Fuente: Perfil ~ El responsable del área del proyectos del Museo, Luis Ambros, encontró nombres cortados, fechas y letras sueltas talladas sobre el ladrillo mientras reparaba la vereda. El descubrimiento no tiene precedentes en territorio porteño.
Encargados de reparar la vereda del Museo Histórico Sarmiento, ubicado en el barrio de Belgrano, descubrieron este lunes 27 de diciembre que dicha senda no estaba conformada por baldosas octogonales simples. La mayoría de ellas eran antiguas lápidas.
Fue el responsable del área del proyectos del Museo, Luis Ambros, quien realizó el hallazgo tras dar cuenta de que algunas de esas baldosas contenían mensajes jamás antes vistos. «Alcancé a ver algo que no pude identificar», relató.
Acto seguido, procedió a remover el material que las recubría por debajo. «Encontramos letras», señaló a continuación. Movido por la curiosidad, y con la ayuda de un grupo de trabajadores, continuó sacando baldosas y encontrando más y más información.
«Dimos con nombres cortados, fechas, letras sueltas», indicó. Junto a ello, podían leerse las siglas «Q.E.P.D» (Que en paz descanse) o «dedicamos este recuerdo». Incluso, para algunos casos particulares, quedó el rastro del marco de un portarretratos.
El descubrimiento no tiene precedentes, por lo menos dentro de la Ciudad de Buenos Aires. Sin embargo, y como acotó el mismo responsable del área del proyectos del Museo, «eso no quiere decir que no puedan existir otros casos similares».
Con respecto a la razón por la que las lápidas se encuentran adheridas a la vereda del museo, explicó: «Es más que obvio que hubo un reciclaje de los materiales, en este caso del mármol». Ambros no sería el único en hablar en relación al reciente hallazgo.
También lo haría Rodolfo Giunta, encargado del área de investigación del Museo. «Estimamos que las lápidas podrían ser del cementerio de Belgrano, pero también podrían provenir de otros lugares»,dijo en alusión al origen de las piezas fúnebres.
Y agregó en diálogo con Clarín: «Todos los cementerios de partidos aledaños a la Ciudad, anexados en 1887, tuvieron que derivar sus restos a Chacarita. Recoleta ya existía pero quedó desbordado luego del brote de fiebre amarilla».
Es por ello que, según narra Giunta, «en aquel momento se hizo una convocatoria a todas las familias para anunciar el traslado de las tumbas. Pero no todas las tumbas fueron mudadas ya que algunas familias no quisieron hacerlo porque había que pagar«.
Finalmente, completó: «Existían familias inhallables o muertos sin descendientes. Como resultado, las lápidas que no fueron trasladadas pueden haber sido reutilizadas. Tengamos en cuenta que el mármol es un material muy resistente».