Fuente: La Capital – Bajo el pseudónimo «Vualá», Tomás Gómez pinta espacios privados y públicos. Bares como Basquiat, Ceviche y las empresas MSR y Pascual, están entre sus clientes.
El arte le llegó a Tomás Gómez desde muy chico a través de su padre, quien fue el artista y pintor rosarino Raúl “Negro” Gómez. Junto a él, Tomás entendió que se podía hacer arte con cualquier cosa y que el camino consistía en conquistar un estilo propio.
Con el correr de los años, lo encontró en el grafiti y el muralismo, pintando múltiples espacios de Rosario y otras ciudades, tantos públicos como privados, usando Vualá como nombre artístico. Así, eligió un nicho para desarrollarse, ya que sus murales pueden verse en el frente de edificios, en paredes de la ciudad o puntualmente en bares, restaurantes y cervecerías.
“Arranqué en este mundo a los 16 años”, contó Tomás en diálogo con Negocios. El artista que hoy tiene 36 años sostuvo que, a lo largo de todo su trayecto en el sector, estudió Diseño Gráfico y aprendió distintas disciplinas como pintura al óleo o acuarela, hasta que conoció el aerosol que es, según sus palabras, la herramienta más versátil y con la que se siente más cómodo cuando realiza sus obras. “En un viaje a México me enamoré del grafiti y comencé a pintar en esquinas de la ciudad y así arrancó todo. El puntillismo fue el resultado de este proceso y la técnica que encontré para usar menos cantidad de aerosol y generar un menor impacto ambiental. De esta forma, se crean dibujos usando puntos muy pequeños”, indicó el artista.
Diseño y arte con marcas
Lo que marcó el paso de Tomás del arte como hobbie a un trabajo profesional fue una anécdota con un cliente, cuando trabajaba en un videoclub. Según contó en la entrevista, una persona le pidió la tapa de la película Cinema Paradiso para regalar y como no podía darle la caja del video, le ofreció dibujarla él mismo. “Creo que en ese momento ganaba $10 la hora y el trabajo lo cobré cerca de $400 por cuatro horas de pintura, significó mucho para mí y entendí que podía usar mejor el tiempo para trabajar y vivir de esto”, aseguró.
Mural elaborado por Vualá para la empresa Minervino Propiedades.
Gentileza: Vualá.
Con la decisión clara de emprender en este mundo, de a poco comenzaron a aparecer distintos negocios en el mundo del arte. Tomás tenía 21 años cuando dejó el videoclub y apostó de lleno a la pintura, participando de distintas convocatorias municipales y privadas, ganando renombre en el ámbito local. Así, comenzaron a convocarlo desde la gastronomía y la construcción para sumar su intervención a los espacios, con los diseños que el artista proponía, muchos bajo la corriente del hiperrealismo, que consiste en asemejar las imágenes pintadas a cómo lucen en la vida real.
Sus obras pueden verse en las paredes y frentes de bares y restaurantes como Basquiat, Möns Beer Garden, Ceviche, Me Llaman Calle, Espacio Qhipa, Chicago y Negré, este último próximo a abrir. En general son los dueños quienes lo convocan y lo primero que hace el artista es un boceto para que vean lo que pintaría. Ya en esa instancia Tomás cobra por el proyecto porque es una parte esencial del trabajo.
Silla elaborada por el artista en base al uso de peluches y juguetes.
Foto: Virginia Benedetto / La Capital.
“Después el mural se presupuesta de acuerdo con los metros cuadrados de pintura. Un metro cuadrado hoy se paga $100 mil si se pinta hasta 10 metros cuadrados, después baja un poco cuanto más grande es el dibujo y más metros se ocupan, esto sin contar el gasto en materiales y viáticos. A veces voy solo y otras tengo que ir acompañado, en este segundo caso trato de que el empleador contemple ese costo extra de sumar una segunda persona”, describió.
Las constructoras, otro cliente clave
Otro cliente importante para este artista son las constructoras como Fundar, Pascual, MSR y Minervino, pintando paredes de edificios y los cercos de obras cuando un desarrollo está en construcción, incorporando arte en lugar de publicidad.
Tomás junto a su pareja, la diseñadora de moda Lourdes Rentería.
Foto: Virginia Benedetto / La Capital.
En general, hace un mural al mes, por lo cual también tiene un local propio para otro tipo de piezas. Vende muebles para el hogar, objetos de decoración como cuadros, juguetes y con la intervención de prendas de indumentaria. Esto último es un trabajo que realiza junto a su novia, Lourdes Rentería, quien es diseñadora de moda y utiliza el reciclaje de distintos materiales para el diseño de ropa sustentable. Juntos tienen un local en la Galería Pasaje de la Nación donde exponen sus obras.
Una de sus últimas creaciones es una silla cuyo respaldar y base están hechas con el uso de peluches. De hecho, tiene una expuesta en su local, la cual comercializa por el valor de $2 millones, junto a una pequeña banqueta, también decorada con juguetes, por el valor de $700 mil. Para este segmento hay un público de compradores específicos que son los coleccionistas, los cuales no son tan fáciles de atraer, por eso Vualá vende cuadros en su tienda web, otro ingreso más estable que le permite continuar un camino laboral exclusivo en el arte.