Fuente: Ámbito ~ El fundador del Malba presentó Oceana, donde habrá, entre otras, obras de Leo Battistelli, Elba Bairon, Daniel Joglar, Federico Lanzi y Lola Goldstein.
El jueves pasado se presentó Oceana Puerto Madero. El nuevo emprendimiento urbano de Consultatio reitera, con una inversión de más de 100 millones de dólares, el modelo de los edificios residenciales construidos en Key Biscayne y Bal Harbour, los más grandes de la Florida. Eduardo Costantini, autor de varias planificaciones inmobiliarias describió los dos edificios de Oceana, compactos y de apariencia “discreta”, con una apacible vista al parque central de 7.500 metros y a las aguas del Dique 2. “No me resultó fácil conseguir un terreno de más de 11.000 metros”, contó. Y cuando logró comprarlo se enteró de que el estudio neoyorquino Brandon Haw presentaría un proyecto. Pronto se pusieron de acuerdo.
Por su parte, el arquitecto Brandon Haw, hijo de artistas y buen conocedor del minimalismo y el conceptualismo, trabajó durante más de dos décadas con el genial Norman Foster y comparte el aprecio por el arte con Costantini, uno de los coleccionistas más activos de Latinoamérica, creador del Museo Malba. De hecho, la selección de las obras de Leo Battistelli, Elba Bairon, Daniel Joglar, Federico Lanzi, Lola Goldstein, Alejandra Seeber y Karina Peisajovich (salvo Juan Solanas) estuvo a cargo del propio Costantini. Entonces agregó que Oceana concede, como “sello distintivo, un espacio de protagonismo al arte”. En efecto, hace seis años y antes de instalar la obra cumbre de Miami, la bellísima bailarina de Jeff Koons, la exhibió en la explanada del Malba. Y junto a ella llegó el artista, a dialogar con el público porteño.
En Puerto Madero, las obras disfrutan de la mayor visibilidad y vale la pena apreciar la capacidad lograda por los artistas, cuando cuentan con tiempo, un lugar inspirador y los recursos necesarios. Leo Battistelli comenzó a proyectar en 2018 la instalación “Diálogo estelar”. “En el transcurso de cuatro años me dediqué a pintar una por una de las estrellas, a estudiar el cielo, armar el gran mapa y diseñar las plantillas de montaje de cada una de las 88 constelaciones”. Un lecho de piedra de 255 metros, cubierto por unos centímetros de agua, contiene el mapa estelar con varias constelaciones y 2.500 estrellas realizadas en medias esferas de porcelana. “Pinté cada una de las estrellas con oro y platino. De este modo, como espejos convexos, reflejan el cielo”. Esa misma noche Battistelli disfrutó de la posibilidad de contemplar el cielo real y su propia representación.
Dos inmensas esculturas de Elba Bairon escoltan el “Diálogo estelar”. Las formas apenas sugeridas de Bairon movilizan la sensibilidad y contribuyen a insertar al espectador en el universo de la creación artística. “Me propuse retomar la relación entre escultura, arquitectura y paisajismo. Para ello imaginé dos volúmenes en bronce que amalgamaran lo orgánico y lo abstracto. Aspiro a que los residentes, los visitantes ocasionales, encuentren en este paisaje atemporal un paréntesis de sosiego en medio de la ciudad”.
En el lobby, los aros de Daniel Joglar, suspendidos en el espacio, flotan y se mecen como por arte de magia. El tema de Joglar es el poder de encantamiento, los aspectos ilusorios y los hechizos del arte. Su talento consiste en saber cuál es el lugar preciso que deben ocupar los diversos elementos que utiliza para lograr una armonía perfecta y un encuentro con la belleza. Desde ya, las obras están elegidas para convivir con ellas y gratifican la mirada. Baudelaire consideraba el adorno como un signo de nobleza del alma humana.
Alejandra Sebeer presenta la alegría del diseño en un muro empapelado. Allí mismo, con ingenio, incorpora unas olas juguetonas realizadas en vidrio. Sin embargo, concluye: “Esta pieza es un anti-empapelado en el sentido de que el patrón es inhallable y está compuesto por muchos elementos de mis actuales pinturas”.
Karina Peisajovich investiga el color y la luz, sus geometrías responden al deseo de enmarcar el misterio. “La luz es expansiva, no tiene forma en sí misma sino que toma la forma del espacio que la contiene. Estos marcos encierran un espacio luminoso que también contiene penumbra: una sombra fuera de foco que se produce en la misma luz”, observa. Peisajovich experimenta las posibilidades del color a través de la luz proyectada, contenida, filtrada, mezclada, superpuesta y en múltiples interacciones. Las abstracciones de Federico Lanzi, sus nubes de colores sobre las telas, las alegres pinturas de Lola Goldstein y el video de Juan Solanas, completan el conjunto. Mientras el Malba, una vez alejado su fundador, encuentra su autonomía, la selección de Oceana permite conocer la evolución del gusto del coleccionista. Muestra su subjetividad y el dominio adquirido para moverse con comodidad y como dueño de casa, en el territorio movedizo de la estética.