De Picasso a Mondongo: viaje al corazón secreto del Bellas Artes

Fuente: La Nación – Desde un motivo cristiano anónimo del siglo XIV hasta instalaciones del siglo XXI, la muestra “Museo secreto. De la reserva a la sala” exhibe más de 300 obras de la colección del museo nacional más importante que se han visto poco, que llevaban tiempo de restauración o que nunca se habían mostrado al público

Al calor extremo en el sol de la avenida Figueroa Alcorta se le sumaba la temperatura ambiente pesada, nada de someter a las obras a tensiones térmicas, dentro del pabellón de exposiciones temporarias del Museo Nacional de Bellas Artes. El viernes, en las primeras horas de la tarde, el cuerpo estable y anónimo del templo mayor del arte en la Argentina se esmeraba en avanzar con un montaje cuyas escenas daban con el backstage de un posible documental: Volver a Witcomb.

"El baño", de Prilidiano Pueyrredón (1865)
«El baño», de Prilidiano Pueyrredón (1865)Santiago Cichero/AFV

Más de un siglo hacia atrás, esta era la forma en la que se abarrotaban las paredes de las galerías y de los Salones Nacionales. La premura en el trabajo era tal que tanto el cronista como su guía resultaban intrusos o acaso viajeros en el tiempo. Había que avanzar con extremo cuidado entre las escaleras, mesas pertrechadas para los últimos retoques o la luz del láser nivelador con la que Mariana Marchesi (directora artística del museo) daba indicaciones para el colgado de una pintura del siglo XIX en una pared donde el punctum de la foto mental (se pide que se eviten fotos que no sean de las obras aunque se aclare que no son para postear) se lo lleva una pintura magnífica del rosarino Juan Pablo Renzi (1940-1992). El día de la primera comunión se llama esta obra de un período difícil para el arte argentino. Es de 1977 y parece (pero las apariencias engañan) que no dijera nada sobre su tiempo. Sin embargo, lo dice todo y lo está diciendo de nuevo. Tanto que es capaz de destacar en un mix de siglos, estilos, formas de enmarcar, idas y vueltas en la figura humana y la abstracción que solo puede darse en la reserva, el corazón secreto de Bellas Artes. Dispuesta para esta exposición en un dominó donde las fichas parecen haberse acomodado solas, siguiendo el rumor propio de las obras desde un motivo cristiano anónimo del siglo XIV a instalaciones del siglo XXI.

"Sculpture/vulture", pieza de bronce fundido de Leonora Carrington
«Sculpture/vulture», pieza de bronce fundido de Leonora CarringtonSantiago Cichero/AFV

Museo secreto. De la reserva a la sala es el nombre de esta exposición que no necesita de eufemismos para ser presentada. Es lo que dice que es. Más de 300 obras que se han visto poco, que llevaban tiempo de restauración o que, directamente, no se vieron nunca en el 12% de las 13000 del acervo que suelen rotar por las paredes de Bellas Artes. Y que no han sido apartadas como en un gabinete de curiosidades bizarro sino que se integran con total autoridad con los highlights: Matisse, Picasso, Berni, Rembrandt, Leonora Carrington (con una escultura rarísima), De Chirico, Fujita, Robirosa o Liliana Maresca. En una lista tan azarosa como la misma exposición propone.

“Primeros pasos”, de Antonio Berni (1936)
“Primeros pasos”, de Antonio Berni (1936)

Los núcleos están difuminados aquí, el guion parece más bien una borradura y la curaduría se dice que es colectiva. Es una decisión de peso: Bellas Artes son todas estas personas que están trabajando en la sala y que cuidan con celo este tesoro. “La idea de la exposición fue mía pero no quería la mirada de una sola persona en esta decisión sino que participaran todos los equipos del museo”, explica Andrés Duprat, su director desde 2015.

Spoiler: esta no es una exposición instagrameable. Salvo que los influencers de la escena elijan vestir en el estilo belle epoque que se lleva con este montaje que discute la hegemonía del cubo blanco para dejarse ver junto a marcos tan pomposos que, a veces, reducen la pintura a escala de diapositiva. Acaso los hiperkinéticos flaneurs virtuales (que nunca estuvieron sino están en una story) encuentren consuelo en Tursiups Truncatus, una instalación de Luis Benedit compuesta por una osamenta de delfín, fibra y una escritura en neón que el viernes aún no había sido activada. Mientras, se toman notas y sotto voce algunas fotos de referencia (donde hay montaje se ve una coreografía aquí) para subrayar aquellas presencias que brillan en la colección permanente por su ausencia.

En primer plano, "Tursiups Truncatus", una instalación de Luis Benedit
En primer plano, «Tursiups Truncatus», una instalación de Luis BeneditSantiago Cichero/AFV

Habrá que replantearse la idea de highlight en esta exposición (que también podría llamarse “El discreto arte de enmarcar”, dada la variedad de estilos que van del retablo medieval al retrato oval recuperado por Mildred Burton y excentricidades varias) porque muchas obras volverán muy pronto al corazón secreto del museo y quién sabe hasta cuando permanecerán en la penumbra. Poner el ojo entonces en aquellos artistas cuyos nombres no alcanzaron su lugar en la Pinacoteca de los Genios.

Como el collage de inspiración dadá del poeta húngaro Lajos Kassák (1887-1967), nunca antes exhibido, además de resultar una sorpresa para las tendencias del coleccionismo argentino. Luego, el paisaje de pequeño formato de1897 del danés Schoenheyden Moller cuyo resplandor recuerda menos a una pintura naturalista del siglo XIX que a una fotografía Kodak quemada (más, la toma linkea al disparo obsesivo de Hirayama en Perfect Days, la última película de Wim Wenders). Efectos estéticos como este van de la mano con la intención de la curaduría colectiva: el desacople cronológico invierte la carga sobre lo contemporáneo, lo moderno y lo clásico. La fotografía puede ser anterior a la pintura aquí.

La exposición del lado oscuro (en el caso de Mariette Lydis y el tremebundo y nunca antes exhibido “El Televisor”, de Carlos Alonso, esto es literal) de Bellas Artes es una reflexión sobre la propia historia del museo. Como lo pone Duprat: “lo de Museo Secreto lo tomamos prestado de Eduardo Schiaffino, primer director del museo que cuando lo había dejado, en 1926, escribió una nota en contra de Cupertino del Campo reprochándole que no estaban mostrando una cantidad de obras del acervo que él mismo había contribuido a conformar”.

Galería de celebridades, con el retrato de Fogwill, del grupo Mongondo, en el centro
Galería de celebridades, con el retrato de Fogwill, del grupo Mongondo, en el centroSantiago Cichero/AFV

El museo se cuenta a sí mismo también en un pequeño retrato del fotógrafo Anatole Saderman de Marcela Reich, quien fuera guía del Bellas Artes durante más de cincuenta años. Al mismo tiempo, en distintas disciplinas, hay una galería de celebridades: Charly García y Marta Minujín por Kuropatwa; John Lennon por Benito Laren; Jack Kerouac por Juan José Cambre; Victoria Ocampo y Baudelaire por Giselle Freund; Fogwill por Mondongo; el Rosas de Monvoisin y la Brigitte Bardot imaginaria de Antonio Saura, una de las joyas de la colección Di Tella integrada a Bellas Artes en 1972.

La Brigitte Bardot imaginaria de Antonio Saura, una de las joyas de la colección Di Tella integrada a Bellas Artes en 1972; al lado, retrato de Jack Kerouac por Juan José Cambre;
La Brigitte Bardot imaginaria de Antonio Saura, una de las joyas de la colección Di Tella integrada a Bellas Artes en 1972; al lado, retrato de Jack Kerouac por Juan José Cambre;Santiago Cichero/AFV

Este Museo Secreto, con sutileza, guarda un espacio para caídos recientes. Víctor Chab (1930-2024) y el genial Fermín Eguía (1942-2024) que en una acuarela parece resumir la exposición toda. En Una alada fama sopla la trompeta (1987), una anunciación del Quattrocento es ambientada en una metrópoli del siglo XX donde el pintor se representa a sí mismo como un personaje en un gesto de absoluta contemporaneidad. No es solo la historia completa de la pintura sino de la ficción en un cuadro de cómic surrealista.

Al fin, si el termómetro marcase alerta naranja la reserva de Bellas Artes decidió estrenar un paisaje nórdico del sueco Torgny Dufwa (1876-1960) datado en 1909. Mirarlo es…quedarse frío. La melancolía del hielo nórdico en la era del hervor global.

Para agendar

Museo secreto. De la reserva a la sala se puede visitar hasta el 4 de mayo en el Pabellón de exposiciones temporarias del MNBA (Av. del Libertador 1473), de martes a viernes, de 11 a 19.30 (último ingreso), y los sábados y domingos, de 10 a 19.30.

Por Fernando García

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