Fuente: La Nación ~ El millonario artista inglés promete quemar en septiembre unas seis mil pinturas suyas convertidas en NFT.
Autor de obras de arte famosas por su excentricidad y por la polémica que despiertan, como un tiburón sumergido en formol o el cráneo humano cubierto de diamantes, el artista inglés Damien Hirst está a punto de materializar un nuevo acto disruptivo: promete quemar unas 6.000 obras propias el próximo mes en el marco de un proyecto centrado en el arte como moneda.
Hirst (1965), creador, empresario y coleccionista británico, que está considerado como el artista vivo más rico de su país, destruirá en su galería de Londres parte de un lote de 10.000 pinturas realizadas en 2016 y convertidas paralelamente al formato NFT.
Las obras fueron vendidas a razón de 2000 libras cada una -unos 2.400 dólares- y a los compradores se les concedió la chance de quedarse con los NFT o cambiarlos por la obra de arte física. “El coleccionista no puede quedarse con ambos. Este intercambio es un proceso unidireccional, así que elija con cuidado”, había advertido a los interesados.
Veinticuatro horas antes de la fecha límite, ayer, 4180 personas ya habían optado por cambiar su NFT por una obra de arte física, en tanto que 5820 optaron por mantener sus NFT, según consignó el diario The Guardian. La versión alternativa será destruida, y las obras de arte físicas (óleo sobre papel) se incendiarán a diario a partir del 9 de septiembre en el marco de un proyecto titulado The Currency, al que Hirst define como “el más emocionante”.
”Las obras de arte se quemarán a una hora específica cada día durante la ejecución del espectáculo”, se lee en un comunicado del artista. En los próximos meses, durante la semana de Frieze, la galería organizará un evento de clausura para quemar las obras de arte restantes, con la presencia de Hirst.
El artista realizó las obras en 2016 usando pintura de esmalte sobre papel. Cada obra está numerada, titulada, sellada y firmada en el reverso. Las características de autenticidad adicionales incluyen una marca de agua, un micropunto y un holograma que contiene un retrato del artista. Ningún color se repite dos veces en ninguna obra de arte.
El año pasado, Hirst se codeó nada menos que con Caravaggio y Rafael en una muestra desprejuiciada que descolocó y cautivó a Roma: Archaeology Now. En la Galleria Borghese más de 80 obras suyas se entremezclaron con pinturas y esculturas de los grandes genios de la antigüedad y el Rancimiento italiano.
Entre las obras icónicas de Hirst están “La imposibilidad física de la muerte en la mente de alguien vivo” (1991), un tiburón tigre de cuatro metros de largo conservado en una vitrina con formol que se vendió en 12 millones de dólares. Otra pieza emblemática es Por el amor de Dios, una calavera de platino con 8.601 diamantes puros y dientes humanos, inspirada en el cómic 2000 AD. Es creador desde fines de la década de 1980 de una amplia serie de instalaciones, esculturas, pinturas y dibujos que exploran las complejas relaciones entre arte, belleza, religión, ciencia, la vida y la muerte.
Hace unos días, Hirst había protagonizado otra polémica cuando el museo de Wolfsburg, Alemania, se vio obligado a retirar una obra que incluía una cámara para matar moscas tras las críticas de los activistas por los derechos de los animales y una denuncia formal de la Oficina Veterinaria de la ciudad. La obra, titulada Mil años, se incluyó en una exposición colectiva denominada ¡Poder! ¡Luz!? que exploró el uso de la luz artificial en el arte. La obra -que ya tiene una década- consistía en un cubo de cristal dividido en dos. En una parte del cubo eclosionaban las moscas, pero si pasaban por un agujero a la otra parte para llegar a la luz artificial, morían. El objetivo del trabajo fue llamar la atención sobre el hecho de que millones de insectos mueren cada noche debido al alumbrado público en las ciudades.