Cómo funciona el mercado de obras de arte falsificadas en la Argentina

Fuente: El Planeta Urbano ~ El reciente secuestro de 450 obras de arte falsificadas que se vendían en internet por un monto que superaba el millón de dólares, y que se transformó en el operativo más grande llevado adelante por Interpol en la Argentina, reactualiza el debate acerca de ese delito de larga data en el país.

El megaoperativo que logró decomisar 450 obras de arte falsificadas, valuadas en más de un millón de dólares, vuelve a poner el foco sobre el rol de los falsificadores. Se trata, en su mayoría, de artistas que eligen ingresar en el terreno de la ilegalidad. También en los compradores que arriesgan dinero, seducidos por cuadros o esculturas que se ofrecen como auténticos a un precio relativamente bajo de mercado.

La operación que a mediados de agosto permitió incautar las obras, atribuidas entre otros a Antonio Berni a Pablo Picasso , Raúl Soldi o Marta Minujín, fue posible por una investigación iniciada a principios de año. El inicio fue a partir de la denuncia de una fundación. Se realizaron tareas de prevención en diferentes redes sociales y páginas web realizadas por el Departamento de Protección del Patrimonio Cultural de Interpol. El equipo observó en detalle un reconocido sitio web de compra-venta el ofrecimiento de obras de artistas argentinos de relevancia.

«Internet es el medio a través del que más se venden los falsos«, dice a la agencia Télam el director general de Coordinación Internacional de Interpol de Argentina, Marcelo El Haibe. El Haibe señala que este tipo de delitos también sucede «en algunas galerías, sobre todo, con obras de arte moderno donde los dibujos son trazos o líneas y es más fácil copiar, por eso a veces en esos espacios aparecen obras falsas».

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El Museo del Falso, un acervo de obras falsificadas

El operativo de agosto pasado fue «el más grande» realizado por el organismo. Así lo afirma El Haibe, y agrega que las obras secuestradas pasarán a formar parte del acervo de Interpol. La idea es integrar en un futuro un Museo del Falso, un viejo anhelo del investigador. Mientras tanto, están avanzadas las gestiones para exhibir parte de este material en una muestra que tendrá lugar a principios de 2023 en el Centro Cultural Kirchner (CCK).

A partir de ese operativo hay, hasta ahora, cinco involucrados. «El organizador, el encargado de colocar las obras a la venta en redes; el que hacía los certificados falsos, quien ensamblaba los cuadros y los que propiamente reproducían obras con la intención de hacerla pasar por original», indica Fernando Gómez Benigno, del Departamento de Protección del Patrimonio Cultural de Interpol.

Una banda de falsificadores con antecedentes

Uno de los involucrados ya había sido detenido en 2015 como responsable de la organización; en aquella oportunidad se le secuestraron 230 obras. Con la venta de obras falsas, que también incluyen esculturas de metal de Carlos Regazzoni, el falsificador «obtuvo más de tres millones de pesos, en distintas operaciones que quedaron documentadas, lo cual es bastante dinero».

Piezas de Carlos Alonso, Salvador Dalí, Stephen Robert Koekkoek, Carlos Páez Vilaró, entre otros, también figuran en el botín de obras incautadas. Junto a una máquina para encuadrar, certificados de autenticidad apócrifos y máquinas de escribir con distintas tipografías para completar esos falsos certificados, agrega Gómez Benigno.

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Dónde se guardan las obras falsificadas

Ante este voluminoso lote de obras falsificadas los investigadores requirieron al juzgado interviniente que en vez de ser destruidas pasen a integrar el acervo cultural de la Policía Federal. Para esto, el departamento de Protección del Patrimonio Cultural cuenta con un depósito judicial destinado al resguardo temporal de los objetos secuestrados. El depósito está acondicionado de acuerdo a estándares de seguridad como alarma, cámaras de seguridad, cerradura reforzada, claves personalizadas y temperatura pertinente.

Tanto con la muestra en el CCK como con el museo, la finalidad es «advertir a la ciudadanía que antes de comprar e invertir dinero en un cuadro tienen que tomarse tiempo para hacer averiguaciones», dicen.

«Evitar que sean estafados -destaca El Haibe-. Si la gente se siente segura sabiendo que hay un mercado más controlado por el Estado puede invertir más y eso le conviene a los artistas».

Falsificadores y estafados

Este tipo de operativos abre además interrogantes acerca de los autores de las falsificaciones y también de los compradores. Víctimas de engaño por un lado y personas a veces poco precavidas por otro a la hora de realizar este tipo de transacciones.

Algunos de los compradores «son argentinos y otros provienen del exterior». ¿Por qué compran? «Ven la oportunidad ante un cuadro que tiene certificado de autenticidad», dice El Haibe sobre estas obras que se ofrecen como auténticas a un precio más que razonable.

«El tráfico ilícito de bienes culturales involucra a nivel mundial entre 3500 y 6500 millones de dólares anuales, según un trabajo de la Unesco«, puntualiza.

La falsificación y sus componentes

En Argentina, la falsificación y posterior venta tiene un fuerte «componente social», según el arqueólogo Daniel Schávelzon. Nuestro país «tiene dos cosas contradictorias: buenos artistas y una vieja colección de arte mucho más fuerte que otros países. Pero no hay mercado de arte, debido a la falta de estabilidad económica«.

A modo de ejemplo y para explicar este fenómeno, el especialista señala. «Un cuadro que en los 80 costaba 200 mil dólares ahora vale 20 mil. Así no hay posibilidades de que surjan para el mercado artistas jóvenes. Entonces los compradores adquieren obras de artistas consagrados: un Petorutti, Spilimbergo. En tanto, los artistas jóvenes, que sí los hay y buenos, no tienen posibilidades de surgir, crecer. Y ese es el semillero para las falsificaciones, que involucra a quienes tienen una moral que está en el borde».

Para Schávelzon, «lo increíble son los clientes» poco advertidos que compran estas obras. «El comprador de cosas de valor se asesora y en este caso tiene que prestar atención a la genealogía de las obras. Es decir, saber que si pertenece a la colección privada de fulano de tal, funciona como garantía de calidad. Si la obra estuvo en el Malba o el Fortabat, es garantía de que es bueno», sostiene.

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Argentina, cuna de falsificadores renombrados

«Argentina es uno de los países donde se falsifica mucho arte en todas sus concepciones, y hasta libros con ediciones truchas«, asegura el especialista, quien recuerda entre los falsificadores de la historia argentina la figura del excéntrico Elmyr de Hory, quien se paseaba por la avenida Alvear con su monóculo de oro durante 1962 o visitaba galerías de arte en su Rolls Royce.

Pocos sabían que era el más famoso falsificador de arte moderno, que dejó en todo el mundo más de mil obras de Matisse, Picasso, Modigliani, Chagall, Gauguin, Laurencin, Vlaminck, Degas y Renoir, hechas en sólo veinte años de trabajo. Sus obras están -o estuvieron- colgadas en los grandes museos del mundo, y sus litografías falsas forman legiones y aún pueden verse expuestas en muchas paredes.

Un millonario de Texas le compró a Elmyr de Hory 15 obras del artista francés Raoul Dufy, y Orson Welles y otros directores de cine del mismo nivel hicieron películas sobre su insólita vida. Sabía que, si falsificaba o copiaba obras contemporáneas, debía adquirir la pintura y las telas en los mismos negocios que el artista, lo cual dificultaba cualquier expertizaje.

Huyó de la Gestapo, del FBI y de la policía de varios países y encontró un refugio ideal en la Ibiza de Francisco Franco por la mitad de su vida, a cambio de declararse culpable de homosexualidad -prohibida por el franquismo- y por vagancia, transgresiones que sólo le reportaron dos meses de prisión a cambio de su tranquilidad futura, señala el arqueólogo en su libro «Arte y falsificación en América Latina».

Sus obras nunca fueron realmente cuestionadas hasta 1968, cuando se peleó con los socios que se encargaban de las ventas, pero logró quedar libre y que ellos fueran presos. Ganó 35 millones de dólares con sus falsificaciones, aunque el fisco le calculaba más de cien millones y, como ya lo habían descubierto poco antes de morir, hizo en Madrid una exposición de sus obras titulada «Al estilo de…», poniendo en evidencia su trabajo y riéndose de muchos, recuerda Schávelzon.

Por Claudia Lorenzón – Télam

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