Fuente: Télam ~ Con obras de Delia Cancela, la dupla creativa Chiachio & Giannone, y la artista y performer cordobesa Sofía Torres Kosiba se presenta «Tesoro», una muestra del ciclo «Explorando la colección del Fortabat».
Con obras de Delia Cancela, la dupla creativa Chiachio & Giannone, y la artista y performer cordobesa Sofía Torres Kosiba se presenta «Tesoro», una muestra que como cierre del ciclo «Explorando la colección del Fortabat» pone en diálogo las búsquedas contemporáneas de esos artistas con el acervo del museo de Puerto Madero, a través de temas que van del amor y el silencio a las danzas y la identidad como un baile que queda flotando fantasmático.
Sin una guía curatorial que organice este particular diálogo de intereses e historias de vida diferentes, el museo que aloja la Colección Amalita Lacroze de Fortabat imprime un nuevo vigor entre el segundo piso y el subsuelo, a partir de la elección de tres instalaciones y cuatro artistas, con la cual cierra un ciclo iniciado en 2018 que completa nueve diálogos posibles.
Delia Cancela (Buenos Aires, 1940) le dedica a la artista plástica Raquel Forner una suerte de homenaje en la obra «Los pies en la tierra, los ojos en el cielo, pájaros en la cabeza» que incluye un video de casi 11 minutos filmado en 4K donde resume esa impresión que le provocó el cuadro «Presagio» (1949), que admira desde sus 12 años cuando lo vio expuesto en el Museo Nacional de Bellas Artes, y que escogió sin dudarlo, para su intervención.
«Esa pequeña pintura que es la cabeza de esa mujer que mira al cielo y tiene un pájaro en la cabeza -una golondrina-, se une a mi historia con esta gran tela de nueve metros que comencé en 2019, la idea era trabajar con la naturaleza, los pies en el suelo como todos mis dibujos», refiere Cancela en diálogo con Télam.
«Todo parte de mis dibujos, y siempre mirando a Forner encontré esa relación entre lo que hacía, el respeto por la naturaleza», dice la artista y señala lo que se observa en el video donde la performer Inés Efron actúa como su alter ego. «Es como yo cuando tenía su edad, nada más que es más alta y más linda, pero nos parecemos mucho», sonríe e indica que ella también aparece junto a la actriz, en el video, en un gesto amoroso, abrazándose a sí misma. «Ella lleva encima un musgo como si fuera el planeta al que después termina acuchillando», acota. Para la artista, Forner también habla de lo mismo, «de la guerra, la destrucción», una proximidad que le permitió realizar la instalación.
Suaves líneas delinean pequeños cuerpos dibujados, y un hilo rojo que se extiende, sutil, recorre un espacio que alberga tierra, ramas, musgos, formas. Esa tela de 9 metros dibujada, pintada, escrita, abrochada al hilo intensamente rojo, es acompañada por un video que en un contínuo rememora los títulos de las pequeñas obras: brotes, mujer con manto, mujer árbol, mujer pájaro, deseos, reverencias.
La cinta roja es la sangre que fluye del corazón, explica Cancela y señala su texto que destaca en la pared: «El pájaro-mujer, intentará volar sin lograrlo y finalmente la línea roja que sale del corazón-dolor, se extenderá para atravesar agua, tierra, fuego, cielo, piedra… un hilo de sangre llevado por seres vivos, animales, vegetales… atravesando el planeta ?¿con amor? ¿con deseo de qué todo va a estar bien? ¿difícil de creer?», preguntas que cierra con «L´amour, toujours l´amour…(el amor, siempre el amor)», dice.
«Lo mío es poesía y silencio, es tiempo, reflexión, es respeto, es eso». Una búsqueda que no acaba y va a ser siempre así», dice sobre sí misma.
Del otro lado del pasillo, Leo Chiachio (Buenos Aires, 1969) y Daniel Giannone (Córdoba, 1964), en cambio, toman la pintura «Pericón en la estancia» de Pedro Figari (1861-1938) para interpelar y cuestionar el modelo de nación. En «Fiesta» la pareja que trabaja en conjunto desde 2003 vuelve a celebrar la diversidad con un video y una instalación. En el video se recrea la danza nacional, normativizadora de cuerpos que convive con momentos de testimonios íntimos y presentaciones, seguidos del baile colectivo. Por otro lado, una instalación de vestidos que danzan tenues, suspendidos en el aire: el de la puta, el trans, el indígena, el afro, el diferente.
«En esta ocasión a partir de una obra de Figari nos ponemos a pensar acerca de quién no estuvo invitado en esa fiesta, en esa idea de nación, entonces junto a Agustina Comedi hicimos una película, un Súper 8, con esa nueva fiesta de una nueva construcción, de una nueva sociedad un poco más cuir y un poco más diferente», destacan al unísono.
A su vez, explican que los vestidos utilizados para la performance ahora están «danzando sin esos cuerpos, hechos por nosotros con telas reutilizadas donadas por la gente, tienen estampas que surgen a partir de cómo están representados los textiles en las pinturas de la colección de Amalita». Y agregan: «nos cuestionamos qué nación se representa en esa pintura y qué idea de nación queremos nosotros, una nación más amplia, ampliando esos bordes, donde haya lugar para todos, todas y todos».
Y sobre esa memoria que guardan las telas Chiachio&Giannone afirman: «La idea es que los vestidos se queden aquí en una instalación. Siguen danzando con esa fiesta que no terminan nunca, un poco como fantasmagórica», con la idea de «que haya quedado ese fantasma de la fiesta, que siga bailando de otra manera».
En cambio, en el subsuelo, como si fuese parte de una manifestación marcada a rojo y negro, una pancarta reza «mejor bailando», junto a pequeñas guitarras con piernas y otras tres figuras de mujer-pájaro o cisne pintadas en negro que componen el conjunto «Chicha, Chispa, Chimilar. Las tres hijas del chacal», de Sofía Torres Kosiba. La instalación de sitio específico que se inspira en la acuarela «Bri-País-Gente» (1933) de Xul Solar y se acompaña de dos videos que pueblan con sus cantos la sala.
El nombre de la obra es de por sí «gracioso, muy divertido» como advierte Torres Kosiba, acerca del título surgido de un juego sonoro con la letra «ch», algo que le pareció un resultado interesante porque «siempre hay una cuota de humor» en su trabajo.
«Para mí el humor es muy importante, asociado al arte contemporáneo es una manera de desarticular ciertas estructuras, permite tener muchas capas de pensamiento frente a la obra», reflexiona la artista e investigadora cordobesa.
«Esta propuesta tiene ciertas instancias bastante tiernas, divertidas, y está muy relacionada con la música que también está en diálogo con la obra de Xul Solar». La danza y la música son lenguajes que se emparentan con el trabajo de la artista y performer, lenguajes desde donde investiga «la gestión de las emociones a través del canto performático», según explica la también docente de la Universidad Nacional de Córdoba. Y señala que la obra está pensada «desde lo performático, lo corporal, desde las posibilidades de movimiento de los cuerpos».
El gran vínculo entre las obras de «Tesoro» es el trabajo con textiles, explica Torres Kosiba que refiere que «son piezas textiles con una materialidad que las pone un poco más rígidas, pero siguen siendo blandas, algo que también me interesa mantener, cuerpos como redondos y blandos», y agrega que trabaja con una paleta oscura, como si estas formas fueran siluetas, pero incorpora el dorado y el azul surgidos de las «prácticas oraculares».
«Elegí trabajar con Xul Solar porque me interesa la metodología que utilizaba, similar a prácticas que son cotidianas para mí, como las canalizaciones y los oráculos», cuenta sobre ese lado «esotérico» del polifacético artista del siglo XX donde encuentra un vínculo.
«Me interesa la idea que tenía de desarmar estructuras, volver a armar, inventar, pero sobre todo esa metodología más esotérica que tenía para desarrollar proyectos y piezas», algo que la llevó a elegir la acuarela por el personaje serpenteante negro con cabeza de mujer, «muy escenográfica, muy teatral» que relaciona con los vestuarios de sus performances, explica Torres Kosiba.
Su serie de mujeres pájaro surgieron a fines del 2019 luego de haber estado muchos meses en silla de ruedas por un accidente: «aparecieron muy fuertemente estas mujeres pájaros en movimiento, bailando, realizando acciones que yo no podía, y desde ese periodo a hoy están muy presentes», y son testigo de situaciones que «empujan a que los procesos de la obra se abran hacia otros lugares», reflexiona.
Por otro lado, indica que trabajar en esa sala que exhibe la colección del museo representó un desafío ya que «es la primera vez que se interviene la colección», pero esto se relaciona con sus trabajos previos de similares características, como parte de su práctica, que le permite reforzar sus investigaciones teóricas de los últimos años.
«Pensé mucho en cómo hacer que mis piezas estuvieran habitando el espacio sin interrumpir del todo la visión de la colección, por eso trabajé con transparencias en el caso de los textiles -explica-. Todo lo que salió, las canciones, palabras, el nombre, fue a través de canalizaciones».
«Junto a los músicos Miguel Garutti y Lola Granillo realizan canalizaciones colectivas para producir piezas sonoras, vestuarios confeccionados según sus cartas natales, imágenes aparecidas en visualizaciones», dice el texto curatorial que acompaña la muestra, una suerte de restitución, «una puesta en valor de la dimensión espiritual del arte», escriben Nicolás Cuello, Lara Marmor y Guille Mongan.
A su vez, los videos filmados en Mar Chiquita, un paisaje de agua muy salada y salinas y en su taller de Córdoba, fueron dirigidos por Lucía Palacio, y la letra de las canciones utilizadas se basan en temas populares como la cumbia santafesina «Que es lo que quiere la chola».
Las muestras podrán visitarse hasta febrero en Olga Cossettini 141, Puerto Madero, Buenos Aires, de jueves a domingos de 12 a 20, con entrada general de 400 pesos.