo para hacerlo. Y dibujé muchísimo”, cuenta sobre cómo descubrió a los 27 años que eso le gustaba y mucho. Luego, la curiosidad hizo su parte.
Nacido y criado en la ciudad bonaerense de Monte Grande, realizó su primera muestra artística en febrero de 2020. Hace unas semanas llegó a la galería parisina Carrousel du Louvre, donde vendió su primera pieza de manera internacional.
«La paloma sin paz» (2023), la obra vendida en París. Acrílico sobre tela 20×30
La “terapia” que se convirtió en su pasión
Tenía 24 años cuando comenzó a modelar arcilla. En esa actividad buscaba una terapia que lo ayudara a trabajar la paciencia y a entender que todo tiene un proceso. Lo logró, pero hubo más en eso: nació el deseo de ser artista.
Cuando tuvo la lesión, ya estaba inserto en el mundo del dibujo y eso fue para él la terapia definitiva. “Además de dibujar, comencé a leer mucho sobre artistas, sobre las distintas corrientes del arte. Leí demasiado y eso me despertó ganas de pintar más. Cuando me recuperé completamente, lo primero que hice fue tomar el pincel, los acrílicos y empecé a bueno a plasmar todo lo que tenía dentro”, recuerda.
Las obras de Camilo en El Carrousel du Louvre, París, Francia (camilojkv)
Su primera exposición fue en una galería Artes Reales, de Diego Real, en San Telmo, en el corazón bohemio de Buenos Aires. Allí se realizó un concurso que daba la posibilidad de elegir una de las obras expuestas por los artistas y expositores viajasen al Carrousel du Louvre de París para participar de la muestra Art Shopping.
“Recibí una mención especial por parte del jurado de la galería y gano la acreditación para que una de mis obras estuviera expuesta en París y, haciendo un enorme esfuerzo, también pude viajar. Fue una oportunidad única como artista para conocer varias galerías de arte y además una experiencia inolvidable”, dice sobre la exposición se llevó a cabo entre el 20 y 22 de octubre último. “Fueron tres días super intensos y hermosos en los que conocí a otros artistas, otras galerías y fue la primera vez que expuse en otro país”.
La experiencia parisina
Aún incrédulo de lo que vivió, Camilo resume: “¡Fue una experiencia totalmente única! Aunque yo no conocía la ciudad de París más que por fotos, estar allí fue algo extraordinario porque hay muchas galerías de arte y entendí mientras las recorría que seguro muchos artistas desearían estar en mi lugar, entonces, todo lo que hice fue con mucha dedicación, con mucha pasión y con mucho respeto. Fue, sin dudas, la experiencia absoluta de mi vida porque, además de poder mostrar mi arte, también hice contactos con otras galerías de otras partes del mundo y eso generó nuevos proyectos”.
Camilo en la muestra “Art Shopping”
Aún fascinado por los recuerdos, sigue: “Caminar por esas galería y museos, poder poder ver un pedazo de historia de la humanidad fue maravilloso. Haber viajado para exponer mi arte, que es lo que amo hacer, fue inigualable, una sensación hermosa”.
En el Carrousel du Louvre, su obra estuvo junto a la de un colectivo de artistas que llegaron allí para exponer sus cuadros. “Mientras estaba en el stand de la galería de San Telmo observaba que algunas personas se detenían un ratito a ver mis obras, observaban los colores y aproveché ese momento para interactuar con la gente. Me interesó mucho saber qué era lo que pensaban de las obras. También aproveché para moverme por otras galerías a fin de que conocieran mi arte”.
Respecto de las críticas dice que “en principio fueron muy buenas”. “Hay una galería de Brasil a la cual le gustó mucho mi trabajo y otra de Uruguay. Saberlo me impulsa a seguir creando”, asegura.
En el Carrousel du Louvre, París
Para el próximo año, ya tiene planes para seguir exponiendo. “Tengo proyectos de exponer en Punta del Este, en una de las galería con las que establecí contacto en Francia. También estoy tratando de avanzar con otra galería de Brasil además quiero seguir exponiendo en Buenos Aires, todo lo que pueda porque vivo de eso también”.
Las obras de Camilo están pintadas con acrílicos sobre tela y en bastidores de diversos tamaños (desde los 10 centímetros hasta el 1.50 metro). A París llegó con diez reproducciones de las obras originales, en formato 30×40, algunos dibujos y la única obra original, La paloma sin paz, fue la elegida.
“Las obras que viajaron conmigo fue una original de 18 x 24, esa es la única que vendí a una chica coreana que es estudiante de arte y vive en Francia”, dice y cuenta que llevó las copias porque, debido al tamaño de la pieza original, que no las podía trasladar.
Al finalizar, admite que aunque le dio felicidad vender su arte, lo importante fue “haber estado en esta exposición. No tiene comparación”.